Estoy a punto de terminar el posgrado y quiero seguir investigando: ¿A qué becas puedo optar? ¿En qué podría especializarme? ¿Cómo empiezo de cero en Nueva York? Tener un referente, alguien que se hizo las mismas preguntas que tú hace muchos años y que consiguió convertir su vocación en una profesión de éxito -y, además, en Estados Unidos- es lo más importante para muchos estudiantes que acaban su formación inicial y saben ya que quieren hacer de la investigación un modo de vida. Por primera vez, 54 alumnos de máster y doctorado de la Universidad de La Laguna (ULL) cuentan con esa oportunidad. Han sido seleccionados para participar en el Programa Internacional de Asesoramiento (International Mentor Program, IMP en sus siglas inglés) y cada uno de ellos tiene como asesor a un experto español que consolidó su carrera fuera de las fronteras españolas y está dispuesto a ser ese "mentor transatlántico" que tanto necesitan.

La convocatoria piloto de este programa se puso en marcha el curso pasado. Entonces apenas cinco universidades españolas se sumaron a la iniciativa que promovía una asociación de científicos españoles en Estados Unidos y que estaba centrada exclusivamente en la biomedicina. La ULL lo hará en esta ocasión gracias a una estancia de la investigadora, y ahora vicerrectora de Internacionalización, Carmen Rubio. La institución está tan convencida de la importancia de ocupar un lugar destacado en el mapa académico que es la que más alumnos aportará a la convocatoria. El programa está dividido en cuatro áreas de conocimiento -Ingeniería, Biomedicina, Filología y Empresariales- y en cada una de ellas hay 16 alumnos. Todos dispondrán de su propio "guía" durante nueve meses. Los orientará a través de email y en sesiones por Skype, y siempre en inglés. Esa labor de faro ya existía: la desempeñaban, hasta ahora, los tutores de tesis doctorales que, en función de sus contactos, recomendaban o facilitaban estancias en otros centros de investigación. Sin embargo, este programa "de excelencia" pone en contacto a universitarios con investigadores de primer nivel, que trabajan en los mejores centros de investigación "en Estados Unidos, donde avanza la ciencia", explica Rubio.

Cada estudiante que ha decidido participar en esta convocatoria tiene sus aspiraciones, pero todos coinciden en algo: es complicado saber qué camino seguir cuando ya has decidido que quieres investigar. "En nuestra carrera, cuando acabas, tienes dos opciones: o investigar o matricularte en el Máster de Formación del Profesorado, y esto último es lo más habitual", cuenta Estefanía Acosta, alumna del Máster de Estudios Medievales Europeos que ha sido seleccionada para participar en el IMP. "Echamos en falta más másteres enfocados a la investigación" y, hasta ahora, también, que alguien les orientara. Hace unas semanas le asignaron a su tutor, que compartirá con su compañero Javier Rodríguez. Se trata de Sergi Sancho Fibla, graduado por la Universidad Pompeu Fabra, pero que se ha convertido en un referente en su campo y ha impartido docencia en distintas universidades del mundo. El próximo año lo hará en Londres.

Javier Mendoza, doctorando en Desarrollo Regional que estudia el impacto de la crisis en las empresas sociales, cree que el problema de la oferta para investigar empieza antes. "Cuando estudié la carrera no había asignaturas que te enseñaran a investigar", lamenta. Es posible que un alumno acabe la carrera sin saber en qué áreas trabajan sus profesores. Su mentor es Antonio Hyder, un brillante investigador de Márquetin que ahora está en California. "Uno de los aspectos que me interesa mucho es la oportunidad de trabajar en la ULL en inglés".

Alberto González, que pasó una temporada de la carrera estudiando en Cataluña, también encuentra diferencias en ese sentido entre algunos docentes de aquí y otros de allá. "En Barcelona se esforzaban más en explicar a qué se dedicaban, por si algún alumno estaba interesado". Este joven, que cursa el Máster en Biomedicina, está investigando una terapia contra la epilepsia. Su mentora es Jordina Rincón-Torroella, de la John Hopkins University.

José Manuel González no ha tenido ese problema. Sus profesores sí intentaban que los alumnos se involucraran, sostiene este joven que aspira a convertir su trabajo de fin de grado -Ingeniería en Electrónica, Industrial y Automática- en el germen de la investigación del máster que actualmente cursa. Indaga, en colaboración con el Hospital Universitario de Canarias, en el control automatizado de la anestesia.

Todos son mentes brillantes. En la ULL lo tienen muy claro. "Este programa es un esfuerzo que hace la Universidad para alumnos excelentes; hay lista de espera en algunas especialidades", explica la vicerrectora. Todos los participantes se reunirán en junio en unas jornadas en Valencia y, además, todas las universidades, financiarán la estancia de un alumno de cada especialidad en un centro de prestigio norteamericano. En el caso de La Laguna, que ha participado en todas las especialidades, irán cuatro. No es un regalo. Es una oportunidad, un premio al tesón, pero la Universidad pide algo a cambio: que la primera generación IMP teja redes, haga contactos, y ayude a otros jóvenes a emprender el mismo camino.