RenderFlow es una empresa que alquila servidores en cualquier parte del mundo y también desarrolla herramientas propias en el campo de la "renderización", que es generar imágenes (fotogramas) mediante algoritmos informáticos a partir de un modelo en tres dimensiones. Es un proceso indispensable en las animaciones y también es habitual en los efectos especiales de las películas, entre otros usos.

Cuenta con unos 7.000 usuarios de los que pueden coincidir alrededor de 50. Todos trabajan de forma desasistida: usan el sistema, compran, facturan, recogen su trabajo y se van, una fórmula que permite a la empresa aumentar su mercado manteniendo su estructura.

En realidad, explica el fundador, Rodrigo Medinilla, RenderFlow tiene su origen en una productora que realizaba piezas para infoarquitectura, cortometrajes, series y presentación de proyectos. Al acumularse los trabajos, aumentaron la potencia de las máquinas, pero el área de cálculo (el render) se hizo un cuello de botella.

Compraron más máquinas y al pensar en cómo amortizarlas, descubrieron que nadie las alquilaba, por lo que les pareció interesante externalizar esa actividad "y convertir a los competidores en clientes". Un proyecto con textura o iluminación (como en el caso de los arquitectos) puede requerir unos 3.000 fotogramas, explica. El procesamiento de cada uno demora 30 minutos. Si se lo encargan el viernes para entregarlo el lunes, el cliente necesita comprimir 1.500 horas en solo 48. "Con la descarga de un programa puede entrar en nuestra granja y logrará acabarlo a tiempo", asegura.

En el caso de una película de 8o minutos que tarde en procesar dos horas por fotograma necesitaría 100 servidores durante seis meses. "Podemos bajar sus costes en un 60% respecto a la opción de comprar máquinas y software y garantizamos que la calidad será superior porque tenemos herramientas de última generación", insiste. Así, la productora no tendría máquinas paradas a mitad de película, cuando no se emplean mucho, ni se quedaría corta al final, que es cuando más debe usarlas. Si el proyecto se para, no pierde dinero. "Todo son todo ventajas", resume.

La empresa también vincula grandes infraestructuras de computación (data center externas) y las hacer trabajar de forma coordinada. De esta manera, además de sus 110 máquinas, se puede disponer de las 1.000 de ITER (con el que tiene un convenio) u otras en cualquier parte del mundo hasta 4.000.

En su origen no hubo financiación, sino una aportación de la matriz y un crédito personal. A partir de ahí creció por la reinversión de los beneficios cada año en la creación de herramientas propias. Desde 2010, que es cuando comenzó a funcionar, crece un 60% anual, y ahora el mercado los obliga a crecer más rápido, innovar más de deprisa y viajar más lejos para conseguir clientes mucho mayores. La intención es duplicar en los primeros cuatro meses de 2015 la facturación anual sin publicidad. "Nunca hemos buscado clientes, vienen a través de otros".

Así conoció Tenerife Invierte, un programa del Cabildo de Tenerife que pone en contacto a inversionistas con empresas que busquen financiación. El proceso ha sido "interesante" y le podría abrir las puertas del mercado internacional, como el de cine de Canadá, al que no han entrado debido al tamaño.

No faltan ayudas, sino ideas de negocio

Las ayudas son necesarias, pero no en forma de subvenciones. "Son una solución rápida, pero no creo en eso", dice Medinilla. En cambio, aplaude que las administraciones favorezcan inversiones como el cable de fibra, el punto de acceso neutro a Internet (NAP) o el supercomputador. Con las ayudas fiscales, los nidos de empresas o el asesoramiento de administraciones y cámaras "lo que faltan son ideas de negocio, no ayudas". La clave para triunfar, explica, es la pasión y tocar las puertas de los grandes. Así cerró un acuerdo con un competidor de Pixar que le permite llegar a sus clientes, productoras como DreamWorks. "Es una alianza de primer nivel".