Es solo uno de los cerca de 44.000 canarios que cobran una pensión mínima, pero el caso de "María" sirve para conocer de primera mano cómo con unos ingresos de menos de 366 euros al mes hay familias enteras que logran sobrevivir.

María no es su nombre real. El verdadero prefiere ocultarlo porque asegura que no quiere que se conozca su sufrimiento.

"Me quedé viuda hace ahora tres años. Tengo cinco hijos, todos ellos mayores y ochos nietos, pero desde hace 23 años tengo a mi cargo al mayor. Cuando estaba mi marido entre los dos cobrábamos casi 600 euros. No era mucho pero nos apañábamos. Desde que él falta todo es mucho más complicado, porque no solo yo y mi nieto casi no tenemos para vivir, sino porque mis hijos también tienen muchas necesidades", narra esta santacrucera de cerca de 70 años.

"He conseguido salir de todo, pero la muerte de mi marido ha sido el golpe más duro porque no solo perdí a mi compañero sino que me quedé casi sin nada. No tengo derecho a la pensión de viudedad, que tampoco es mucho más pero que sería una pequeña ayuda, porque mi marido trabajó toda la vida pero cotizó poco y no llegó al mínimo que exige la ley", explica con tristeza y con la voz entrecortada.

Y, pese a todo, María se considera afortunada porque su casa es suya y no tiene que hacer frente ni a hipoteca ni a alquiler. "Si fuera así tendría que ir a vivir debajo de un puente porque con lo que tengo me da, y haciendo casi un milagro, para pagar luz, agua, teléfono y alguna medicinas que no me cubre la Seguridad Social. Lo paso mal porque a veces no lo consigo y se me quedan recibos. No tengo quién me ayude, al revés, soy yo la que intento ayudar a mis hijos porque también tienen muchos problemas".

Y es que el día que le ingresan la pensión María corre al banco. "Desde que se cobran todo saco todo lo que queda y con eso ya sé que me tiene que dar para todo durante un mes. Casi nunca es más de 200 euros, pero con eso y menos me he apañado e incluso le he llegado incluso a comprar la bombona de butano a mis hijos o hacerles una comprita". Claro que estoy entrampada hasta la luna y más allá. Hay veces que debo tanto que cuando cobro solo me quedan 80 euros, pero tiro para adelante comprando muy, muy barata la comida y prescindiendo de casi todo lo demás. Cuando me quedo sin comida me alimento solo de leche y gofio, y eso que me da acidez, pero me sacia. Antes lo llevaba mejor porque el seguro me daba los sobres de Almax, pero ahora ya no".

Un cortado en una cafetería, comprar un boleto de la Primitiva o de la Once, comer fuera e ir a la peluquería son auténticas utopías para esta señora que reconoce que hace años que no se compra ropa ni zapatos. "Lo que me regalan mis hijos en mi cumpleaños o en navidad es lo que tengo. Si, por lo que sea, tengo algún dinero, lo destino a mi nieto, el que vive conmigo y que es el que más está sufriendo porque no encuentra trabajo y está desesperado porque sabe que yo no puedo más. Me parte el corazón, tiene 23 años y a lo máximo que llega es a pedirme un euro al día. ¿Qué puede hacer con eso el pobre?", se pregunta entre sollozos.

Aun así, asegura que no hay trucos para estirar el dinero. "De donde no hay no se puede sacar". "Para mí cada céntimo es importante y te das cuenta de lo que despilfarra la gente. Yo con 30 euros lleno un carro y me dura casi un mes y con eso hay quien no come ni una semana. Deberían ir a Cáritas para que vieran a todos los que estamos desesperados por que nos den un vale para ir a comprar al supermercado", asegura antes de confesar que la mayor parte de sus amistades no saben la situación real en la que se encuentra. "Saben que estoy mal, pero yo creo que muchos están igual y tratan de disimularlo porque cobran lo mismo que yo, así que no hablamos de ello y hacemos como si nada".

No obstante, asegura que uno de los momentos en los que tomó conciencia de la situación en la que se encontraba fue cuando fue a Cáritas a buscar un vale de comida y se encontró en la sala de espera a una chica a la que tuvo como empleada doméstica hace años.

"Yo le di trabajo en aquel momento para ayudarla a salir adelante y ahora compartimos sillón en Cáritas para poder comer", concluye.

43.000 canarios viven con 366 euros al mes

Cerca de 43.000 canarios tienen como ingreso máximo los 365,90 euros que les corresponden de su pensión no contributiva (PNC), tal y como lo confirman los datos publicados por el Instituto Canario de Estadísticas (Istac). En concreto, 42.715 personas tienen concedida en las Islas una PNC, bien en su modalidad de jubilación o por invalidez. Una cifra que no ha parado de crecer en los últimos años, al contrario de lo que sucede en el resto del territorio nacional.

En concreto, de los 42.258 pensionistas registrados en el año 2010 se ha pasado a más de 42.700 cuatro años después, es decir, un 1,4%, frente a la media nacional que registra un descenso continuado en el mismo periodo de un 0,86%.

En la misma situación que el Archipiélago tan solo se encuentran Andalucía y Galicia, algo que los expertos vinculan con el hecho de que la mayor parte de los pensionistas de este tipo se dedicaron a la agricultura o a actividades para las que no había un sistema sólido de contribución a la Seguridad Social.

Y es que los beneficiarios de una PNC son las personas mayores de 65 años que no llegaron a cotizar el mínimo que establece la ley, es decir, quince años; y también las personas mayores de 18 años que, sin haber cotizado a la Seguridad Social, tengan una invalidez superior al 65%.