Es un perro especial, de eso no cabe duda desde que se le ve acreditado con su chaleco de "mascota en servicio" paseando por las calles de Tenerife. No se separa de Diego en ningún momento, ni siquiera deja de estar pendiente de él cuando otros niños se acercan y lo acarician.

Y es que Vikingo es uno de los pocos perros del mundo (se estima que hay una docena) capaz de detectar las variaciones de la azúcar en sangre en una persona con diabetes y con ello evitar las hipoglucemias.

Diego y Vikingo se conocieron hace menos de un año y ya son inseparables. Es prácticamente imposible ver al uno sin el otro, ya que incluso Diego se lo lleva con frecuencia al colegio, algo que no debe ser fácil si se piensa en esa hora del recreo con patios atestados de niños para los que Vikingo debe ser la gran atracción.

"Su olfato no falla. Los aciertos son del 95%. Para muchas personas puede parecer increíble, pero lo hemos conseguido con muchísimo trabajo", relata Sarah Tabares, la madre de Diego, y la responsable de que ahora el perro sea uno más de esta familia portuense.

La noticia de que el pequeño tenía diabetes se la dieron en enero del año pasado y fue una auténtica sorpresa para toda la familia.

"No sabíamos muy bien ni qué era ni por qué la tenía ni qué teníamos que hacer", recuerda Sarah, que, menos de dos meses después, empezó a darle cuerpo a la idea de que un perro podría ayudar a su hijo.

"Yo buscaba la manera de que mi hijo tuviera la mejor calidad de vida y empecé a buscar todo tipo de información. No fue fácil, de hecho conocí un proyecto que finalmente no resultó muy fiable hasta que todo me llevó a la Fundación Bocalán. (www.bocalan.es/fundacion/perros-asistencia/diabetes)

A través del teléfono hablé con ellos en innumerables ocasiones -porque estaban muy interesados en entrenar perros para detectar las hiper o hipoglucemias- pero no tenían la experiencia. Fue un trabajo muy duro, pero ahora Vikingo está aquí", relata Sarah.

Y eso que la historia del perro tampoco tiene desperdicio. Era un cachorro de menos de un año cuando uno de los miembros de la Fundación se lo encontró en una calle de México jugando con unos niños que lo golpeaban y maltrataban.

Él solo quería jugar con la pelota y no respondía por más los niños le hicieran trastadas.

Este comportamiento llamó la atención de este instructor que, tras dudarlo mucho, finalmente se lo llevó a casa, donde casi de inmediato descubrió que tenía unas cualidades irrepetibles en obediencia y también en su olfato.

A punto estuvo Vikingo de integrarse en algún cuerpo de rescate o lucha contra el narcotráfico, dadas las cualidades que demostraba, pero su falta de pedigrí lo condujo directamente a los brazos de Diego que fue quien le puso un nombre tan simbólico.

"Es mi amigo", dice. "Siempre me está olfateando y a veces ha llegado a ladrar para avisarme de que me va bajar el azúcar cuando todavía no lo ha hecho", explica orgulloso de se mascota.

Y es que a ciencia cierta se desconoce qué es lo que detecta este tipo de perros, aunque parece claro que debe de ser algún tipo de compuesto químico que segregan las personas con diabetes.

La recompensa que recibe Vikingo por este servicio puede parecer poca cosa, ya que es jugar con la pelota, pero la familia asegura que no hay nada que le guste más.

"Es una verdadera obsesión, pero eso permite que cumpla con su misión porque sabe que hace algo por nosotros y nosotros por él, ya que le damos su mayor satisfacción", explica Sarah, que en cuestión de meses se ha convertido en una experta en lo que a enseñanza de la obediencia y la motivación a perros se refiere.

"Vikingo es un regalo del cielo, pero requiere también mucho trabajo. Como a cualquier animal hay que sacarlo, cepillarlo, alimentarlo correctamente y sobre todo insistir a diario en la obediencia, porque sino podría dejar de hacer su trabajo", insiste Sarah.

"Así, por ejemplo, ahora solo ladra cuando detecta que algo no va bien con Diego, de resto jamás lo hace. Hace ruidos de lo más extraño y gracioso que no llegan a ser ladridos y eso es muy importante porque así diferencia lo que tiene que ver con Diego y lo que no. Eso solo se consigue con mucho trabajo", insiste la madre.

Ajeno a la ayuda vital que ofrece a diario, a Vikingo le encanta jugar y se deja mimar por Diego y sus hermanas, Sofía e Isabel, para las que es casi un juguete que llevan a todas partes.

Más historias sobre este perro único en España en www.facebook.com/vikingoydiego

El perro (Vikingo) está continuamente olfateando a su dueño.

Frecuentemente se altera y comienza a olisquear con más intensidad.

Se mueve con rapidez y también le olisquea por detrás e incluso el cabello.