Cuando es un bebé o un niño el que tiene algún problema de salud, la preocupación de sus padres y de su entorno no es la misma que cuando se trata de un adulto, y esta es una realidad que conocen de primera mano los miembros de la Unidad de Neurocirugía Pediátrica del Hospital Universitario de Canarias (HUC), que no han parado hasta conseguir la creación de este servicio específico.

"El trato directo con los padres es fundamental y eso nos lo permite esta Unidad porque así saben a dónde y a quién acudir, porque, además, van a ser los mismos médicos siempre y no ahora uno y luego otro, además de que son los que más experiencia tienen", explica el doctor Mario García Conde que en estos días se ha convertido en el presidente del comité organizador del Congreso Nacional de Neurocirugía Pediátrica que se celebra en Santa Cruz de Tenerife.

Pero, ¿por qué es necesaria una unidad tan concreta y a qué se dedica?

"Dentro de lo que es la evolución de la medicina se han ido creado especialidades y dentro de ellas, a su vez, se han ido creando nuevas especializaciones para tratar de forma aún más específica. La neurocirugía pediátrica se dirige a un parte muy concreta de la población, que es la infantojuvenil, y se ven patologías que, si bien se relaciona con las de los adultos, también difieren mucho porque la anatomía de los pequeños es diferente y la fisiopatología o el origen de las enfermedades también es diferente y porque existen dolencias que no te las encuentras en el paciente adulto", detalla el doctor García Conde.

Sin embargo, la gran revolución de esta subespecialidad ha venido de la mano de los avances tecnológicos, puesto que hasta hace menos de un lustro las técnicas y conocimientos estaban estandarizados, mientras que ahora cada caso tiene la suya.

"Ahora contamos con cirugía mínimamente invasiva, cirugía endoscópica y el manejo de válvulas especiales para los casos de hidrocefalia y la neuroendospia que nos permite ver las cavidades del interior del cerebro. Con la neuronavegación hemos conseguido que en el mismo momento en el que estamos operando podamos ver la imagen en tiempo real de en qué situación nos encontramos en el cerebro respecto a la prueba de imagen que se hizo previamente a la cirugía", insiste el experto para el que la clave de todo es que "se ha mejorado la seguridad y la eficacia enormemente".

Así, por ejemplo, la monitorización fisiológica introperatoria nos permite también comprobar constantemente que los nervios y la médula espinal y el cerebro están trabajando correctamente y eso da mucha seguridad.

"Los avances ahora se dirigen al perfeccionamiento de los tratamientos más complejos y para ello precisamente se ha creado esta especialidad pediátrica para tener mayor número de pacientes y contar con más experiencia. Pero no solo damos tratamiento quirúrgico -detalla García Conde-, porque para los casos de malformaciones, por ejemplo, la mayoría de ellas benignas permiten confirmar o diagnosticar aquellos que sí se deben a una patología de la cabeza".

Y es que las cirugías en la población pediátrica son mucho más delicadas y complejas porque el volumen sanguíneo que puede tener un niño es mínimo y una pérdida se tolera muy mal, pero por otro lado el cerebro del niño tiene mucha plasticidad y responde muy bien con la rehabilitación a los problemas que tenga a edad temprana.

Para el especialista "lo importante no son los abordajes o cicatrices más pequeñas sino qué procedimientos nos pueden hacer que sea más eficaz", aunque reconoce que "la estética se tiene muy en cuenta y se planifica mucho dónde va a ser la incisión quirúrgica, antes se hacían enormes y ahora se hacen muy pequeñas".

Preguntado por cuáles son las patologías más habituales que trata, el especialista explica que son las relacionadas con el exceso de líquido dentro de la cabeza (hidrocefalia), tumores cerebrales y patología malformativa congénita tanto cerebrales, craneales o raquimedulares y que pueden afectar tanto al cerebro como a la médula espinal y a los nervios.