Sí le faltó en el pasado, no ahora. El nuevo secretario de CCOO en Canarias, Carmelo Jorge, da muestras sobradas aquí de autocrítica y cree que el sindicalismo debe reinventarse y dejar atrás los esquemas de principios del siglo XX. Por sincero, hasta admite que vivieron durante un tiempo por encima de sus posibilidades por culpa de subvenciones para ámbitos impropios, como menores y formación.

Nuevo secretario, pero, ¿de cuántos afiliados?

Unos 35.100.

O sea, siguen liderando los sindicatos en Canarias...

No solo eso; no hay ninguna organización con esa cifra, y son afiliados al corriente de cuotas.

¿La cifra le convence o tomará medidas para aumentarla?

Claro, fuimos 50.000 en 2007 y, por la crisis, perdimos 15.000, pero ya 50.000 nos parecían pocos. Intentaremos aumentarlos porque, cuanto mayor es un sindicato, más fuerza tiene. Y crecemos en las empresas. Por eso debemos hacerlo más cercano, participativo, directo y, sobre todo, dar herramientas a delegados y miembros de comités y que los afiliados traigan a más.

Pero hay gran desapego hacia los sindicatos cuando, por la crisis y la precariedad, debería ser al revés: ¿contradicción o lógica?

No es tan contradictorio y hay gente, incluso en la izquierda, que piensa que, cuanto peor, mejor para soliviantar y que haya más afiliados, pero ocurre lo contrario. Los trabajadores entienden el sindicato como herramienta y la afiliación crece si lo ven útil, pero la crisis la ha reducido, pues, si pierdes el empleo, prescindes de la cuota.

Y no les afecta más el desprestigio de los ERE: ¿también tienen déficit de comunicación?

Tenemos grandes deficiencias en comunicación, los sindicatos en general, y CCOO Canarias en particular. Estamos pasando una crisis de reputación, pero como todas las instituciones del Estado de Derecho y la democracia: partidos, medios... Nos pasa por no ser capaces de resolver los problemas del ciudadano. Los sistemas políticos se legitiman resolviendo las necesidades vitales, pero, con un 30% de paro, con la exclusión que hay, las 25.000 familias sin ingresos... Con esto, lo raro es que no haya crisis de legitimidad. Además, cometimos errores que pagamos en reputación y afiliación, como los ERE o la financiación de federaciones con participaciones en consejos de administración sin control. Han sido errores muy groseros que corregimos: no debemos escondernos tras la crisis.

¿Les ha faltado autocrítica, depuración, denuncia interna...?

Sí, claro, incluso durante un tiempo hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, pues teníamos subvenciones prácticamente para todo. CCOO estuvo en planes de integración de menores con dificultades y ya me dirá qué hace un sindicato en eso. Intentamos extendernos más allá de lo que nos correspondía y, cuando nos falló la subvención, ese entramado se vino abajo, nos vimos con plantillas sobredimensionadas y serios problemas económicos que, hace poco, equilibramos.

¿Los vicios de las subvenciones volverán o están erradicados?

En Europa, hay dos vías de financiación sindical: la subvención pública, como la de partidos y medios, por ejemplo con parte del papel; eso lo pagamos los ciudadanos y me parece bien, pues, si solo pudiera salir quien se autofinancia, a lo mejor habría dos periódicos y una emisora de TV y, claro, lo que se castigaría sería la libertad de expresión y el derecho ciudadano a la información. Para evitarlo, pagamos una subvención, y lo mismo con los partidos, ya que, si no, acabarían financiándose desde el capital y creándose relaciones de dependencia. Este es el modelo en Francia, Italia, España... Y hay otro sistema, el alemán, a través de la cuota pero con afiliación obligatoria. Para trabajar, tienes que tener el carné de un sindicato, del que quieras, pero uno. Si me dejan elegir, prefiero el obligatorio, pero no lo tenemos y, por tanto, las subvenciones deberán seguir. Por supuesto, con control público y del Tribunal de Cuentas, pero está claro que no nos da con las cuotas. Además, al firmar un convenio colectivo, no se aplica solo a nuestros afiliados: lo nuestro no es un club social o náutico, que se dedica a actividades dirigidas a socios. Nosotros participamos en la concertación social, en el Consejo General de Empleo, en FP y en cientos de foros de trabajo... Lo que firmamos abarca mucho más que a los afiliados. Eso sí, no debemos volver a dinámicas anteriores, a actividades sociales con subvenciones, como menores o formación. Esto debemos cortarlo y dejar a las ONG. Esas subvenciones no volverán.

