Antes, el reto era vivir más; ahora, vivir mejor. El aumento de la esperanza de vida ha multiplicado el número de enfermos en todo el mundo y ha abierto un debate sobre si el modelo asistencial es sostenible y adecuado. El Servicio de Cardiología del Hospital Nuestra Señora de Candelaria (HUNSC) lleva años dándole vueltas a ese problema: cómo conseguir que nuestro envejecimiento no derive en un sistema sanitario decadente. Los datos obligan a la reflexión: el servicio atendió a 24.000 pacientes el año pasado y la mitad de ellos fueron crónicos. Es decir, personas que sufrieron un infarto hace años o a los que se les diagnosticó una arritmia y que desde entonces se han visto obligados a peregrinar por las consultas de distintos especialistas. La lista de espera, mientras tanto, no ha parado de crecer. Pero ¿qué margen hay para mejorar este escenario? ¿Puede un médico resolver todas, o casi todas, las dudas de un paciente sin que este tenga que abandonar su consulta?

La respuesta tiene mucho que ver con la posibilidad de sacarle más rendimiento a las nuevas tecnologías y no entender la sanidad como una sucesión de compartimentos estancos. "La supervivencia en personas con problemas cardíacos cada vez es mayor. Sin embargo, eso no quiere decir que se curen: viven muchos años, pero padecen varias patologías. De ahí que la epidemia de crónicos siga creciendo y sea necesario buscar sinergias con otros servicios, sobre todo con Atención Primaria, para dar mejor cobertura", explica el jefe del servicio, el cardiólogo Julio Hernández.

Con ese objetivo, hace unos años su departamento puso en marcha un proyecto piloto que consistía en que médicos de cabecera y de Atención Primaria trabajaran juntos y de manera telemática. El paciente acudía su médico de cabecera y este, en vez de derivarlo al cardiólogo, intentaba resolver muchos de sus problemas sin salir del centro de salud. El médico, con ayuda de una plataforma telemática, enviaba al cardiólogo el electrocardiograma del paciente y este podía verlo sobre la marcha y decidir si era necesario que fuera enviado al hospital. En muchas ocasiones era indispensable que el especialista atendiera presencialmente al paciente, pero no siempre. De esta forma las consultas de crónicos bajaron un 40%. Pero no se trataba solo de aligerar el flujo de pacientes que acudía al servicio de Cardiología del hospital. El verdadero reto era transformar el modelo asistencial. Por eso, a cambio, los cardiólogos atendían a otros pacientes con patologías más urgentes, en el plazo de una semana, que eran remitidos desde los centros de salud y para los que no era conveniente permanecer en una lista de espera interminable. Se ganaba en calidad y, por ende, en satisfacción del paciente. Ahora, la Consejería de Sanidad quiere extender este programa a todo el Archipiélago. Para ello, está a punto de sacar un concurso para incrementar la dotación de electrocardiogramas electrónicos en los centros de salud de Tenerife y Gran Canaria, explica Hernández. Estos aparatos, igual que los de ecografías, son imprescindibles para poder implantar este "consultor virtual" a escala regional, ya que permite enviar las pruebas del centro de salud al cardiólogo.

El sistema se está extendiendo de manera gradual, en función de los recursos tecnológicos disponibles. Ahora están terminando en la zona de Guigou y de Añaza y recientemente se empezó a implantar en las zonas de El Fraile y Las Galletas. "No lo hemos extendido más porque una piedra fundamental es que el electrocardiograma sea capaz de transmitirse a un servidor web. Cuando tengamos todos los electros electrónicos, se generalizará".

El ingenio del servicio de Cardiología demuestra que a veces optimizar la gestión es igual o más importante que incrementar los recursos.

El HUNSC pone 400 marcapasos al año que se monitorizan a distancia

El Servicio de Cardiología del Hospital Nuestra Señora de Candelaria coloca cada año 400 marcapasos y 50 desfibriladores. Estos últimos, además de funcionar también como marcapasos, sirven para acabar con arritmias graves. Desde hace unos años las nuevas tecnologías han permitido, además, que los pacientes ganen calidad de vida y se desplacen menos a su hospital.

"El marcapaso hay que revisarlo cada seis meses y el desfibrilador cada tres. Para muchos pacientes, sobre todo los que son de zonas alejadas o de otra isla, es un problema. Por fortuna, hoy, gracias a la tecnología, esas revisiones se puedan hacer desde casa", destaca el cardiólogo Julio Hernández. "Si tienes un marcapasos puedes colocar al lado de tu cama un dispositivo que, mientras duermes, nos transmite toda la información necesaria para controlar tu evolución. El paciente gana mucho, porque no tiene que venir a no ser que la batería esté a punto de descargarse o que haya alguna complicación".

Desde hace dos años todos los nuevos dispositivos que se implantan son de este tipo. "Los desfibriladores te dan la ventaja de que están transmitiendo todos los días, con lo cual ya no hacemos una revisión cada tres meses, sino que es diaria. Los desfibriladores te pueden decir con tres o cuatro días de antelación si se te está acumulando líquido en el pulmón y si te va a dar una insuficiencia cardíaca. Podemos llamar a los pacientes para modificarles la medicación y así evitar ingresos", subraya Hernández.