Cristina es una joven madre cuya hija de seis años empieza este año a cursar Educación Infantil en el CEIP Chimisay de Santa Cruz de Tenerife. Pese a que la niña, como más de 100.000 en toda Canarias, se incorporó ayer al centro, ella aún no ha podido adquirir el material escolar necesario porque deben esperar al día 10 para cobrar: tanto ella como su marido están en paro.

La crisis económica ha acentuado todavía más las dificultades por las que atraviesan las familias del Archipiélago cuando llega el momento -cada vez más temido- del inicio del curso. El director del colegio Chimisay, José Adolfo Martínez, es consciente de ello y asegura que su objetivo es que los padres que escolarizan a los niños en el centro "asuman el menor gasto posible".

El colegio chicharrero fue el escogido por la Consejería de Educación para inaugurar el curso escolar en la Isla. Para el docente que lo dirige desde hace seis años, el nuevo curso se presenta "como todos, con retos" que se derivan, explica, de la baja natalidad del entorno y de sus "carencias socioeconómicas". "Material, libros... La educación supone un gasto, y mucha gente no tiene para el comedor. Hoy tuvimos a alguien que quería quitar a sus hijos porque no tenía dinero para la guagua", relata Martínez.

No obstante, por lo que al equipo directivo del centro se refiere, las familias pueden estar tranquilas. "Se han mandado a comprar exclusivamente los libros de Sociales y Naturales, que son nuevos, y hemos prorrogado los restantes, aunque tengan seis o siete años. A fin de cuentas, un libro de texto es solo un apoyo", detalla Martínez. El colegio estudia la posibilidad de crear un banco de libros para el intercambio, pero la idea aún no se ha concretado.

Otra madre, Sandra, reconocía que el gasto de la "vuelta al cole" en el caso de su hija mayor -diez años- ha ascendido a 120 euros, y que en el del pequeño -nuevo en el centro- ha sido incluso mayor debido a la necesidad de adquirir el uniforme.

Sea cual sea la ubicación o características del colegio, el primer día de clase ofrece casi invariablemente las mismas imágenes. El Chimisay no es una excepción: el alboroto casi inevitable de la infancia, la ilusión del reencuentro con los compañeros y el sentimiento de aventura de los primerizos. Eso sí, las habituales lágrimas brillaron por su ausencia en esta ocasión, al menos mientras este periódico estuvo presente.

Durante su intervención en el acto de apertura del curso, el director describió como "un honor" que el centro hubiera sido elegido para ello. Sin embargo, cabe preguntarse si no es al contrario, si el honor no es para la Administración al celebrar el acto en un colegio que es el único específico para la educación de discapacitados auditivos en Santa Cruz, que está embarcado en la enseñanza bilingüe, que tiene su huerto escolar, que se precia de su trabajo con las familias y que, según Martínez, tiene "un ambiente fantástico" y "ha mejorado un cien por cien, por no decir un mil por mil, en los últimos años: la conflictividad está totalmente ausente, se ha recuperado alumnado y el profesorado está muy implicado". "Da gusto venir a trabajar", dice.