Cerca de 250.000 personas siguieron ayer en Las Palmas de Gran Canaria la bajada de la Virgen del Pino desde Teror a la catedral, en una procesión que desbordó todas las previsiones, según los datos que manejaban el Cuerpo Nacional de Policía y la Policía Local.

La comitiva que acompañó a la Patrona de la Diócesis de Canarias partió a las 6.40 horas de Teror, a unos 25 kilómetros de la capital, y llegó ante la catedral, en la plaza de Santa Ana, a las 18.30 horas, tras casi doce horas de procesión a pie.

Las autoridades esperaban que esta manifestación de fe y cariño a la Virgen del Pino reuniera a entre 150.000 y 200.000 personas en su fase final -la que cruza la capital grancanaria-, en un cálculo que se basaba en lo ocurrido en anteriores ediciones de la bajada (durante el siglo XX se hicieron cinco, la última en 2000).

Sin embargo, sus cálculos se vieron rebasados con creces desde la partida de la comitiva, a la que se sumaron tantas personas, que su discurrir por la carretera de Teror a Tamaraceite fue más lenta de lo que se preveía.

No obstante, en el trayecto urbano, que cruza varios de los barrios más populosos de Las Palmas de Gran Canaria, la procesión recuperó algo de tiempo a pesar de la muchedumbre que la acompañaba.