La crisis económica y sus efectos (altas tasas de paro y subida de impuestos, entre otros) perdieron ayer todo protagonismo para dejar paso a los nervios e ilusión de miles de niños en las calles canarias en su día más esperado, la llegada de los Reyes Magos. Y es que las caras de los más pequeños consiguieron contagiar a los mayores.

Desde las 16:00 horas, a las cercanías del Estadio Heliodoro Rodríguez López llegaban miles de niños para recibir a los Reyes Magos de Oriente. Fue a las 17:05 horas cuando un gato de rayas rosa salió al campo para dar la bienvenida a un recinto casi lleno (solo quedaron 60 entradas sin vender) y presentar el espectáculo "Alicia en el país de los regalos", una representación de media hora marcada por el ritmo y color.

Una Alicia de cuento había viajado a ese mágico mundo a buscar los presentes de los niños, pues se habían fugado allí y no querían volver. Para ello, la protagonista precisó de la ayuda de un Sombrero Loco, que surgió en el césped al ritmo de la versión española de "I like to movie it", y un conejo blanco que surgió por todas las gradas del estadio. Pese a la ayuda de estos personajes, fue necesaria de la colaboración de todos los niños allí presentes para ordenar los regalos.

Pero, y como ocurre en todo cuento, una reina malvada apareció: la Reina de Corazones, aunque dejó su rol oscuro de lado ante la emoción de los menores y preparó su ejército para recibir con las mejores galas a los tres Reyes Magos de Oriente.

Fue sobre las 17:35 horas cuando la emoción de los menores se disparó al escuchar el helicóptero (del ejército) del que, de forma mágica, descenderían los reyes. Pañuelos blancos, gritos y aplausos indicaron a sus majestades el lugar al que debían ir, y en donde aparecieron montados en sus camellos para recorrer todo el Heliodoro Rodríguez López.

Tras este recorrido, Melchor, Gaspar y Baltasar descendieron de sus monturas y recibieron de manos del alcalde de la ciudad, José Manuel Bermúdez, y el concejal de Fiestas, Fernando Ballesteros, la "llave mágica que abría todas las casa de Santa Cruz de Tenerife".

Los Reyes Magos ya habían llegado a la capital tinerfeña, dejando como anécdota curiosa del espectáculo de bienvenida la "masculinidad" de la Reina de Corazones, de lo que muchos menores presentes se percataron.

Tras preguntar los niños si se habían portado bien durante el año y recordarles que debían acostarse temprano y dejar "agua para los camellos y leche para los Reyes", sus majestades recogieron las cartas de los menores que estaban en el estadio y ocuparon su lugar sobre sus camellos en la Cabalgata que les llevaría por toda la ciudad.

Casi puntual, a las 19:00 horas, partió el desfile que acompañaba a los Reyes Magos desde la Avenida de Bélgica. Pese a salir en hora, casi una hora tardó el primer rey, Melchor, en llegar al último semáforo de la citada vía y marcar el inicio del recorrido, que concluyó en la plaza de Candelaria y fue por las principales calles.

Fueron los bomberos, seguidos por el personal de Correos, que transportaba los regalos, y la Policía Local los encargados de abrir la Cabalgata. Vehículos antiguos con personajes infantiles y de Carnavales, motos Harley (cuyo humo incomodó a los presentes), deshollinadores, recogedores de cartas, romanos a pie, carrozas, rebaños de cabras y ovejas y hasta tres halcones y una lechuza desfilaron delante de los tres Reyes Magos, que estaban al final de la lenta comitiva con sus pajes y los regalos.

Tras sus majestades, solo los camiones de basura.

La anécdota del desfile fue que media hora antes hubo un falso aviso de bomba en el estadio cuando este ya estaba casi desalojado, sobre las 18:30 horas.