¿Los sindicatos sirven solo a los que representan, y se pone en duda incluso eso, o aportan más?

Una cosa es que no lleguemos y nos falte capacidad, pero no voluntad. Esa crítica se nos hace al tiempo que se nos dice que nos metemos mucho en política y que deberíamos centrarnos más en el trabajo, pero las dos críticas a la vez son incompatibles. Tenemos acreditada una vocación más allá de la defensa de afiliados. Nuestra contribución a la democracia es indiscutible y al crecimiento con aquella política de moderación salarial, que jamás hubiéramos defendido si no tuviéramos esa vocación, ya que eso significa trasladar renta desde la gente que tiene trabajo hacia los que no. Sí admito que hemos cubierto menos de lo que hubiéramos podido si hubiésemos sido más eficaces.

¿Qué objetivos se marca en este año de mandato?

Creo que el cambio más profundo es que los trabajadores hemos pasado de vender fuerza de trabajo a conocimiento y talento, y esto requiere un cambio organizativo profundo y mejorar los canales de participación de afiliados. El sindicato no puede seguir estructurado como a principios del XX, con ramas clásicas. Debemos reflexionar, renovarnos y reinventarnos, pero será imposible sin la participación de todos. Aunque no da con un año, mi intención es empezarlo y que forme parte de la agenda y cultura de CCOO.

¿Cuántos trabajadores tienen?

28 personas.

¿No prevé más despidos?

No, en absoluto. Hemos conseguido cierto equilibrio y los gastos de personal se pagan con las cuotas. Paramos y revertimos el descenso de afiliados y, por eso, no hemos despedido más, aunque, siempre que lo hicimos, la reacción de la plantilla fue ejemplar.

¿Se reunirá en breve con Clavijo y Hernández?

Sí, ya nos reunimos y prevemos hacerlo de nuevo a primeros de octubre. Tenemos un canal muy fluido de comunicación, a diferencia del anterior gobierno, con el que nos costaba más. Con este nos reuniremos con frecuencia y nos ponemos en contacto cada vez que queremos sin dificultades.

¿Por qué cree que pasó eso en el mandato anterior?

Porque se despreció el diálogo y la concertación social. Hubo quien entendió que las recetas contra la crisis había que aplicarlas de forma unilateral, y no solo se nos despreció, sino a las patronales, a los agentes sociales en la determinación de la política económica...

Pues el gobierno presumía de servir de dique, en lo posible, a los recortes del PP: ¿no lo ve igual?

No, pues era imposible ser el campeón del objetivo del déficit y, a la vez, el del mantenimiento de los servicios sociales, y no quiero hacer sangre, pero bastaba con darse una vuelta por las urgencias y ver el deterioro que se había producido en los que, en definitiva, son mecanismos de redistribución de la riqueza: el empleo, la sanidad...

Estamos últimos en sanidad...

No solo la sanidad, es educación...

Sin embargo, el PSOE no para de resaltar su gestión, CC lo respalda y hasta Román Rodríguez dice que es lo único que aprobaría...

No puede salvarse nadie, pero ya no por una cuestión de brillantez en la gestión, sino por medios, ya que, al recortarse hasta el punto que se llegó, los ratios de alumnos por clase se dispararon. Presumen, y el PP también lo hace en Madrid, de reducir el abandono escolar, pero es porque los chicos no tienen adonde ir con este paro. Si dejas la FP, ya no está la salida apetitosa de un empleo de 1.300 euros...

Con estos antecedentes, ¿qué le pide al nuevo Gobierno regional?

Oreja y sensibilidad, que restablezca el diálogo social y ponga a las personas como verdadera prioridad, por delante del déficit y los objetivos macroeconómicos.

