Encontrar en la música, el cine y la literatura un modelo de feminidad que es una trampa y que reproduce una idea del amor romántico equivocado es el reflejo de una sociedad que aún reproduce comportamientos machistas, sexistas, que generan desigualdad y que conducen a la violencia, explica la directora general del Instituto Canario de Igualdad, Elena Máñez.

Se ha registrado un aumento de la violencia entre los jóvenes. ¿Qué está ocurriendo?

A partir de unos datos cualitativos, vemos que entre la población joven hay una percepción menor del riesgo de algunos comportamientos que conducen a la violencia machista. Aumenta el porcentaje de menores que no perciben, por ejemplo, los celos como una actitud de control y dominación, sino que la consideran una manifestación de amor, y sabemos que es una forma de control que coloca a las mujeres en una situación de riesgo.

¿Por qué se está produciendo este retroceso?

Está en la sociedad. Vivimos en una sociedad que todavía reproduce comportamientos que son machistas, sexistas y que generan desigualdad. Y nuestros jóvenes adolescentes viven en esta sociedad y se empapan de esos modelos. Lo vemos en letras de las canciones, en las novelas que consumen y películas, que siguen reproduciendo una idea del amor romántico que lo asocian con el control y la posesión, y donde ella aparece siempre vulnerable, dependiente... Viene a ser el cuento del príncipe y la princesa, pero en versión moderna. Esos roles siguen estando ahí y los jóvenes los normalizan, y esto hace que ellas puedan estar en situación de riesgo y ellos adopten aptitudes que no favorecen a la igualdad.

¿Se deberían exigir unos límites en el mundo de la Cultura en ese sentido?

Cuando las letras, un libro o película hacen apología de la violencia hay un margen legal para actuar. Pero como consumidores tenemos un gran poder, el de elegir. Al final esas letras son un reflejo de la sociedad, porque las aceptamos y normalizamos, y no las escuchamos ni nos planteamos su mensaje porque tenemos interiorizada esa desigualdad. De ahí la importancia de generar esa mirada crítica para detectar aquellos productos culturales que no favorecen la igualdad y de la libertad de elegir. Cuando logremos una mayor sensibilización social en esos aspectos seguro que cada vez habrá menos contenidos sexistas, machistas o que reproducen esas desigualdades en los ámbitos afectivos.

¿Qué opina de obras como "50 sombras de Grey"?

En el ámbito de la libertad individual y entre iguales, la sexualidad debe ser libre y sin ningún tipo de coletillas morales. Pero lo que me parece preocupante es que ese modelo nos lo quieran vender como liberación de la mujer, cuando esa liberación ha pasado, en primer lugar, por conquistar derechos, y en el ámbito de la libertad sexual esto ha pasado por el control de la maternidad; el derecho a poder decidir cuándo y cómo tener hijos. Que un modelo donde hay una historia de dominación, la misma del príncipe azul rico poderoso, y ella inocente que lo quiere cambiar por amor y hace un esfuerzo, solo reproduce esa idea equivocada del amor romántico. Se trata de un modelo de feminidad que es una trampa, y caemos en ella y no nos damos cuenta y analizamos los mensajes de fondos que hay en ese tipo de literatura. Así que no nos lo quieran vender como un modelo de liberación sexual de las mujeres, porque eso pasa por otras cuestiones. Y después cada cual con sus relaciones sexuales es libre de hacer lo que considere, manteniendo ese trato de igualdad.

¿Hay justificación para el maltrato?

Por supuesto que no, y menos cuando el maltratador plantea como justificación una infancia complicada o alcoholismo, drogas, desempleo... Pero la causa de ocurra esto son las estructuras sociales en las que todavía esa desigualdad se reproduce y donde hay hombres que no nos perciben a las mujeres como iguales. De eso surge la necesidad de ejercer un control hacia la pareja, y esto conduce a la violencia, que es el mayor mecanismo de control, porque paraliza, y es lo que hace que el maltratador sienta la fuerza de su poder. Lo otro son circunstancias que pueden agravar, pero la causa es la desigualdad que aún existe.

¿A qué se refiere con esa idea del amor romántico equivocado?

Nos han enseñado que el amor lo puede todo, y puede cambiar a las personas, y es sacrificio, entrega... Esas ideas hace que las mujeres, cuando están en una situación de violencia, por amor traten de salvar esa relación. Esas son las trampas del amor romántico. Después el maltratador también juega con el chantaje moral, ese "yo te quiero...", y tú crees en ese amor que nos han enseñado, y aguantas y justificas, y no debe ser así. Por eso una parte muy importante de las intervenciones que se hacen con las víctimas es el apoyo psicológico, pues muchas personas que llegan no se reconocen como víctimas.

¿Cuáles son algunos de los aspectos que debe tener en cuenta una mujer para saber su sufre este tipo de violencia?

El control de cuando empieza a cuestionar cómo vistes, con quién sales, a dónde vas... El chantaje emocional de cuando no te valora, no te reconoce con bromas sutiles como "¿tú que sabes de esto?". El paternalismo de lo hago para protegerte o cuando empieza a controlar tu economía... Son pequeñas señales que no se manifiestan al comienzo de la relación y se hace poco a poco hasta que va minando la confianza y la autoestima de la mujer y, a partir de ahí, cuando ya tiene el control pasar a la violencia física es un paso, pues todo lo anterior es psicológico. Por eso es muy importante que a la primera señal se busque ayuda, que hay servicios donde se orienta a las mujeres.

¿Ha influido la crisis de forma negativa en las denuncias de violencia?

Notamos como disminuye el número de denuncias y no es porque estamos acabando con la violencia, sino porque la violencia que ya se sufre es un mecanismo de paralización y la crisis es otro mecanismo de miedo al futuro y esa incertidumbre actúa también como un mecanismo de parálisis a la hora de ir a denunciar.