Una ciudad no se construye a fuerza de denuncias y de insidias. na ciudad se construye empujando todos en la misma dirección. Por eso no se concibe a Santa Cruz instalada en la denuncia, pasto de fiscales y de malos políticos. Las cosas no han podido hacerse tan mal en el pasado para que todos se hayan lanzado sobre la ciudad como buitres.

Abogados ansiosos de notoriedad, políticos que disfrutan derribando edificios de arquitectos famosos, que se jactan de eliminar rascacielos que embellecerían y modernizarían la urbe. Así no se puede vivir. Los partidos deben ser conscientes de que en las ciudades debe haber gente con proyección de futuro, no con vocación de inquisidores perpetuos, dispuestos a cargarse todo lo que se mueva. Así no se construye una ciudad moderna.

No hay más que mirar hacia la isla de enfrente para ver que nos han ganado la partida. na red de carreteras impresionante, una ciudad que es capaz de construir un parque temático en pleno puerto, comunicaciones rápidas, tráfico fluido y, sobre todo, la generalidad de los políticos remando en la misma dirección: el bienestar de sus habitantes y el futuro de la Isla.

Aquí, en Santa Cruz, sin embargo, se ha instalado la protesta. Los que quieren hacer cosas, como el alcalde Bermúdez, cuya buena voluntad es notoria, se estrellan contra los que quieren destruirlas, como el socialista Martín, que parece el enemigo número uno de Santa Cruz. En su inutilidad no ha sido capaz ni siquiera de sacar adelante el Plan General de Ordenación rbana, que le dieron hecho.

En los boletines socialistas se jacta de haber eliminado un bellísimo rascacielos de Herzog&De Meuron. Y se felicita por ello en dicho boletín socialista para su propia promoción repartido por la ciudad. ¿Pero qué pretende? ¿Acaso cargarse Santa Cruz?

En las ciudades, los responsables de urbanismo deben ser gentes viajadas que hayan visto otras ciudades, que hayan entendido la mejor forma de ordenar una urbe moderna y con ganas de futuro. Se cargaron la expansión de Santa Cruz por el Valle de Las Huertas, cortado como está hacia el Sur por la presencia de la refinería. Santa Cruz ya no tiene terrenos para construir la vía de cornisa, que descongestione el tráfico urbano, como ocurre en Caracas con la famosa Cota Mil. Y, además, se paraliza la vía de entrada a Santa Cruz desde Los Rodeos, por falta de presupuesto. Pero sí había presupuesto para construir la gran red de carreteras que rodea la ciudad de Las Palmas.

Nos hemos quedado a la cola. Y en la cola seguiremos si a gente como el tal Martín se le entrega la concejalía de rbanismo, la más importante de cuantas existen en la corporación. Y, encima, se permite el lujo de llamar corruptos a los que han propiciado que él esté ahí.