¿Y medidas concretas?

Hacer un esfuerzo en el presupuesto de 2016 para cubrir a esas 25.000 familias a las que no entra ningún ingreso. Esa debe ser la prioridad porque resulta intolerable que, en una sociedad con la capacidad que tiene la nuestra de generar riqueza, tengamos a gente viviendo en la exclusión social y por debajo de los niveles de pobreza extrema, con problemas para llevar un plato de comida a la mesa cada día; esto no podemos consentirlo.

¿Cree que los 190 millones del ITE repercutirán en la sociedad?

Si se abre el diálogo y se toma en serio el reparto de la riqueza, sí, y seguramente será muy útil, por lo menos para paliar la situación de los que están peor...

Habla de riqueza y vivimos del turismo: ¿los sindicatos se sienten impotentes porque los turistas hayan crecido tanto sin proporción en el empleo y su calidad, por lo menos según muchos?

Sí, hemos tenido una vieja batalla ahí por eso, porque se generan beneficios a un ritmo superior al 8% y no se traduce ni en cantidad ni mucho menos en calidad de empleo. De hecho, para recuperar la cantidad en turismo antes de la crisis, calculamos que faltan entre 11.000 y 12.000 trabajadores fijos.

¿Y no fallan por insuficiencia para presionar y conseguir logros?

No, porque en la contratación de personal tenemos poco espacio para ir más allá del convenio colectivo y la presión en los medios: que este debate se esté dando es, entre otras cosas, mérito de los sindicatos...

Pues el nuevo convenio no gusta a mucha gente...

Sí, pero es un error que hemos cometido en otros ámbitos. Ese convenio ha sido una magnífica oportunidad que hemos dejado pasar, no para establecer el número de contratos en una empresa, pero sí mecanismos que impidan contrataciones fraudulentas y el abuso con ciertas fórmulas de contratación. Tiene una cláusula previa que sigue en vigor y que pone un límite a los eventuales: en ese camino habría que avanzar, pero no se hizo y será difícil volver atrás, aunque esto no corresponde solo a los sindicatos. Las administraciones tienen un papel que jugar, pues, si se crece al 8% y no se genera empleo, la riqueza queda en menos manos y se distribuye peor. Aparte del convenio, está la vía impositiva, y por eso seguiremos insistiendo en que se cree una tasa, aunque nos digan que causaría perjuicios en la demanda y en las opciones de oferta...

Baleares ya la aplica...

Y con magníficos resultados, pero es que, además, hay que ponerles cabeza a las cosas: nuestros clientes son de países en los que las tasas existen y son totalmente naturales; nadie se alarmará por ponerlas. Además, está sociológicamente probado que si esa tasa se asocia con el cuidado del medio, el turista la paga con gusto y, con un margen del 8% de beneficio, no hay ninguna necesidad de aplicarla al precio, sino a ese beneficio: o sea, que no sea el turista el que la pague y, por la vía fiscal, se reparta esa riqueza. No solo entre empresarios y trabajadores del sector, sino entre todos los sectores, pues los que trabajan en hoteles compran en el supermercado de al lado, cogen taxis, toman cafés en bares... Si no repartimos esto por la vía del empleo, hemos de hacerlo por la impositiva, pero no podemos resignarnos, con un tercio de nuestra población activa en paro, a que un sector que genere estos beneficios no los reparta, y más con empresas que tienen importantes exenciones fiscales, es decir, que entre todos les perdonamos impuestos para que sean competitivas, tengan beneficios razonables y creen empleo.

CC y PSC dicen que serán estrictos con la economía sumergida: ¿ese 30% de paro lo amortigua esta?

No es tanto ser estrictos como inteligentes. Esos discursos debemos evitarlos. En economía sumergida hicimos durante años un trabajo muy razonable los sindicatos y empresarios, que, en definitiva, somos los que tenemos las orejas y ojos en esto porque, si nos mandan a un funcionario, está obligado a denunciar, ya que, si no, prevaricaría. Un trabajador o delegado sindical puede sentarse con la empresa para llegar a la legalidad y mantener la empresa y el empleo. La vía de la multa suele acabar con el cierre y los trabajos...

