ELDIARIOdetenerife.com revela, en su edición de ayer, que Paulino Rivero ha comunicado a sus íntimos que no puede resistir mucho más la presión mediática y que, si las cosas no le salen como él quiere en el congreso de CC de junio, se irá.

Pero el diario digital citado añade que es muy poco probable que esto ocurra porque han puesto tantos requisitos para enmendar las ponencias oficiales del congreso de CC que será imposible tocarlas. O sea que la intención de Rivero es amagar con irse, pero no dar y quedarse.

Desde luego, a Canarias le haría un gran favor si se despegara de la silla y dejara el Ejecutivo, si quiere, a un correligionario que lo haga mejor, que no mienta, que no divague, que no baile la yenka y que gestione de acuerdo con las necesidades de la gente. Y que sea justo con los ciudadanos. Que no exista nepotismo en algunas decisiones de su Gabinete. Que no se favorezca a los amigos. Que se actúe de una manera justa, en suma. ¿Sería mucho pedir?

Paulino Rivero ha protagonizado, en los últimos tiempos, una época negra en el Gobierno de Canarias. No ha dado una. Se ha aliado con quienes han hundido el país y perdido las elecciones para dejar a las Islas en la indigencia. Nunca esta comunidad conoció estos índices brutales de paro. Jamás la pobreza había anidado con tanta fuerza en una sociedad acostumbrada a vivir bien. Rivero ha sido un fracaso como gobernante y no le ha hecho ningún favor a su tierra.

¿Cómo no va a recibir presión mediática gobernando de esta forma? Es imposible. Debería el todavía presidente hacer examen de conciencia y marcharse antes de que sea demasiado tarde.

Rivero quiere ser, además, presidente de su partido, desoyendo voces que opinan que es muy mala la duplicidad de cargos, porque es posible que de esta forma no pueda atender plenamente a cada uno de ellos, por falta de tiempo y de capacidad.

Paulino Rivero es un líder acabado porque ya su pueblo no le cree. No le cree, ni le quiere. Esa pátina de hombre humilde que procede del pueblo se desvanece cuando nos fijamos en la gestión. Hubiera sido mejor que se quedara en el pueblo, de donde nunca debió salir. Hubiese sido un gran alcalde de pueblo, pero no tuvo en cuenta el famoso principio de Peter. Cuando a una persona la sacas de lo que es capaz de hacer se convierte en un inútil.