Canarias no presenta una elevada peligrosidad sísmica, no registra un vulcanismo reciente de alta explosividad, no es un territorio industrial o químico y no es escenario de los fenómenos meteorológicos más extremos. ¿Tenemos, entonces, motivos para la preocupación?

"Lo que es evidente es que debemos prepararnos", responde Pedro Dorta -profesor de Geografía de la Universidad de La Laguna (ULL) y director de la Cátedra Cultural, Científica y Tecnológica de Reducción de Desastres de la institución- a la pregunta que él mismo ha planteado. Lo hace durante el foro que reunió la pasada semana en Tenerife a expertos y representantes de las administraciones isleñas para abordar la capacidad de respuesta y recuperación de nuestros municipios ante cualquier tipo de desastre.

Aunque no tan llamativos como los que menciona, el Archipiélago está sometido a una serie riesgos -unos bien conocidos y otros no tanto- que hay que afrontar de forma conjunta, advierte Dorta, dada su propensión a encadenarse. "Las amenazas nunca vienen solas", resume. Por ello, aconseja que se encaren con una "visión multirriesgo". Estas amenazas son de diferente tipo: unas son producto de la acción del hombre, otras se deben a fenómenos geológicos y también las hay relacionadas con el clima y su incierta evolución.

Entre las primeras figuran el transporte de mercancías peligrosas, la contaminación, los accidentes... "Tenemos una refinería dentro de una ciudad, algo que no es muy común y que supone un inmenso peligro y una fuente de contaminación atmosférica", expone el docente e investigador. Tenerife es, además, "uno de los pocos lugares en el mundo con dos aeropuertos internacionales", recuerda.

Una de las mayores aglomeraciones urbanas del país como es el Carnaval constituye un potencial riesgo, como también lo es el sistema energético cerrado de las Islas, al que "somos tremendamente vulnerables".

Pese a la ausencia de episodios volcánicos recientes de gran virulencia, las erupciones se suceden con frecuencia. Cada 35 o 40 años se produce una, de tal manera que "casi todas las generaciones han sufrido una erupción". La actividad sísmica, sin ser de una peligrosidad como la que se da en otras zonas del planeta, ya se ha cobrado víctimas en el pasado, mientras que estudios de la NASA han demostrado que el tsunami generado por el gran terremoto de Lisboa de 1755 llegó a Canarias.

En cuanto a los fenómenos meteorológicos, las precipitaciones intensas -"al margen del calentamiento global, que está ahí"- se suceden de forma recurrente, con un episodio grave por año. Dorta rememora, en este sentido, los 42 muertos por un temporal en Madeira en 2010, en un medio "exactamente igual" al canario.

"Todo indica que las sequías se están intensificando" -el invierno de 2011-2012 fue el más seco de los últimos cien años-, mientras que la intensidad del polvo en suspensión, la más alta del país, puede llevar al cierre de los aeropuertos. ¿Y las temperaturas? Están en alza, sobre todo las nocturnas -las que terminan agotando a los ancianos en las olas de calor y provocando su fallecimiento-, al tiempo que también se ha constatado su aumento en la superficie del mar, un dato "inquietante" que puede desatar tormentas y grandes precipitaciones.