Influyen la natalidad y la población en edad de entrar en la Universidad, pero también el desempleo y las dificultades que están pasando miles de familias en Canarias. La matrícula universitaria ha variado a lo largo de los años y la demografía ha explicado, en gran parte, ese vaivén. Ahora, sin embargo, las causas son otras. La crisis está pasando factura a la educación superior. Al menos 2.900 alumnos han abandonado la Universidad de La Laguna durante los dos últimos cursos por motivos económicos. El elevado precio de los créditos académicos los ha expulsado del sistema, según confirma la propia institución.

El vicerrector de Estudiantes, Alfonso García, precisa que esta cifra engloba a los alumnos que tenían asignaturas en tercera o cuarta convocatoria y no han podido afrontar el elevado coste de las materias. "Una asignatura de tercera matrícula puede costar 700 euros", casi lo mismo que un curso completo de algunas carreras de letras, lamenta. El responsable académico también considera que la insularidad y la lejanía están suponiendo un coste añadido para los jóvenes que quieren ir a alguna de las universidades públicas del Archipiélago.

Además de quienes no pudieron terminar su carrera, los datos provisionales de matrícula en la ULL también revelan un descenso del número de jóvenes que cursan estudios de primer ciclo. En total, la institución de Aguere acoge este curso a 17.990 alumnos matriculados en grados, 1.666 menos que el anterior. En el caso de los másteres, la matrícula sube en alrededor de 100 personas y alcanza las 880. En cuanto a los doctorandos, ya hay más de 700 inscritos y, según el calendario que baraja la ULL, crecerá algo durante los próximos meses. "El avance en este sentido debería haber sido mayor, pero se ha mejorado. Así y todo, creemos que al final estaremos sobre los 21.500 alumnos en total", calcula García.

García está convencido de que la cifra de alumnos inscritos en carreras mejorará cuando se cierre completamente la matrícula, en marzo, pero, en cualquier caso, atribuye la caída a las dificultades económicas y no a la demografía. Esta certeza es una de las razones que hacen que el vicerrector sea partidario de revisar la política de precios universitarios, un asunto que "en breve" comenzará a debatirse con el Gobierno autonómico, administración encargada de fijar el incremento en función de unas directrices generales que determina el Ministerio de Educación.

La Administración canaria ha optado por mantener los precios de los créditos de primera matrícula a costa de elevar el resto. En opinión de García, esta decisión hace que en estos momentos en las Islas sea más caro que en otras regiones afrontar esas asignaturas que se atragantan en el itinerario académico.

A pesar del gravamen de la doble insularidad, la ULL no ha notado que descienda el porcentaje de estudiantes que vienen de otras islas. La mayoría de los alumnos procede del área metropolitana, pero también hay cupos importantes de islas menores como La Palma. El mantenimiento de la matrícula de jóvenes de fuera de Tenerife lo achaca, entre otros factores, a que cabildos y ayuntamientos han hecho esfuerzos ímprobos por mantener ayudas a estudiantes universitarios.

Al mismo tiempo que se ha producido este retroceso, la ULL también ha registrado una gran demanda en muchos títulos. A las tradicionales listas de espera en las carreras sanitarias -tanto en Enfermería como en Medicina hay más de 600 alumnos que no superaron la nota de corte- se unen otras menos habituadas a la popularidad, como el caso de Bellas Artes. "Este curso, coincidiendo con la facultad nueva y con la inclusión de estudios nuevos, se ha llenado", cuenta.

Así y todo, la bajada de alumnado sería mayor si el rectorado de la ULL hubiera cumplido con la normativa de permanencia que se aprobó hace algunos años, y que exige un rendimiento académico demasiado elevado. Este curso, si se ejecutasen las directrices de este reglamento, tendrían que dejar las clases 4.000 personas, dice el vicerrector, que admite que la normativa es demasiado estricta. "Vamos a cambiarla, queremos que los alumnos no se vean obligados a matricularse". Cada vez que lo hacen corre convocatoria y la asignatura se vuelve más cara.

La normativa de permanencia, muy restrictiva

La modificación de la normativa de permanencia ha sido una demanda constante por parte del alumnado de la Universidad de La Laguna. En la ULL, hay poco más de 400 alumnos que estén matriculados a tiempo parcial, una modalidad más flexible con el número de asignaturas que hay que superar en cada convocatoria. Esta opción se diseñó para los chicos que tienen que atender otras obligaciones más allá de los estudios, como puede ser atender a un familiar o trabajar. Eso quiere decir que la mayoría de estudiantes se ven directamente afectados por las exigencias de este protocolo. A este volumen de afectados, García suma otra variable a tener en cuenta para entender la importancia de no encarecer la educación de unos jóvenes que ya tienen dificultades: "El 53% de los alumnos de la ULL tiene algún tipo de beca", sea del Ministerio o de otra institución.