El consumo habitual de ansiolíticos, hipnosedantes y otros relajantes presenta todas las características de una drogodependencia. Lo advierte Guillermo Guigou, conocido en la actualidad por su condición de concejal de la oposición en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, pero que atesora una larga trayectoria como médico especialista en conductas adictivas. Sus palabras conducen a una conclusión inmediata: en Canarias hay alrededor de 125.000 drogodependientes que, en su mayoría, no saben que lo son. Se trata de los consumidores diarios de este tipo de sustancias, que forman parte de un problema de salud público que la Consejería de Sanidad se ha propuesto atajar mediante una campaña informativa y de concienciación.

Guigou es uno de los invitados al debate de EL DÍA sobre este asunto. Lo acompañan en la mesa Baltasar Fernández da Ponte, jefe de servicio de Atención a las Drogodependencias de la Consejería; Carmen Rubio, vocal de Investigación y Docencia del Colegio de Farmacéuticos de la provincia y profesora de Toxicología en la Universidad de La Laguna; y Anastasio González, coordinador del grupo de trabajo de Salud Mental del Colegio de Psicología.

Todos ellos coinciden, con matices, en que la situación debe ser abordada mediante la promoción de "otras vías" para tratar la ansiedad -como la psicoterapia o el fomento de hábitos de vida saludable, entre otras-, pero también a través de más revisiones de las prescripciones de fármacos para impedir repeticiones innecesarias.

El perfil del adicto a los ansiolíticos es muy claro. En un 70% se trata de mujeres, la mayoría de las cuales tiene entre 55 y 64 años de edad. El representante de los psicólogos se confiesa sorprendido por esta elevada proporción de población femenina y reflexiona: "¿Por qué se produce ese abuso si pueden ser derivadas a psicólogos y otros profesionales?".

González se remite a unas declaraciones recientes del director general de Salud Pública -"hay que afrontarlo", dijo- para reivindicar el papel de su profesión. "Esa es la tarea del psicólogo, que no está en la Atención Primaria, pero debería". Las técnicas de relajación y la "tercera generación de técnicas psicológicas" deben, a su juicio, entrar en juego y evitar que la farmacología sea el recurso primordial para muchos, aunque admite que la medicación es necesaria cuando el nivel de ansiedad del paciente es tan alto que no permite aún aplicar otros tratamientos.

"El incremento del consumo es una evidencia absoluta", tercia Guigou, quien constata la existencia de dos problemas: una "farmacodependencia", consistente en el abuso de medicamentos legales y prescritos, en parte por el "caos" del sistema de salud; y una "erupción enorme" del uso ilegal de productos, pese a que estos tienen "una base de legalidad absoluta". Este último fenómeno, alerta, "no se recoge en las encuestas".

Guigou es muy crítico con la actuación de la Administración en esta materia. Opina que en Tenerife existe un déficit asistencial y que la salud mental es una "asignatura pendiente" en la Isla, porque "siempre se ha dejado en manos privadas o de organizaciones no gubernamentales".

Por su parte, la representante de los farmacéuticos pone el acento en el control de las dispensaciones. "La cuestión es si esas recetas son revisadas o no", plantea Carmen Rubio, quien recuerda que estos fármacos tienen un uso máximo recomendado de cuatro u ocho meses.

Según Rubio, "el sistema sanitario debe evitar la repetición reiterada de un tratamiento. Debe haber una forma de detectar cuando el uso de un fármaco se prolonga durante años sin que haya revisión". El problema, apostilla, es que "el sistema sanitario está como está".

También advierte Rubio de la aparición de un nuevo perfil de consumidor de ansiolíticos, el de adolescentes policonsumidores que habitualmente toman drogas sintéticas y que tampoco son incluidos en la encuesta. "Hay que investigar más", recomienda.

En torno al 70% de los consumidores que han emergido en las indagaciones de la Administración son mujeres, la mayoría de ellas de entre 35 y 65 años, recalca el jefe de servicio de Atención a las Drogodependencias, Baltasar Fernández Da Ponte. Esta tendencia se mantiene desde hace años pese a los cambios sociales.

En este sentido, el psicólogo Anastasio González relata que trata a muchas parejas jóvenes en las que persiste la tradicional desigualdad de papeles. La mujer se ha incorporado al mundo del trabajo pero sigue siendo la responsable de la casa y los hijos. En estas circunstancias, "cualquiera no se disparata", interviene Guillermo Guigou.

Hay también razones fisiológicas. La ansiedad está relacionada con el insomnio y este, muchas veces, es consecuencia de la menopausia, explica Carmen Rubio.

Las críticas de Guigou al funcionamiento de la Administración ganan en intensidad. "En Canarias no se cumple la ley. Las drogodependencias deben estar integradas en la carta de servicios del Servicio Canario de Salud, pero continuamos dependiendo de ONG".

En este punto, Fernández Da Ponte decide "romper una lanza" por la red de atención a las drogodependencias. "Lo importante es que exista una buena coordinación, que existe, y que la atención sea la adecuada, y esta está garantizada", asegura. Cuando un paciente acude a una unidad, insiste, "no pregunta si pertenece al Servicio Canario de Salud".

Pero, ¿cuáles son los principales efectos de un consumo excesivo de ansiolíticos e hipnosedantes? En primer lugar, suelen tomarlos los pacientes polimedicados, por lo que estas sustancias "interfieren con otros tratamientos", señala Carmen Rubio.

En muchas ocasiones se produce también un "efecto rebote", y un fármaco depresor del sistema nervioso produce, paradójicamente, mayor ansiedad e irritabilidad.

La prueba de que este gran consumo no es percibido como una drogodependencia es que solo 205 personas demandaron tratamiento el año pasado, aporta Fernández Da Ponte. "No lo reconocen", dice.

Otra de las vías de solución es la educación. Aquí vuelve a producirse una discrepancia entre Guigou y Fernández. "Mis hijos no han tenido ni una charla sobre adicciones", se queja el primero, a lo que el segundo replica con los 40.000 alumnos a los que han llegado este año las actividades informativas y de sensibilización.