El creciente interés de las petroleras por explorar los fondos marinos que separan Canarias de Marruecos tiene un referente al otro lado del Atlántico: los yacimientos de Nueva Escocia y Terranova (Canadá), formados en el Jurásico cuando ambas costas distaban muy pocos kilómetros.

La británica Cairn Energy, la estadounidense Kosmos, la australiana Tangiers Petroleum (DVM) y la española Repsol han recibido permisos en los últimos meses para explorar una franja que se extiende desde el sur de Agadir hasta el Sáhara Occidental.

La presencia de hidrocarburos en esas aguas se conoce desde los años sesenta, cuando se realizaron prospecciones que no derivaron en explotación alguna, bien por la mala calidad del crudo encontrado o bien porque se encontraban a profundidades que en aquellos momentos no compensaba abordar.

Sin embargo, los informes con los que varias de las compañías del sector han retomado la exploración (Cairn ha realizado ya dos catas y Repsol está a la espera del permiso medioambiental) coinciden en señalar como indicio del potencial de esas aguas los descubrimientos realizados en las últimas décadas en Canadá.

Y lo mismo piensa la noruega Statoil, que ha hecho relevantes descubrimientos en Terranova y ha señalado en varias comparecencias públicas las semejanzas geológicas que observa con Marruecos.

Repsol cita directamente como "espejo" de las aguas hispanomarroquíes los fondos que rodean la isla Sable, una estrecha lengua de arena situada en el Atlántico, al sureste Halifax, que acaba de ser reconocida por Canadá como parque nacional.

La isla Sable es conocida por los cientos de naufragios que han tenido lugar en sus aguas, por los caballos salvajes que habitan en ella y por las plataformas de petróleo y gas que la rodean.

¿Por qué dos islas de Norteamérica se toman como referencia para montar una campaña de prospecciones en África? La explicación hay que buscarla en Jurásico, cuando todas tierras emergidas formaban un supercontinente que empezaba a fragmentarse y todavía faltaban 140 millones de años para que comenzaran a emerger en el lecho del mar los volcanes que hoy conocemos como Islas Canarias.

"Hace 180 millones de años, comienza a abrirse el océano Atlántico, primero por el norte y luego por la zona central y sur", explica el catedrático de Geología de Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Francisco Pérez Torrado.

En ese momento, el Atlántico es un mar estrecho, con gran concentración de biodiversidad y expuesto a importantes evaporaciones que elevan su concentración de sal. "Algo similar a lo que hoy puede ser el Mar Rojo", relata Pérez Torrado.

Las dos condiciones ofrecen una combinación propicia para que, 180 millones de años después, las dos orillas del océano resulten interesantes para las multinacionales del oro negro: mucha materia orgánica muerta (plancton) precipitándose hacia el fondo del mar en una franja relativamente estrecha y dinámicas que generan diapiros salinos, formaciones geológicas muy especialmente buscadas por la industria por ser acreditadas "trampas de petróleo".

"Si uno ajusta los mapas de los dos continentes a como estaban en el Jurásico, los sedimentos son iguales a ambos lados. En esta zona, además de las similitudes, existen unas rocas madre muy ricas", apunta el geólogo tinerfeño Antonio Afonso, quien ha trabajado para Shell, Chevron o Gulf, entre otras empresas del sector.

La misma analogía que ahora se persigue entre Canadá y Marruecos, se explotó hace años en Angola, donde los descubrimientos de crudo precedieron con éxito a los realizados en aguas profundas en Brasil.

Sin embargo, hasta el momento, no se ha hallado petróleo de interés comercial entre Canarias y el continente africano. Ayer mismo, Cairn y Genel Energy anunciaron que abandonan el pozo JM-1, donde solo han encontrado el petróleo pesado que ya se detectó a solo dos kilómetros de ese lugar hace 46 años.

Antonio Afonso precisa que "petróleo pesado" no es equivalente a petróleo sin valor. "Los petróleos pesados también son comerciales, sirven para producir fuel pesado para barcos y centrales eléctricas y para fabricar asfalto", indica.

Que se pueda explotar depende de una ecuación simple: coste/beneficio. "No es lo mismo buscar petróleo a 110 dólares el barril, que buscarlo en los años ochenta, cuando estaba a 20. Hay muchas zonas que hoy se están reavivando por los precios", dice.