La Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) lleva diez años midiendo la calidad de los servicios sanitarios de las comunidades autónomas. En los últimos seis, Canarias ha figurado como la segunda región con peores registros en este aspecto, según se desprende del último informe anual realizado por el colectivo.

Para elaborar esta clasificación, la FADSP tiene en cuenta varios criterios relacionados con los recursos materiales, económicos y humanos destinados a la sanidad pública, las listas de espera, la política farmacéutica, las privatizaciones y conciertos con clínicas privadas o la propia opinión de la ciudadanía. La suma de todos estos factores arroja un resultado final muy poco favorable para las Islas -47 puntos sobre un máximo de 98- y solo superior al que presenta Valencia, que asimismo ha ocupado la última posición en los últimos seis informes.

El estudio define como "claramente excesiva" la distancia entre comunidades autónomas. Así, a la sanidad isleña la separan 35 puntos de la de la comunidad que cosecha un mejor resultado, Navarra. Estas diferencias, indica la federación en el informe, ponen "en peligro la necesaria cohesión y equidad entre territorios".

De cualquier manera, el hecho de que algunas regiones -entre las cuales no se encuentra Canarias- hayan mejorado su posición relativa en la clasificación no significa que sus sistemas sanitarios hayan progresado en términos absolutos. De hecho, concluye, los "recortes y retrocesos" se han producido en todas las comunidades autónomas.

Canarias se sitúa en posiciones intermedias en muchos de los indicadores, pero los malos registros en algunos de ellos la condenan al penúltimo puesto global. Es el caso de la mayoría de los relacionados con la opinión de los usuarios: el nivel de satisfacción con los servicios y el porcentaje de quienes creen que funcionan bien son los más bajos del país. Lo mismo ocurre con la proporción de los pacientes que consideran "buena o muy buena la atención recibida", la cuarta más reducida y, sin embargo, bastante alta: un 84%.

La escasa percepción de una mejora de las listas de espera -solo un 5,7% ve algún avance- también explica la mala posición que ostenta el sistema de salud público del Archipiélago, al igual que el elevado porcentaje de gasto sanitario destinado a conciertos con centros privados -un 10,3%, el segundo más alto de España tras el 24,1% de Cataluña-, pese a que el desembolso de los ciudadanos en sanidad es de los más reducidos.

las claves

  • La clasificación de los servicios sanitarios está encabezada por Navarra, por segundo año consecutivo, seguida de Aragón, País Vasco, Asturias y Castilla y León.
  • Estas cinco regiones han ocupado los cinco primeros puestos durante los últimos cinco años aunque intercambiándose algunas posiciones.
  • Tras ellas aparecen las comunidades con servicios "regulares", un grupo constituido por Andalucía, Cantabria, Galicia y La Rioja.
  • Entre las regiones con un sistema "deficiente" destaca Extremadura, que en 2009 era la mejor situada. La acompañan Castilla-La Mancha, Cataluña y Madrid.
  • Junto a Canarias y Valencia (penúltima y última), Murcia y Baleares conforman el grupo con peores servicios.

18.000 millones menos de presupuesto que en 2009

El retroceso que ha experimentado la calidad de los sistemas públicos de salud en las distintas comunidades autónomas se debe -según Marciano Sánchez Bayle, presidente de FADSP- a los recortes económicos que se han producido desde 2009 y que, a su juicio, se seguirán sucediendo en los próximos meses. Esto ha propiciado que mientras que en 2009 el presupuesto liquidado de las comunidades ascendía a los 70.000 millones de euros, en este año se ha reducido hasta los 52.000, informa Europa Press.

Esto hace que hayan disminuido "de manera muy notable" las plantillas de los centros sanitarios, al tiempo que se hayan cerrado camas, disminuido actividad de los quirófanos y alta tecnología. La FADSP calcula que en el sistema público hay 53.000 trabajadores menos que hace unos años.

La menor dotación de recursos conllevará un deterioro de la salud de los ciudadanos que "por el momento no se puede cuantificar". "Sabemos que la mortalidad a nivel global ha aumentado, y a largo plazo acabará repercutiendo en la salud", advirtió. A ello habría que añadir el impacto de algunas medidas que incluía la reforma sanitaria impulsada por el Ministerio en 2012, que para la FADSP ha sido "un fracaso estrepitoso".