Su experiencia durante años como director médico en el Hospital Doctor Negrín lo avala para liderar ahora el Plan General de Urgencias que la sociedad canaria reivindica desde hace años. Octavio Jiménez solo lleva diez días al frente de este proyecto, pero ya sabe que hay que racionalizar el uso del servicio y tener muy en cuenta la variable del envejecimiento de la población isleña.

¿Para qué sirve un Plan de Urgencias?

La finalidad es coordinar todos los recursos existentes. Las urgencias están muy compartimentadas. Una parte la desarrolla el Servicio de Urgencias Canario (SUC), otra el 112; otra, Atención Primaria; y otra, las urgencias de los hospitales. Y, además, en Tenerife, dentro de los hospitales hay dos centros especializados de atención urgente, en el Norte y en el Sur.

¿El principal problema de las Urgencias es la coordinación o las carencias de recursos y el estado de las infraestructuras?

Evidentemente hay que mejorar infraestructuras, optimizar la eficiencia de algunos centros, para que llegue menos gente a los servicios de Urgencias de los hospitales, pero, también, mejorar la coordinación entre los profesionales. No hay una cuestión más importante que la otra.

¿Deberíamos haber tenido un Plan de Urgencias antes?

Sí. No podemos trabajar como elementos aislados.

¿Las urgencias de Tenerife son peores que las de Gran Canaria?

No, yo no diría que son peores, pero seguramente tienen más problemas de infraestructuras. Los hospitales de Tenerife tienen espacios reducidos para las Urgencias en comparación con los de Gran Canaria. Esto se debe, probablemente, a la antigüedad de los hospitales y a que las reformas no se han planificado con tiempo para atender a la demanda. En Tenerife tenemos ese problema, pero también está el reto de coordinar la Atención Primaria y la especializada.

¿Vamos demasiado a las urgencias hospitalarias sin pasar por los centros de salud o es un tópico?

Si miramos los números, lo cierto es que no es un tópico. El 70% de los pacientes que acude a las urgencias hospitalarias lo hace por propia iniciativa, no por prescripción médica. Esto no quiere decir que los pacientes lo hagan mal; las personas acuden al sitio donde creen que se les va a atender mejor, y, generalmente, se piensa que en los hospitales hay mejor respuesta. Ahí hay que llamar a la corresponsabilidad de todos: de los profesionales, por supuesto, pero también de los usuarios en el uso racional del sistema. Eso sí, para lograrlo la administración tiene que poner medios en los sitios que estime conveniente.

¿Deberíamos tener un sistema de urgencias comarcales más potente?

Sí, fundamentalmente en la Atención Primaria. En el caso de Tenerife está más desarrollado, con los centros de atención especializada en Icod y en Arona, que tienen dotación, aunque se les puede dotar más y mejor. Pero sí, ese es el camino para garantizar que llegue menos gente a los hospitales de referencia, aunque luego haya que mejorar otros aspectos, como es el drenaje de pacientes a las plantas de hospitalización.

¿Cómo se soluciona eso?

Entre el 35% y el 40% de la población que acude a las Urgencias de los hospitales tiene más de 65 años. Este sector de la población necesita más tiempo para ser atendido, porque necesita más pruebas diagnósticas, y esto es lo que colapsa el servicio en determinados momentos. Esto es un problema en Canarias, porque la atención urgente tiene mucho que ver con este sector de la población.

¿Y cómo afrontamos ese problema, que no es solo sanitario?

El Servicio Canario de Salud está trabajando en una estrategia de crónicos que tiene mucho que ver con el control de estos pacientes a nivel ambulatorio. Y luego tenemos que mejorar la coordinación de las camas sociosanitarias.

Hasta que el Plan de Urgencias esté en marcha se articularán protocolos para evitar la saturación del servicio. ¿En qué consistirán?

Hemos pedido a todas las gerencias y a las direcciones de áreas que tienen que ver con las concertaciones de camas que desarrollen un plan de contingencia. Qué van a hacer, qué posibilidades tienen ellos, con sus propios recursos, de mejorar la atención y el drenaje de los pacientes.

¿Por qué considera usted que hemos llegado a esta situación? ¿No le dimos la importancia que merecía?

En esto se han hecho intentos históricos. En 1988 el Defensor del Pueblo hizo un informe sobre la situación de las urgencias en los hospitales de Madrid. A partir de esos informes se empezaron a desarrollar los sistemas integrales de urgencias, que luego derivaron en el 061 y luego en el 112. Lo que falta es coordinación. Pero tener un Plan General de Urgencias tampoco es la solución a todos los problemas. Hay comunidades que ya lo tienen y, a pesar de ello, los hospitales se saturan en determinadas épocas del año. Las urgencias son programables, pero también son imprevisibles. Una planta de hospitalización tiene un determinado número de camas y cuando se llena, se llena. En Urgencias, a todo el que llegue y demande atención hay que atenderlo.

¿Cuánto costará poner el plan en marcha?

No sabemos aún. Estamos haciendo un análisis de las urgencias en las Islas; a partir de ahí haremos unas líneas estratégicas. Con todo eso podremos abordar la ficha financiera.