Pero, ¿hay suficiente inspección?

Inspección hay, pero la represión no resuelve este problema, sino que cierra empresas y lleva a esa gente a una situación peor que la economía sumergida. Lo que hay que hacer es asesorar, aunque, claro, si el responsable de la empresa se pone burro y no se mueve, entonces hay que sancionar. Debemos aflorar esto, pero tenemos una economía que llamo costera, con empresas muy pequeñas, muy poco valor añadido, márgenes de beneficio muy estrechos y que, cuando la marea baja y se está en expansión, sobreviven, pero, desde que llegan las dificultades y sube la marea, se sumergen. En muchos casos, y no lo justifico, la gente deja de pagar impuestos para sobrevivir y seguir con su actividad.

¿Por qué se falló tanto en Canarias en formación e idiomas?

Cada uno es fruto de su historia, y aquí tenemos un sector turístico que comenzó porque ponías una caseta de campaña en Las Américas y se llenaba de gente. Así crecimos y, claro, nos fuimos a ese turismo masivo, de poca calidad, con mano de obra intensiva y poco cualificada, y esto es el turismo de sol y playa y del todo incluido. Si seguimos con esto, el nivel de cualificación seguirá siendo el que es.

El turismo de sol y playa representa el 74% y el todo incluido, un 30, ¿teme que sigan creciendo?

Espero que no. El presidente dijo que habría que limitar el número de visitantes, pero no soy partidario de esas medidas en un Boletín Oficial; sí hay un sistema en la economía de mercado para reducir su número: subir precios. Si sacas un coche al mercado, haces un millón de unidades, lo pones a mil euros y las vendes todas antes de salir, está claro que debes ponerlo a 1.500. Tenemos que gestionar un turismo de más calidad, que sí requiere mayor cualificación e idiomas, pero, también, más salarios, formación y reparto de riqueza, que es lo mejor para generar aún más.

"Un pacto en cascada es profundamente antidemocrático"

Aunque espera que sí, no sabe si el pacto regional sobrevivirá a las generales "porque somos peculiares". Eso sí, cree que un pacto en cascada es "profundamente antidemocrático y generador de inestabilidad, aunque digan lo contrario. En las últimas, metí votos de partidos distintos. Con un pacto así, se me desoye, pues no voté para que gobiernen juntos en todos sitios, ya que la misma persona me puede parecer un gran alcalde y un pésimo presidente, o al revés. Y el resultado es que, si se constipa La Frontera, Canarias coge pulmonía". Sobre las generales, confía en que haya una mayoría "distinta y contraria a la catastrófica austeridad". Cambiaría la reforma laboral desde el consenso y no desde una parte (la patronal), "a la que el Gobierno le regala todo, aunque perjudique al consumo por perderse empleo, debilitarse la negociación, más precariedad...". Sin embargo, rechaza "ese discurso de Podemos y C''s de que hay que empezarlo todo; eso no es real y, quizás, por eso se desinflan. Los empresarios tienen una contradicción insalvable: les gustaría pagar lo menos posible, pero que el de al lado pague el máximo para que le compren. Pero el 80% del PIB es de consumidores y no se arreglará con importaciones". En este sentido, cree que la subida salarial en 2016 debe ser del 1 al 1,5% si se estabiliza el empleo o, de lo contrario, superior. Censura que haya muchos falsos autónomos, pero critica más la "ficción" de que todas las ideas emprendedoras triunfan, "pues son casi excepcionales" por falta de mercado. Sobre los presidentes, dice que el mejor en Canarias fue Saavedra "por la alfabetización que nos trajo del XIX al XX, aparte de ser el de más talla política; el final de su gobierno no fue justo". El peor, "Fernández por crear inestabilidad", mientras que, en España, "el menos malo, pese a la corrupción o Gal, fue Felipe pues, con perspectiva, tuvo razón Guerra con que al país no lo conocería ni la madre que lo parió". El peor, "Calvo Sotelo y el segundo mandato de Aznar".