Es solo un caso más, pero el de Manuel R. P. cobra especial importancia si se piensa que hace solo cuatro días la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias hizo públicas unas listas de espera que mejoraban en todos y cada uno de sus parámetros.

Este tinerfeño de 69 años -diabético insulinodependiente-, sufre dolores muy intensos que le van desde la espalda hasta la pierna y que casi no le dejan ni moverse desde finales del verano pasado sin que aún sepa qué es lo que le pasa y cuál es la manera más apropiada de tratarse.

"Los dolores me aparecieron de un día para otro y eran tan fuertes que fui a mi médico de cabecera para que me viera. Me recetó varias inyecciones de analgésicos y relajantes para calmar el dolor, pero nada le aliviaba del todo. El dolor era muy fuerte y no podía ni caminar", narra.

En vista de que no mejoraba, regresó a su doctora que le remitió al hospital para que le viera un neurocirujano y le diagnosticara, aunque ella sospechaba que era una hernia discal que me afecta al nervio ciático y que seguramente requerirá una intervención quirúrgica.

"Según salí de la consulta fui al mostrador del centro de salud a pedir cita y quedaron en llamarme. Mientras tanto me iba tomando pastillas para el dolor, hasta que me llamaron. Me dieron la cita para el 25 de julio de 2017. Yo estaba convencido de que era un error y que me estaban tomando el pelo e incluso bromeé con la persona que me llamó y le dije que entonces dejaría dicho que no me quemaran y que cuando me fuera a ver el especialista llevaran mi cadáver para que me hicieran las pruebas y averiguar qué era lo que tenía. No era un error. Después pedí que me lo pusieran por escrito porque seguía sin creérmelo", detalla Manuel.

Desde ese día este paciente decidió buscar alternativas para buscar alivio a su situación y se está dando masajes que le han mejorado un poco.

"Por lo menos ya camino y no tengo aquellos dolores tan insufribles", relata, antes de explicar que ha trabajado toda su vida y podría pagarse con cierta facilidad un médico privado e incluso irse "al mejor especialista que haya en España", pero que no lo hace por rabia.

"He cotizado durante más de 40 años y ahora me encuentro con que me dan este trato. Creo que hay animales a los que se les trata mejor en los veterinarios que a las personas en este sistema sanitario porque yo me acuesto y no sé cómo voy a levantarme porque hay días que casi no me puedo ni mover".

Para Manuel su mujer es su bastón: "Voy agarrado a ella a todas partes y cuando se para o se gira me dan unos dolores terribles. Ella me pregunta que si me voy a estar así hasta 2017 y yo le digo que no porque seguro que me muero antes".

Una de las cosas que más le preocupa es que las pastillas no le hagan efecto y le duela tanto como para tener que ir a urgencias.

"No quiero estar en un pasillo", asegura.

Y es que durante un mes Manuel estuvo yendo todos los días al centro de salud por la mañana para que pincharse algo que me calmara los dolores, pero se cansó de tanto pinchazo porque también es diabético y me infiltra insulina tres veces al día, sí que cambió las agujas por pastillas, aunque eso le ha generado algunas molestias de estómago.

Reconoce que no ha puesto ninguna recamación porque asegura que no le van a hacer caso.

"Estoy desmoralizado", insiste, porque recuerda que de lo que él está pendiente es de una primera consulta, "que puede durar fácilmente dos minutos", así que después de eso no quiere ni pensar lo que tendrá que esperar para que me hagan más pruebas y decidan qué hacer.

"Se gastan dinerales para ver si hay petróleo y en chorradas y no son capaces en meter dinero para agilizar la atención sanitaria de las personas. Es indignante y una falta de consideración, sobre todo a las personas mayores", sentencia.