Ya han terminado las clases, pero Héctor, Luis Antonio y Jesús se encuentran en su centro afanados en una tarea que poco tiene que ver con los trabajos escolares convencionales y que, con el tiempo y si se dan las condiciones propicias, puede ponerse, literalmente, en órbita.

Estos tres alumnos del colegio Salesianos La Cuesta, en La Laguna, forman parte de un grupo de 16 estudiantes y profesores que se han embarcado en lo que el jefe de estudios, Goyo Regalado, define como una de esas "ideas descabelladas" que el equipo de este centro educativo tiene la costumbre de convertir en realidad: el diseño de un modelo totalmente operativo de un satélite de pequeñas dimensiones y bajo precio.

Por lo pronto, el producto de su creatividad y destreza será presentado en la Semana de la Ciencia y la Innovación, organizada por el Gobierno canario y cuya próxima edición se celebrará en noviembre. Pero no quieren quedarse ahí. Aunque prefieren ser cautelosos -"es complicado", advierten-, no ocultan su "ilusión" por que el artefacto se una a los 35.000 satélites que orbitan la Tierra. Ya se han puesto en contacto con la Agencia Espacial Europea y, si el modelo resulta exitoso, le pedirán ayuda para lanzarlo.

El más osado en este aspecto es, curiosamente, el más veterano. Pablo Cruz es un empleado de banca jubilado que recorre colegios e institutos contagiando a los jóvenes y a sus docentes su gran pasión, la radioafición. Su charla en el colegio salesiano sobre los satélites "low cost" prendió el interés de la comunidad educativa del centro, a la que se ha unido como si fuera uno más de ellos.

Los primeros pasos han consistido en la construcción y montaje de varias antenas que permitan seguir el recorrido del dispositivo cuando, finalmente, circule por el espacio. El desarrollo de la tecnología ha permitido que esta labor sea mucho menos costosa de lo que era hace años. Así, algunas de las piezas se obtienen a través de la impresora 3D con la que cuenta el centro, mientras que otras parten de material que puede comprarse en cualquier ferretería.

Salvando gracias a internet los casi cuatro mil kilómetros que separan Canarias de Grecia, el equipo del colegio Salesianos ha contactado con un grupo de ese país -el proyecto Satnogs- que ha puesto en funcionamiento una serie de estaciones de seguimiento de satélites de esta forma tan aparentemente casera y las han integrado en una plataforma cuya información estará disponible para el público en general.

Un "cubesat" -así se llaman estos pequeños satélites, en referencia a su forma cúbica- mide diez centímetros de lado y pesa, como máximo, 1,33 kilos. El modelo que están siguiendo estos "ingenieros" salesianos ha sido diseñado por una universidad de California, que lo publicó en abierto. A partir de ahí, todo es ponerse manos a la obra. "Es posible crear electrónica aeroespacial con electrónica de consumo", afirma Regalado.

La democratización tecnológica y la posibilidad de acceder a recursos que antes eran patrimonio de unos pocos desempeñan un papel esencial en este proyecto. El jefe de estudios lo explica así: "Hoy en día tenemos a nuestra disposición un nivel de tecnología tan brutal que solo hace falta la imaginación de un individuo para desarrollar lo impensable".

El satélite de bajo coste es el último, y sin duda el más ambicioso, de esos proyectos descabellados o impensables que tanto entusiasman a algunos de los profesores y estudiantes del centro lagunero. El anterior, hace dos años, fue un globo sonda que tomó una altura de 28.000 metros para luego estrellarse en el mar, un experimento que llegó a buen fin pese a que su inanimado protagonista fue presa del fuerte viento y descendió a demasiada velocidad como para poder recuperarlo.

Aunque la emoción de docentes y alumnos es similar, los últimos la expresan con mayor vehemencia aún. "Me lo paso pipa. Llevo tres años esperando por esto", dice Héctor. "Desde el principio me gustó la idea", se suma Luis Antonio, que tiene la intención de estudiar Ingeniería Especial y Aeronáutica. "Me llevé una alegría al saber que iba a participar", confiesa Jesús. Los tres trabajarán en verano y se llevarán tarea a casa, pero la verdad es que no parece importarles.