Macu Cabrera, madre de la niña Ainara que padece parálisis cerebral y otros problemas funcionales que necesitan ser tratados con especialistas de la Clínica Universitaria de Navarra, dejó ayer la huelga de hambre que inició tras los continuos reparos de la unidad de Traslados del Área de Salud de Tenerife para el traslado de la niña a Pamplona.

Si bien El Día adelantó en la edición de ayer y a la interesada de que el Servicio Canario de Salud (SCS) había dado el visto bueno a los traslados, la afectada recibió por la mañana la notificación oficial, aunque en un principio "se trata de la comunicación de que la unidad de Traslados sólo se hace cargo del viaje que tenemos que hacer el próximo día 25, a Pamplona. Además, hemos recibido el compromiso, aunque no por escrito, de que también se hará cargo de la continuidad de los traslados", la gran demanda de la familia de Ainara.

Agradeció el trabajo del parlamentario y líder del CCN Ignacio González, "que se reunió ayer con el director del Área de Salud de Tenerife, Alberto Talavera, para mediar en el tema. Al final entre todos se obtuvo el compromiso de que existirá la continuidad de los traslados a la Clínica Universitaria de Navarra", apuntó la madre de Ainara.

"Espero que ya por fin quede resuelto el problema ya. No podemos continuar siempre así. Con este tipo de cosas nos quitan la vida. No basta con el traslado del próximo día 25, tiene que haber una continuidad para que cada vez que se tenga que trasladar a la niña no sea un problema para ella y para nosotros", dijo.

Hay que recordar que la niña empezó a ser tratada en Pamplona en el año 2006 hasta que en febrero de 2011, una comunicación de la unidad de Traslados desestimaba los viajes programados con el argumento de que en Tenerife Ainara podría ser tratada. Aquí empezó su calvario, ya que en los médicos del Hospital Universitario, Hospital de la Candelaria y del Hospital Valle de Hebrón (Barcelona) se reconocían no aptos para seguir el tratamiento adecuado.

Con ocho informes en la mano, la frustración se adueñó de la familia porque no recibía la autorización de forma permanente para que el SCS se hiciera cargo de los traslados a pesar de la documentación que avalaban Pamplona como el centro ideal para tratar el caso de la niña. Ahora parece que "vemos la luz al final del túnel".