Centros envejecidos, profesores de baja que tardan hasta un mes en ser sustituidos, familias sin recursos para afrontar la vuelta al cole, aulas prefabricadas obsoletas y ciclos de Formación Profesional que no satisfacen ni las demandas de los alumnos ni las necesidades del tejido económico. El Consejo Escolar de Canarias ha hecho un minucioso diagnóstico del sistema educativo canario y ha plasmado sus conclusiones en un documento de 85 páginas que supone todo un reto para la Administración. La extensión no es lo más relevante. En su elaboración han participado las comunidades educativas de las ocho islas. Hay demandas singulares, pero muchas que se repiten: en general, los centros piden que se incrementen los recursos financieros, que exista más comunicación para afrontar los cambios legislativos que se suceden en el ámbito educativo casi cada año y que las familias se impliquen de verdad en la educación de los menores. La cuestión ahora es: ¿servirá como hoja de ruta para la Consejería de Educación?

El Consejo Escolar no ha dedicado esfuerzos a este informe sin una intención clara. El decálogo de carencias y fortalezas forma parte del seguimiento del Pacto por la Educación en Canarias, un acuerdo social que fue apoyado por todos los agentes implicados en el sistema educativo y que este organismo se ha encargado de liderar. El presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, se refirió a él en su discurso de investidura: entonces reiteró la necesidad de revalorizar la educación en las Islas y pidió, incluso, que las universidades públicas se sumaran al proyecto.

Ahora ha llegado el momento de pasar a la acción. Es la primera vez que se promueve en el Archipiélago un estudio con tanta participación. La prueba es que se ha abordado desde la Educación Infantil hasta la Formación Profesional, pasando por centros con clases que tienen más de treinta alumnos, docentes que se sienten asfixiados por la carga burocrática, profesores que trabajan a caballo entre dos colegios, la incidencia de la anorexia entre las jóvenes, el mal estado de las instalaciones deportivas o la descoordinación a la hora de dotar de recursos TIC a los centros.

El análisis hace un repaso por tipo de enseñanza, pero también detalla las especificidades de cada isla menor y, en el caso de las capitalinas, de cada zona. En Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro o La Gomera hay más problemas con la inestabilidad de los claustros: es más complicado que los profesores quieran mudarse a estas islas y que permanezcan durante un tiempo considerable en ellas, lo que dificulta el diseño de proyectos educativos que se mantengan en el calendario. Este descontento por asuntos derivados de la lejanía se repite: estudiantes que tienen que cruzar la isla para ir a clase, ciclos que solo se ofrecen en las capitales y una oferta formativa reducida para asegurar el reciclaje del profesorado. La doble ultraperiferia se siente en la educación.

Las islas capitalinas comparten algunas dificultades con las menores, como la desconexión entre la familia y la escuela o el estado de las infraestructuras y la conectividad de los centros, pero también suman otras, como las necesidades formativas de los docentes que trabajan en aulas de centros hospitalarios y la ineficacia de algunas actividades extraescolares.

En cualquier caso, el listado de debilidades evidencia el sentir de la comunidad educativa canaria y el desafío que tiene ante sí la nueva consejería.

El Sur reclama una FP con más plazas y más diversa

El sur de Tenerife no quiere una Formación Profesional tan volcada en la restauración. No es que los consejos escolares no sean conscientes de que necesitan que los jóvenes se formen en idiomas -es una de sus peticiones-, pero entienden que la oferta debe ser más amplia y no estar tan focalizada en la hostelería.

Así ha quedado patente en el informe del seguimiento del Pacto por la Educación elaborado por el Consejo Escolar de Canarias. En el apartado dedicado a los municipios del norte de la Isla insisten en que "el Sur no es solo restauración, sino otros muchos empleos relacionados con el turismo". Las peticiones sobre los ciclos formativos son numerosas. Quieren más plazas, más cooperación entre la empresa privada y, en general, "un ajuste de la FP a la realidad económica y social de la zona".

Además, estos consejos escolares se sienten identificados con los de las islas menores en aspectos como las carencias de conectividad de los centros, la obsolescencia de las infraestructuras y la centralización de los cursos de formación en el área metropolitana, lo que dificulta la formación permanente de estos docentes. Demandan mejoras en el transporte de estudiantes de FP a otros municipios y que se garantice a los alumnos del Sur la posibilidad de realizar visitas culturales, normalmente a Santa Cruz o La Laguna, sin que ello suponga un coste excesivo para las familias.