Desde el wassap del móvil, pasando por un mensaje de correo electrónico, una búsqueda en google o una novela a la hora de irse a dormir. Cada día la mayor parte de la población lee decenas, puede que centenares, de textos en todo tipo de formatos casi sin darse cuenta, ya que forma parte de su cotidianidad. Sin embargo, para los ciegos, pese a poder hacerlo gracias al sistema braille y los programas informáticos que existen, es mucho más complicado debido al elevado coste que supone su transcripción.

De hecho, si no fuera por la ONCE, la mayoría de las personas con ceguera total o con deficiencias visuales ni siquiera tendrían acceso a los libros de texto o a los "best sellers", y es que, tal y como explica Joaquín Cruz, el responsable de las adaptaciones del material bibliográfico de la organización en Tenerife, "transcribir un libro de matemáticas puede costar hasta 3.000 euros y requiere de mucho trabajo porque, por ejemplo, las figuras se han de explicar de forma diferente a quien no puede verlas, pero es algo que se debe hacer para lograr que los alumnos ciegos puedan estar en las mismas condiciones que el resto", detallaba ayer durante una visita a las instalaciones de la ONCE por los principales dirigentes del Partido Popular.

Y es que una hoja escrita con tinta se puede transformar en cuatro de braille.

"Un volumen de 50 sombras de Grey se transforma en diez tomos en braille y Los pilares de la tierra en cerca de 30", explicaba ayer Cruz, antes de aclarar que los sistemas de audio son igualmente caros.

"Que nadie se piense que es grabar un libro leído y ya está; para empezar, el aparato de reproducción es exclusivo para ciegos, puesto que si no se estarían vulnerando los derechos de propiedad y eso conlleva también costes muy elevados", añadió antes de reconocer que había recibido con temor la noticia de que para el próximo curso se han incluido 16 nuevos libros de texto. "Si nos los mandan con tiempo los tendremos listos para septiembre, pero si esperan hasta el final no los podremos tener hasta noviembre, con los que eso significa para los alumnos ciegos".

En el ámbito digital el acceso también está condicionado por la capacidad económica que se tenga. Así, por ejemplo, solo quienes se lo pueden permitir pueden disponer de los programas informáticos magnificadores que amplían los caracteres hasta prácticamente el tamaño de la pantalla o el lector de pantalla cuando el usuario es un invidente total.

El teclado acústico tampoco es barato y aunque se tengan todos los medios necesarios para navegar por la red, aún son pocas las páginas que están pensadas para dar respuesta a las necesidades de quien no puede ver.

"Los programas informáticos que necesitamos valen 800 euros, es decir, más que el propio ordenador", lamentó el delegado territorial de la ONCE, José Antonio López Mármol, que contó la anécdota de que al propio Bill Gates le pidieron que manejara windows con la pantalla apagada y fue incapaz.