Trece familias canarias acogerán en sus hogares a niños saharauis para que cursen estudios hasta acabar una carrera, gracias al proyecto Madrasa, que aunque ya funcionaba en varios lugares de la Península, ahora es la primera vez que Canarias se incorpora a dicha iniciativa educativa, social y cultural.

Esta oportunidad que se les da a los niños saharauis de convivir con familias de las Islas, en régimen de acogida, es gracias a la Asociación Canaria de Amistad con el Pueblo Saharaui (Acaps), cuyo vicepresidente y responsable del proyecto es Alberto Negrín. La iniciativa ha salido adelante gracias al gran esfuerzo, entrega, sensibilidad y colaboración de la Consejería de Educación, que ha puesto todo de su parte para que los niños tengan ya asignada su plaza en colegios públicos lo más próximos a las residencias de sus padres de acogida. Con ello, el Gobierno canario ha hecho posible que el proyecto Madrasa sea una realidad por primera vez en la historia de las Islas.

Las familias acogentes partirán hoy y el martes hacia los campamentos de refugiados de Tinduf, en Argelia, para conocer a los padres biológicos y las familias de los niños, convivir unos días con ellos y firmar el día 14 la documentación que permitirá venir a los niños a estudiar este año a Canarias con todas las garantías.

Hasta ahora, los niños venían a Canarias los meses de julio y agosto para, dentro del programa Vacaciones en Paz, pasar su descanso con matrimonios con los que se han establecido fuertes lazos de familiaridad. Al cumplir los 12 años, es la última vez que estos menores pueden venir a las Islas para dar salida de los campamentos de refugiados de Tinduf a otros con menos edad.

Con la implantación del proyecto Madrasa, a los niños se les permite continuar sus estudios hasta acabar una carrera universitaria con sus familias canarias acogentes, regresando cada curso escolar en vacaciones al Sáhara con sus padres biológicos. Con ello se posibilita que el niño tenga unas mejores condiciones de vida y una oportunidad de ser más útiles a su país al obtener al final una carrera, al tiempo que los lazos de familiaridad y de ayuda entre las familias canarias y las saharauis aumentan y obtienen una mayor consolidación, sin perder el arraigo con sus familias biológicas.