En mi vida he estado siempre vinculado al sector industrial y bastante alejado del sector primario, pero hace unos años me encontré una tarde de septiembre con la necesidad de organizar una actividad lúdica pero formativa para mi hija pequeña y sus amiguitas. Tratando de estar a la altura de otros padres y madres muy originales que se las habían llevado anteriormente a dormir al museo o a pasar un día con animales me animé a crear con ellas y para ellas una huerta urbana en la terraza de casa.

Tras adquirir el "sacho" de rigor y demás artilugios y con ayuda de las infantes plantamos cerca de 300 plantitas, en una divertida aunque lluviosa tarde de otoño. Esto fue hace ya media docena de años y desde entonces cada año planto y recojo una buena cosecha de hortalizas ecológicas para consumo propio y de amigos y vecinos.

Del sector primario, en mi experiencia, aprendí muchas cosas nuevas, y sobre todo me sorprendió la gran diferencia entre la dinámica del trabajo de mi "plantación" con la de los procesos habituales de la industria, más parecidos a los que yo desarrollo también los fines de semana en la cocina de casa: planificación, acopio de materiales, elaboración y transformación con atención permanente (si no se te quema), limpieza inmediata (si no hay bronca, je, je) y, finalmente, consumo, todo en unas horas.

En el caso de la huerta, una vez todo plantado, los cuidados son esporádicos y mis paseos diarios entre lechugas, coles, brócolis etc. eran y son tan contemplativos como relajantes.

Empecé a entender entonces el origen de ese carácter forjado en el hombre del campo, siempre entre reflexivo y sabio, que reconozco entre los dirigentes empresariales de ese sector, con los que coincido en distintos foros, carácter que también admiro en otras profesiones como los profesores e investigadores de universidad, que conviven con "tempos" parecidos a los del campo.

Y en esas reflexiones estaba cuando leía el otro día la protesta del sector industrial por el agravio que suponen los presupuestos del Estado 2015 en materia de compensaciones al transporte, agravio sobre todo si se ve el éxito del sector primario cuya dotación crece exponencialmente. Sin duda los representantes del sector primario con Henry Sicilia a la cabeza tendrán mucho mérito en este éxito, pero me pregunto también si el agricultor favorece la focalización en estos temas tan complementarios como imprescindibles al negocio, mientras la industria más esclavizada por un proceso en continuo, no sabe estar presente y a todas horas entre las prioridades de nuestra clase política.

Tanto mi admirado Henry Sicilia como yo venimos de familias numerosas, no sé cuál sería su rol en la suya, de liderazgo seguro, pero yo en la mía me convertí, por razones que no vienen al caso, con diez años en el "cuenta cuentos" de mis tres hermanas pequeñas y en mi recuerdo me veo en esa etapa como un hermano ejemplar.

Solo fue hace unos años cuando mi hermana pequeña, entre divertida y reivindicadora, me confesó que a ella no le contaba cuentos, que normalmente le ponía cuentos pregrabados por mí en uno de aquellos primeros casetes de principios de los años 70, así la dejaba entretenida y me iba a contar en persona los cuentos a sus hermanas mayores. Yo por supuesto no recuerdo esta discriminación, que seguro existió, y ya puestos a meterme en el valle de las excusas quiero pensar que fue por coincidencia horaria o por tener deberes del cole, en cualquier caso debió de ser sencilla la decisión de a quien discriminar: a la que no hablaba aún, no tenía ni dos años, le ponía el casete y carretera. A las dos mayores, más demandantes y con capacidad de protestar si mi servicio no era bueno, les leía el cuento en persona. Yo tan joven y ya empleaba criterios de decisión basados en la capacidad de respuesta del interlocutor, cual político de nuestro tiempo, hay que ver.

Probablemente el silencio del sector industrial, de perfil bajo, de profesionales atados a un día a día complejo puede haber coadyuvado a perder de forma tan drástica parte de la cuota de los fondos totales. Y esto está teniendo y tendrá implicaciones inmediatas en la economía canaria. ¿Pero qué consecuencias tiene esta reducción?

Desde el año 2010 las compensaciones han bajado, y con ello el índice de conectividad de la UNCTAD, ¿Qué es el índice de conectividad? Lo tengo fresco, lo expliqué la semana pasada mientras participaba en una mesa redonda del Foro de Conectividad Canarias África, mi intervención giró en torno a la correlación entre el índice de conectividad de las Naciones Unidas y el desarrollo económico en los países de West África, el índice lo calculan en las Naciones Unidas desde hace diez años considerando diversos factores en cada país, número de barcos, frecuencias etc. En la conferencia también correlacionaba estas variables con las barreras arancelarias y finalmente con el "mapa del hambre" en esas regiones.

Las conclusiones eran inmediatas y fáciles de ver, si la conectividad y el desarrollo económico bajan, la pobreza sube.

Desde que las compensaciones del transporte han venido disminuyendo en nuestras islas se han limitado las mercancías a transportar al perder competitividad en otras áreas geográficas y esto ha hecho descender a su vez los inputs del índice de conectividad en Canarias: barcos, frecuencias etc. y a su vez, coincidencia! Bajar también el desarrollo económico y escalar la pobreza.

Curiosamente hay países como Marruecos donde está sucediendo lo contrario, y no está lejos el día en el que superen a Canarias en varios indicadores de conectividad y de nivel económico. Quien nos ha visto y quién nos ve, en el futuro pidiendo ayuda a países que han sido tradicionalmente adoptados por nosotros en el ámbito social y económico. ¿Cómo hemos llegado a esto? Porque nadie de los que deben tomar las decisiones oportunas acaba de comprender que las economías de arrastre de un sector industrial pujante favorecido por la cohesión territorial son las mejores locomotoras del crecimiento que todos anhelamos.

Pero pronto vendrán a reunirnos para contarnos sus cuentos, sus promesas de cara al proceso electoral, aquí habrá cuentos grabados, otros escritos, otros filmados y luego otros improvisados, todos tendrán un final feliz, aquel final feliz que nos llevan prometiendo desde hace más de veinte años, la cohesión territorial y con ello el desarrollo económico y por ende el bienestar social. ¿Quién quiere escucharles?

Aquí, señores y señoras, solo va a seguir prosperando el cuestionamiento popular de nuestra clase política y nuestras cifras de pobreza, ambas acabarán a este paso y de forma muy rápida convergiendo con las de los países West África. Es solo cuestión de tiempo.

*Presidente del Consejo de Usuarios del Transporte Marítimo y

responsable del Vocalía de

Transporte CEOE-Tenerife