Algo parece haber cambiado para Podemos desde el debate a cuatro emitido el pasado lunes por Atresmedia. Si hasta entonces se había generalizado la percepción de que el partido de Pablo Iglesias había perdido fuelle, la actuación de su líder en la cita televisiva ha vuelto a impulsar sus aspiraciones. El acto electoral celebrado ayer en el campus de Guajara de la Universidad de La Laguna confirmó estas sensaciones.

Es cierto que el escenario elegido era el idóneo. Las instalaciones universitarias garantizaban un público mayoritariamente joven, del que se nutre el electorado de Podemos, pero no es solo que Iglesias y los candidatos de la formación en las Islas abarrotaran el Aula Magna, sino que decenas de personas se quedaron por fuera -no del todo contentas: desde el interior se escuchaban golpes en la puerta y gritos de "¡queremos entrar!"- y que allí por donde uno pasara -en especial por la vecina Facultad de Derecho, donde el encuentro pudo seguirse en directo por internet- todo eran círculos morados.

El acto debía comenzar a las 12, pero no lo hizo hasta pasados veinte minutos del mediodía. Cuando Iglesias por fin intervino no faltaba demasiado para las dos. Con ritmo pausado -no se sabe si producto del tono amable por el que ha optado en las últimas semanas o de la fatiga tras una intensa campaña-, el candidato a presidente no tardó mucho en aludir a quien actualmente ocupa el cargo, que protagonizaba un mitin a la misma hora en Santa Cruz. "Rajoy está sintiendo una perturbación en la fuerza, no porque nosotros estemos aquí, sino porque la gente sonríe y piensa en el futuro".

Las referencias a "Star Wars", cuya séptima entrega se estrenará la próxima semana, y la invocación a la sonrisa como un gesto de cambio político fueron constantes durante la intervención de Pablo Iglesias y de quienes le precedieron: Íñigo Errejón, número dos de Podemos; Rafael Mayoral, responsable de Relaciones con la Sociedad Civil del partido; Alberto Rodríguez, candidato al Congreso por la provincia de Santa Cruz de Tenerife; y Victoria Rosell y Meri Pita, números uno y dos por Las Palmas.

Jaleado por los suyos con gritos de "¡Se siente, se siente, Pablo presidente!", Iglesias interrogó a un ausente Mariano Rajoy -que, dijo, "no sabe, no contesta"- por los últimos casos de presunta corrupción que han aflorado en el PP y defendió las "garantías" -como la prohibición de las "puertas giratorias" o la limitación de la financiación de las fundaciones de los partidos- que propone Podemos para evitar que los comportamientos irregulares y el enriquecimiento ilícito sigan sacudiendo la política española. Son las "trabas a los funcionarios de Justicia para investigar la corrupción", aseguró, las que han obligado a jueces como Rosell a "colgar la toga" para "intervenir políticamente". De la andanada no se libró Coalición Canaria, aunque en esta ocasión se apoyó en el público. "Hay un partido, CC, al que algunos llaman...". Y los espectadores completaron: "¡Corrupción canalla!".

En empleo, abogó por un cambio drástico -"lo que se ha hecho hasta ahora no funciona", afirmó-, consistente en aplicar un plan de desarrollo industrial y elevar el salario mínimo. También insistió en la necesidad de dar el mismo rango constitucional a los derechos sociales y medioambientales que a los civiles y políticos, criticó la "arrogancia" de la clase política y prometió ser empleado, y no jefe, cuando alcance la presidencia.

Tras una nueva invitación a sonreír, Pablo Iglesias abandonó el escenario entre la efusividad de quienes ya se sienten sus futuros jefes.