Don Santiago García Sanabria, considerado como un alcalde histórico de Santa Cruz, tuvo que marcharse, desolado, a Lanzarote cuando dejó de ser regidor de la ciudad, abrumado por las críticas. Y fue el hombre del futuro. El que diseñó la urbe, el que dejó la impronta de un gran urbanista. ¿Le ocurrirá lo mismo a Miguel Zerolo? Zerolo ha sido alcalde durante 16 años y también transformó la ciudad que heredó de otros dos grandes gobernantes: Manuel Hermoso y José Emilio García Gómez. Los tres fueron llevados a los tribunales (caso Floreal, caso Marvecán, caso Ciudad Juvenil). Nadie escapa de la envidia, ni de la maraña de leyes contradictorias, ni de esta locura de justicia justiciera.

Miguel Zerolo ha sido condenado por prevaricación. Por dirimir un conflicto entre funcionarios, que no fueron imputados o fueron absueltos, levantar un reparo y conceder una obra urgente sin guardar -dice el Supremo- los procedimientos legales. Todo muy cuestionable. A Zerolo le queda el Constitucional y, además, la sentencia no dice nada de que tenga que dimitir del Senado, aunque supongo que Miguel dejará la Cámara Alta para no perjudicar a su partido. Pero por propia voluntad, no porque la sentencia le obligue, según los juristas consultados.

Si García Sanabria fue un extraordinario alcalde, Miguel Zerolo no le fue a la zaga. Santa Cruz se convirtió, bajo su mandato, en la ciudad más bella del Atlántico: túnel de 3 de Mayo, vía sobre el barranco de Santos, zona Puerto-Ciudad, barrio de Cabo-Llanos y expansión hacia el sur, culminación del plan de barrios que inició Hermoso, continuó García Gómez y concluyó él. Y tantas cosas más. Surgieron los edificios de Calatrava, la nueva plaza de España, el estadio del Muñeco de Nieve, premiado internacionalmente. Hay un Santa Cruz que nadie conoce que construyeron Zerolo y sus antecesores, que vendieron muy mal su obra y que el tiempo se encargará de darla a conocer como corresponde.

Ahora ha sido condenado a ocho años de inhabilitación. Por prevaricar. ¿Pero en qué prevaricó? ¿En levantar un reparo? Y si prevaricó, prevaricadores son la mayoría de los alcaldes de este país, que tienen que suplir con su propio riesgo la absurda maraña legislativa que amenaza a los gobernantes. Sobre todo a los gobernantes municipales, abandonados de asesoramiento legal especializado, en el ojo del huracán de la oposición, alcaldes que soportan vendettas de los rivales políticos, siempre al acecho para hacer daño y conquistar en los juzgados, y hasta en el Supremo, lo que no han podido lograr en las urnas. Así está la justicia, así está la política, así está el patio.