Casi la mitad de los niños canarios tiene sobrepeso u obesidad. Así lo confirmó, en el año 2011, el estudio Aladino y lo sigue manteniendo un avance del mismo estudio realizado en 2013 y que fija en 44,2 el porcentaje de menores con exceso de peso en el Archipiélago.

Sin embargo, para los pediatras ni el porcentaje tan elevado ni que se haya estancado les ha cogido de sorpresa, tal y como confirmó ayer la presidenta de la Sociedad Canaria de Pediatría Extrahospitalaria, la doctora Ángeles Cansino, para la que "las campañas informativas ayudan, pero el Gobierno de Canarias tiene que tomar cartas en el asunto de una vez por todas y regular la publicidad y, sobre todo, elaborar leyes que reduzcan o al menos informen de la cantidad de grasa saturada y de azúcares en la elaboración de los alimentos, porque, ahora mismo, solo hay declaraciones de intenciones que son muy insuficientes".

A juicio de esta experta, "mientras no haya un compromiso político es muy difícil que las cifras de la obesidad infantil en Canarias vayan a mejorar, porque los padres piensan que están comprando productos alimenticios buenos para sus hijos y desconocen la cantidad enorme de grasas y azúcares que les están dando".

Y es que los pediatras confirman que la dieta canaria, a base de potajes, carnes, pescado, fruta y gofio, casi se ha perdido y predomina el consumo de alimentos elaborados.

"Por un lado la publicidad manda el mensaje a los padres de que compren un producto porque es bueno para sus hijos y luego en consultas como la mía, en Atención Primaria, les tengo que informar de que es todo lo contrario, y les cuesta creerlo. Es normal", lamenta Cansino, que aboga por que los gobiernos, empezando por el autonómico, prohíban las máquinas expendedoras en los colegios o en sus inmediaciones o que únicamente contengan fruta y agua.

"A corto plazo las cifras de obesidad infantil no van a cambiar en Canarias porque las causas que la originaron siguen estando ahí", insiste la presidenta de los pediatras de Atención Primaria, para la que "las medidas preventivas solo son eficaces cuando hay una ley que las regule y el consejo sanitario que dan actualmente los profesionales tiene que luchar en contra de toda la propaganda de toda la industria y eso es casi imposible".

A su juicio, el Gobierno de Canarias tiene margen suficiente para poder hacer más porque, "como mínimo, podría legislar en el etiquetado de los productos para que alerten del alto contenido de grasas saturadas y azúcares pero, de momento, parece que es un asunto que no se toma demasiado en serio o en el que hay demasiados intereses y no se entra en el fondo".

Zumos preparados y bollería, a la basura

"Mi mensaje es que los zumos industriales y la bollería vayan directamente a la basura". Así de rotunda se mostró ayer la pediatra de Atención Primaria y presidenta de la Sociedad Canaria de Pediatría Extrahospitalaria, Ángeles Cansino, preguntada sobre la alimentación de los niños en Canarias.

"Los padres están convencidos de que deben darles zumos a sus hijos, pero lo que se compra como zumo no es más que agua y colorante con gran cantidad de azúcar y, como mucho, un 20% de fruta, y este es uno de los focos que conllevan a la obesidad porque se trata de productos que contienen muchas calorías pero no tienen ningún valor nutritivo y, encima, provocan caries y flatulencias y distensión y dolor abdominal por el exceso de hidratos de carbono que tienen", detalla.

La experta se lamenta de que las familias compren zumos por cajas. "Piensan que es algo bueno, sano y barato e inflan a los niños a zumos. Se los dan todos los días y se los ponen para llevar al colegio, cuando lo recomendable es el agua".

A su juicio, el desayuno típico canario de un vaso de leche con gofio, si además se le añade una pieza de fruta, es inmejorable. Es completo e ideal, pero ¿quién le da eso a su hijo? Se le da cereales industriales y bollería que, además, se venden en grandes paquetes en los centros comerciales y que contienen una cantidad exagerada de grasas y de azúcares sin ningún valor nutritivo".

La doctora Cansino, que lleva 33 años ejerciendo como pediatra, confirma que ha tenido casos de niños a los que les sobraban 20 kilos.

"Muchos niños son sobrealimentados porque está muy bien visto que el niño coma bien y les produce orgullo, por eso es difícil que los padres entiendan el problema", sentencia.