Tambores de guerra en el PP, donde ya se ha descubierto el compló contra Antonio Alarcó. Manuel Domínguez, que estaba destinado a encabezar la lista al Parlamento de Canarias, quiere el Cabildo. Y ha estado engañando a Alarcó en los últimos meses. Antonio es demasiado buena persona y demasiado honesto para estar en esta guerra. Resulta que no era Cristina avío la que le tenía la guerra declarada a Alarcó, que también, sino que el propio presidente insular lo estaba engañando. Les digo una cosa, y no voy a fallar: si el PP se embarca en estas guerras intestinas, adiós. Lo tiene a huevo para ganar las elecciones en Canarias, a pesar de su crisis nacional. Pero no a fuerza de puñaladas traperas. La gente nuestra no entiende este lenguaje. Y la burguesía tinerfeña, que todavía tiene algo que decir, no quiere a Domínguez; quiere a Alarcó. odos estos movimientos se unen a los de Coalición Canaria. El palmero Castro, eterno candidato, se postula para cualquier cosa, a la vista de la incertidumbre de Clavijo. Que no sueñe Clavijo con que Pamparacuatro le va a levantar la imputación de aquí a enero. Ni de coña. Y, atención a Ana Oramas. La fiscal Anticorrupción ha enviado papeles al Supremo, dentro de la Operación Corredor. Lo está pasando mal Coalición Canaria, que no tiene cuadros. Y que, además, los mejores candidatos, a la vista de la judicialización absurda de la vida municipal, se han echado para atrás. No quieren arriesgarse a que la política y los jueces les arruinen la vida. Una nueva víctima de lo que pasa es el alcalde de acoronte, Álvaro Dávila. ¿Qué ha hecho para que le metan esta paliza judicial? Las guerras en los pueblos son mucho más guerras que en otros lugares. odos los alcaldes de España tienen una mazmorra al lado. ambores de guerra en el PP y en todas partes. ambores lejanos y cercanos que no cesan de sonar, poniendo en el ambiente una melodía de horca. Aquí no se escapa ni ato el Coneja. odos tienen la soga al cuello, en medio de la voracidad de jueces y fiscales. Nadie sabe dónde va a terminar todo esto.

Pero empecé hablando de Antonio Alarcó, al que quieren cortarle la carrera al Cabildo, bajo la sonrisita burlona de Melchior y de Alonso, que parecen estar infiltrados en el PP. La última palabra la tendrá José Manuel Soria, que manda más que todos los comités electorales del PP, que realmente no mandan nada. Soria es el pontífice máximo de los populares en Canarias. Ni más ni menos.

Pongan ustedes el máximo interés en lo que está pasando. Se entretendrán mucho. Supongo que en el futuro lo contaremos aquí, aunque sólo supongo. No sé si les resultarán interesantes estas guerras de guerrillas, a bayoneta calada. Y con fuego amigo.