Cobrar más por hacerlo mejor no es una opción. Sindicatos, administración y padres se oponen a que el sistema de retribución de los docentes dependa de los resultados del alumnado. Insisten en que el corporativisimo no es la razón de su unanimidad y alertan de que la equidad está en juego.

La propuesta del filósofo José Antonio Marina, encargado de elaborar el Libro Blanco del Docente, ha generado un amplio malestar entre la comunidad educativa. No hay matices: nadie está de acuerdo con la posibilidad de que las reglas del juego que imperan en las empresas privadas puedan usarse en el sistema público. Sin embargo, el experto ha puesto sobre la mesa un debate que no es nuevo, pero que nunca ha tenido un recorrido muy largo: ¿los que mejor trabajan deben tener el mismo sueldo que quienes lo hacen peor?

En las Islas se ha analizado mucho esta cuestión. La primera consejera que planteó esta opción en las Islas fue Milagros Luis Brito, que en 2007 intentó que las retribuciones por objetivos se implantaran en la universidad, pero también en algunos centros educativo. Puso en marcha varias modalidades de contratos programa. La Universidad de La Laguna y la de Las Palmas recibieron durante años una financiación básica y otra partida que variaba en función del cumplimiento de determinados objetivos. También diseñó un proyecto piloto para hacer lo propio con centros educativos: si mejoraban los resultados, obtenían más fondos.

La crisis, sin embargo, acabó con todas estas propuestas. El reto más controvertido fue una ambiciosa propuesta: destinar 80 millones para implantar un nuevo marco retributivo del profesorado vinculado a objetivos de mejora de la calidad de la enseñanza pública. Fue rechazado masivamente el 30 de enero de 2008 en un histórico referéndum en el que votaron más de 20.000 docentes y que había sido refrendado previamente por seis de los diez sindicatos educativos que existía en el momento. Siete años después los docentes canarios siguen entre los peor pagados del Estado, pero también mantienen su posición de que quieren mejorar aunque que este modelo basado en la competitividad no sea para ellos.

las claves

El experimento canario. Canarias ya intentó un sistema de retribución por objetivos. Milagros Luis Brito ofreció 80 millones para ello; los docentes se negaron.

Negociación. La Consejería actual negociará un nuevo modelo salarial, pero adelanta que rechaza la dicotomía entre buenos y malos.

"Se evalúa al alumno, pero ¿y al que enseña?"

Eusebio Dorta, el presidente de las Federaciones tinerfeñas de asociaciones de padres y alumnos, está del lado de los docentes. Está convencido de que vincular el salario a las notas de los alumnos es muy peligroso. "¿Qué ocurriría entonces con centros de Jinámar o Añaza?". Su pregunta tiene mucho sentido. En Canarias es difícil dar estabilidad a los claustros de los centros más problemáticos, generalmente vinculados a entornos sociales complicados. Establecer una relación entre dinero y resultados podría marginar más a estos colegios e institutos, plantea. Lo mismo piensan en ANPE Canarias, que advierten de los riesgos que se desprenden de la propuesta de Marina. Sin embargo, esta negativa no implica que los padres no piensen que ha llegado el momento de abordar un reto pendiente: la formación permanente del profesorado. Dorta considera que es imprescindible garantizar una adecuada actualización de las competencias de los docentes, pero, además, evaluarlas. No se trata solo de que tengan oportunidad de formarse, algo que debe garantizar la Consejería, sino de que se acrediten esas habilidades adquiridas. Si no, se corre el riesgo de que algunos profesionales no estén capacitados para atender las demandas de unos alumnos que aprenden cosas nuevas cada día. Dorta cree que hay que luchar contra esa obsolescencia, pero que hay que hacerlo sin acabar con la equidad del sistema.