La nueva ley de Radiotelevisión Canaria (RTVC) acabó saliendo ayer adelante con los votos de los miembros del pacto de gobierno (CC y PSOE), a quienes se acabaría uniendo el grupo mixto (NC-PIL), y con el rechazo del PP, que se mostró muy crítico con una proposición que tachó de "corta y pega" o de la que dijo que se aprueba "por la puerta falsa".

Uno de los aspectos destacados del debate -y que motivó el apoyo final de NC- fue la aprobación de una enmienda transaccional de nacionalistas y socialistas, sobre una propuesta de la propia NC, para que en la elección del director general del ente público RTVC y de su Consejo Rector no se llegue a la mayoría absoluta. Al principio sería necesario que el Parlamento alcance un acuerdo de dos tercios; una fracción que se reduciría a tres quintos de no lograrse ese mínimo, pero que en ningún caso se rebajaría más.

Si la intervención del diputado del grupo mixto Pedro Justo se detuvo, sobre todo, en plantear ese reforzamiento, desde el otro sector de la oposición hubo más dureza hacia la ley. Águeda Montelongo sostuvo que se aprueba "por la puerta falsa", que es un "lavado de cara" que el Gobierno quiere hacer con los medios del ente o que contiene las "limitaciones" de su predecesora. Además, lamentó que no se exija titulación universitaria a los miembros del Consejo Rector y al presidente.

Por parte del grupo socialista, Belinda Ramírez defendió que la proposición es una apuesta por la "transparencia", así como que se busca crear un servicio público de calidad y que, para ello, se han establecido diversos mecanismos que garantizan el control democrático. "Pretendemos que RTVC haga valer su pluralidad e independencia", puntualizó la diputada, que destacó que la ley incorpora la creación de un Consejo de Informativos para "salvaguardar" la libertad de prensa de los profesionales de RTVC.

A ese órgano se une un Consejo Asesor compuesto por un total de 26 miembros, que puso en valor la nacionalista Nuria Herrera, que también tildó de "falta de respeto" al Parlamento algunas consideraciones vertidas por los populares, y justificó lo de la titulación en que la profesión periodística no está regulada por el Estado y recurriendo a una comparativa con otras comunidades autónomas españolas.

La tensión aumentó cuando volvió a intervenir Montelongo, que se quejó de que se había faltado a la "honorabilidad" de su grupo, y afirmó que Belinda Ramírez no estaba en disposición de acusar al PP porque el PSOE había incumplido la ley al no nombrar a los miembros del Consejo de Administración. "¡¿Y eso no es faltar?!", pareció escapársele a José Miguel Barragán, poco dado a esos lances parlamentarios, al que fue como si aquello le revolviera el estómago. Y un poco de barullo después llegó la aprobación definitiva.

Termina el culebrón: Inés Rojas, apoyada

Da la sensación de que ayer se emitió el último capítulo del culebrón en el que se ha visto envuelta la consejera de Cultura, Deportes, Políticas Sociales y Vivienda, Inés Rojas, cuando en el transcurso de un pleno del Parlamento se confundió de nombre y dijo estar en contacto con el doctor Gregorio Chil y Naranjo, que falleciese a inicios del siglo pasado. En concreto, CC y PSOE rechazaron apoyar la reprobación a Rojas que había realizado el PP. El grupo mixto se abstuvo. "Tenemos la máxima de no personalizar la política", indicó Román Rodríguez, para quien, si hubiera que reprobar a alguien, sería al Gobierno y a la gestión que realiza. Su posición contrastó con la mayor beligerancia del PP. La encargada de poner en solfa la gestión de Rojas fue Victoria Ponce, que cerró su intervención invitando a Rojas a "mandarse a mudar".

Antes, Ponce manifestó que Rojas no había estado "a la altura de las circunstancias", y la acusó de mentir en numerosas ocasiones. Según aseveró, la última vez fue hace 15 días al decir que se había puesto en marcha el Plan Canario de la Cultura. "En las políticas sociales no basta con hacerlo razonablemente bien", agregó en alusión al argumento esgrimido por Paulino Rivero para ratificar a la consejera. Isaac Castellanos (CC) y, sobre todo, Encarna Galván (PSOE) salieron en ayuda de Rojas. Esta última le recordó al PP cuando Rita Martín (hoy en el Centro Canario) confundió la casa de la familia Sall con la casa de la sal, y les criticó que hablen "alegremente" de mentiras mientras que el Gobierno central incumple su programa electoral. "En una reprobación hay que traer las alforjas con argumentos, no agujeros", dijo.