Tiene claro que sus preferencias como escritor están próximas a la novela negra, pero su segundo libro, "Top secret", lo califica como "una crónica de la puerta de atrás. Aquello que me ocurrió en la televisión y en la radio durante muchos años y que nunca conté por diferentes motivos". Esta es la apresurada psinosis que el periodista barcelonés Albert Castillón (1962) realiza de la publicación de Arcopress que le trajo el pasado fin de semana a la XXVI Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife. "Si los poderosos dicen hasta aquí llegas, es difícil o casi imposible ganar esa batalla", declara el presentador de "Queremos hablar" (Punto Radio) y co-presentador de "Espejo Público" (Antena 3), tarea que comparte con Susanna Griso y Roberto Leal.

Dicen que un periodista vale más por lo que calla que por lo que puede llegar a contar. ¿Albert Castellón ha tenido que callar muchas veces?

La mayoría de esos silencios fueron por presiones del poder político. En los tiempos que corren, que no son demasiado buenos para practicar la libertad de expresión, en los grandes medios de comunicación tenemos serias dificultades para explicar la realidad que vivimos. Los periodistas siempre queremos comunicar la verdad de lo que está sucediendo, pero hay días en los que te encuentras con unos muros tan altos que son imposibles saltar.

Al final esos silencios forzosos han acabado dando forma a "Top secret", ¿no?

Yo tenía la necesidad de contarlos porque en este libro existen capítulos de los que nunca hablé sobre la investigación del caso Malaya. Informes vinculados con unas llamadas telefónicas que se hicieron desde la cárcel, cuentas bancarias en Bahamas de famosos en las que organismos públicos ingresaban unas cantidades económicas por las que nunca fueron condenados o la famosa historia de un actor que acosaba a las periodistas que iban a entrevistarlo a su camerino. Un actor, por cierto, que acabó haciendo una campaña contra el maltrato de la mujer... Lo que hay en "Top secret" es una realidad periodística que gente poderosa coarta durante mucho tiempo y que finalmente acaba explotando en un libro. Al final escribes en unas páginas lo que no puedes decir en un plató.

¿Este libro está confeccionado sin censuras?

En este sí, pero yo espero más en otro libro. Lo que ocurre es que nos prohiben tanto que al final uno escribe mucho. Espero publicar el siguiente, aunque reconozco que eso es muy complicado. Es importante que el público tenga claro que hay una verdad que cuentan los periodistas todos los días, pero que no siempre se puede llegar al final de una historia porque aparece esa llamada de teléfono que lo paraliza todo. Yo me he sentido limitado como periodista infinidad de veces y un libro siempre es un buen recurso para explicar verdades.

¿Es muy complicado transitar entre la realidad y la ficción?

Yo no crucé jamás la frontera de la ficción. Soy periodista; no soy escritor... Me gusta investigar y llegar al final de un tema. Uno de esos asuntos a aclarar el pacto que han alcanzado altos cargos de Repsol y el gobierno español para poner en alto riesgo una de las fuentes de riqueza de este archipiélago.

¿De esos intentos de prospecciones hay mucho que contar?

La insistencia de Repsol en su intento por buscar petróleo en unas coordenadas próximas a Canarias es sospechosa, pero esto no puede convertirse en una batalla política entre un partido y otro. Alguien en Europa tiene que frenar las barbaridades especulativas de una multinacional que desea entrar a toda costa en un territorio en el que sabe que no es bien recibida. Al final esto siempre se resuelve igual, es decir, concediendo un cargo honorífico y bien remunerado al político de turno. Insisto. Un día alguien debe explicar los intereses reales para buscar petróleo en Canarias. Todos esos tejemanejes darían juego a otro libro.

¿A partir de sus reflexiones se desprende que el periodismo no vive sus mejores días?

Los datos así lo reflejan, ¿no? Los profesionales que trabajan en los medios de comunicación y los que están vinculados a la construcción han sido los grandes derrotados de la crisis. Los periodistas somos una especie en extinción y a los que quedamos nos callan la boca con demasiada facilidad. Es fácil criticar a un periodista, pero la gran mayoría de los ciudadanos de este país se tienen que morder la lengua en sus trabajos, los que aún tienen uno, porque deben pagar las facturas. Dar palos a un periodista es jugar con ventaja. Sobre todo, porque la profesión está dividida. Ahora existen periodistas de derecha, periodistas de izquierda, tertulianos de televisión, personajes mediáticos que han terminado por creerse que lo que están haciendo es periodismo...

¿En el mundo del suceso la realidad siempre supera a la ficción?

El día a día de la crónica negra des este país es un clásico, pero no podemos optar por la táctica avestruz y olvidar casos como el de Sara Morales o Yéremi Vargas. Hace unos días estuve hablando con sus familiares y ellos siguen convencidos de que ese niño va a aparecer. Hay tres líneas de investigación bastante serias. No busquen a pedófilos en el extranjero; céntrense en su entorno. En lo de Yéremi no hay grandes tramas internacionales implicadas, la solución está más cerca y se aclarará.