La mayor victoria electoral en España no se produjo un domingo, sino un jueves laborable, lo que creó dudas de si habría una alta participación en una etapa con mucha incertidumbre, honda crisis económica, creciente paro, un reciente y frustrado golpe de Estado y un sistema político por consolidar. Tal día como hoy, el 28 de octubre de 1982, se confirmó la esperada victoria del PSOE y la vuelta al poder del centroizquierda desde la II República, aunque lo hizo de forma tan contundente (202 diputados) que sorprendió a muchos partidarios y, sobre todo, contrarios. Hace 30 años, todo se veía de otra forma. Pasado este tiempo, la perspectiva se ha ampliado y canarios con relevancia pública o que la tuvieron después y que no apoyaron a Felipe González reconocen ahora que se trató de un cambio “necesario”, que normalizó la democracia y abrió un periodo con más luces que sombras o desengaños y hasta con hitos claves, como el ingreso en la CEE (UE) o la extensión de un Estado del Bienestar ahora más que amenazado. Entre esos sorprendidos se halla el actual presidente del Parlamento de Canarias, Antonio Castro, el entonces senador de UCD y luego en el PP, Alfonso Soriano, el expresidente de la CEOE-Tenerife, José Fernando Rodríguez de Azero, y el vigente secretario de CCOO en Canarias, Juan Jesús Arteaga. Ninguno votó al PSOE, aunque, llegados aquí, admiten sus méritos y logros. En 1982, Castro tenía 36 años, fue candidato al Senado por UCD y logró entrar en la Cámara Alta por La Palma. La situación era tensa. Se había producido el Golpe de Tejero. Cada mes, íbamos a peor en las encuestas. Se sabía que el PSOE ganaría, pero nunca con esa mayoría absoluta. Fue sorprendente, pero también una etapa muy interesante. Tuve muy buena relación con el Gobierno. Fue un periodo positivo para España, con la apuesta por Europa como mayor acierto, lo que supuso un cambio tremendo. He de reconocer que defendieron bien un estatus propio para Canarias. Aunque también recuerdo a gente de derechas que temían que hubiese expropiaciones. Luego pasó lo que suele ocurrir: se acomodaron, perdieron las energías, hubo corrupción y también se cometió el gran error del terrorismo de Estado. Soriano, que contaba con 46 años, cree que el triunfo supuso la consolidación de la democracia y las autonomías, aunque a nadie se le pasó por la cabeza una victoria de ese calibre.De hecho, en UCD pensábamos que lograríamos 40 o 50 diputados, y tuvimos 12. De todos modos, yo no temí nada. Conocía a los socialistas porque participé con ellos en la oposición democrática a la dictadura. Conocían bien la historia del país y no querían repetir lo de 1936, algo que ahora, por desgracia, no ocurre con todos los políticos.Aunque, eso sí, González tuvo que moderar al PSOE, ya que en 1977 apoyaban la autodeterminación de los pueblos.Su problema ahora es que, en unos sitios, como Cataluña, quieren ser nacionalistas y, en otros, españolistas. Rodríguez De Azero era casi coetáneo de González (39 años, frente a 40) y también estaba en UCD. Fue un tiempo apasionante. Tras el sacrificio de Suárez y una UCD que se desintegraba, tocaba este triunfo del PSOE. Era importante que España tuviera un gobierno de izquierdas. La sociedad llevó bien una etapa muy difícil, con una inflación del 20%, manifestaciones, crisis, golpe de Estado... Se puso en huelga hasta la Orquesta Sinfónica de TVE. González fue muy hábil al visitar enseguida a la División Acorazada Brunete. Tenía sentido de Estado. Era un político de gran magnitud. Nunca le vi síntomas de extremismo. Tuve dudas, pero desde que vi cómo actuaba, se me disiparon. En estos 30 años, el cambio ha sido espectacular. Su etapa fue más positiva que negativa, con unos primeros años brillantes con su política europeísta, realista y de crecimiento económico, si bien luego vino la corrupción”. Arteaga tenía 26 años, formaba parte del PCE y en esa etapa era muy crítico con la socialdemocracia. No me esperaba una victoria como aquella. Ahora, con el tiempo, creo que fue muy importante para el país y que hubo logros claves, entre los que destaco el fortalecimiento de los servicios públicos, algo que ahora está bastante en el aire. Hubo decisiones duras, como la reconversión industrial, grandes desilusiones, como lo de la OTAN, y una política económica que no compartíamos en el PCE, pero, con perspectiva, se avanzó y se mejoró mucho lo público, sobre todo la educación y la sanidada.