Hoy abordamos una de las construcciones más emblemáticas de La Gomera, la torre del Conde. Se trata de una fortaleza castellana que data del siglo XV y que, como es bien sabido, está situada en la Villa de San Sebastián de La Gomera.

Este símbolo arquitectónico gomero es una edificación de tipo militar, cuya función, según los estudiosos, "era sobre todo de representación del poder señorial, y contaba con la falta de armamento moderno por parte de los nativos. Su ubicación cercana al puerto, a cierta distancia del mismo, sin lugar para armas de fuego y en el fondo de un valle, confirma esta teoría".

La popular torre fue mandada a construir por el conde de La Gomera Hernán Peraza el Viejo entre los años 1447 y 1450, y en ella se refugiaron las élites señoriales de La Gomera durante la rebelión de los gomeros. "Posiblemente en aquella época fuese el centro de un grupo más amplio de fortificaciones provisionales o de menor entidad", destacan los estudios.

De las torres construidas durante la conquista de Canarias (Añazo o Gando), la del Conde es la única que se conserva en la actualidad.

Esta construcción es de estilo gótico tardío, tiene una forma prismática, con 15 metros de altura, y cerca de 40 metros de diámetro, con muros de dos metros de espesor. Tiene un encalado blanco, con sillares de cantería roja en las esquinas y osternta el honor de ser la construcción medieval (concretamente gótica) más meridional de las que se tiene noticia.

Su diseño original, precisan los investigadores, "vivió varias reformas, con Jacome Pelearo Fratin y Leonardo Torriani. Fue declarada Monumento Histórico Artístico el 13 de diciembre de 1990."

Millares Torres dice de ella: «En el último tercio del siglo XV era un sombrío edificio que, cual otro castillo feudal, presenció los actos más notables de la modesta historia de aquella Isla".

Cuentan que en esta torre se refugió la viuda del asesinado conde, huyendo de sus amotinados súbditos, allí acudió Pedro de Vera a salvarla de tan justa venganza y, bajo sus negras bóvedas, se ocultaron los amores de la misma con Alonso Fernández de Lugo. En sus almenas fueron ahorcados sin proceso alguno muchos de sus infelices vasallos, y en sus salones recibió hospitalidad el insigne Cristóbal Colón, al pasar con sus naos a descubrir las Américas.