Hay una historia que solo pueden contar las plantas. Dónde, cómo, cuándo y por qué crecen a determinada altitud, en ciertas condiciones de humedad o de calor, y por qué un día desaparecen, dejando paso a otras. A partir de ellas se elaboran fármacos, productos naturales o se estudia el cambio climático. Para conservar los especímenes vegetales protagonistas de tales eventos, y para mucho más, existen los herbarios. Los más antiguos datan de 1600 y son testigos de las transformaciones que la naturaleza ha experimentado con el paso del tiempo. La Universidad de La Laguna (ULL) alberga el más importante de Canarias.

En la planta baja del edificio de la Sección de Farmacia hay unas 130.000 muestras de especies (52.000 de plantas vasculares, 24.500 de hongos, 15.000 de líquenes, 15.000 de algas y 22.700 de briófitos) que cartografían la naturaleza de las Islas Canarias, de parte del resto de la Macaronesia y de otras zonas del mundo. Este archivo de la biodiversidad, que fue creado en 1969 por Wolfredo Wildpret, es único en Europa por la gran cantidad de especímenes de todos los grupos vegetales que conserva, pertenecientes a la fitodiversidad de las Islas. Este herbario científico se ha ido formando con el material vegetal objeto de estudio de las numerosas tesinas de licenciatura, tesis doctorales, proyectos, etc.

La consulta de estos especímenes es indispensable para realizar investigaciones relacionadas con la botánica canaria. Sin embargo, la crisis y la escasa implicación de la institución que alberga esta instalación hacen que el trabajo de los investigadores sea cada día más complejo y tenga un componente eminentemente vocacional en cuanto al mantenimiento.

El herbario también dispone de una amplísima palinoteca, es decir, una colección de preparaciones microscópicas de pólenes y esporas, que permite estudios taxonómicos, climáticos (calima), de alergología y melíferos.

El coordinador del Área de Botánica del Departamento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal de la ULL, Antonio García Gallo, lamenta que a pesar de que este herbario es, "probablemente, el más importante de los cinco que hay en Canarias", y que "figura institucionalmente como herbario de la Universidad", el centro "no lo haya asumido nunca como un capítulo aparte en sus presupuestos ni lo haya incluido dentro de los Servicios de Apoyo a la Investigación (Segai)".

"Hemos mantenido conversaciones con todos los rectores -hasta la llegada del actual, al que se solicitará audiencia en breve-, pero, desgraciadamente, no se han atendido nuestras quejas".

No se trata solo de que las instalaciones donde se encuentra el herbario no sean las más apropiadas. Apenas queda sitio para albergar más muestras y los profesores han tenido que habilitar, con mucha imaginación, otros espacios -armarios por los pasillos del departamento- para seguir archivando y compaginan su trabajo con el de "conservadores", que exige recolectar, prensar, catalogar e informatizar. Pero, además, también es muy complicado hacer frente a imprevistos. "Se nos acaba de averiar el congelador y si no se puede reparar tendremos que comprar uno nuevo", explica García Gallo después de saber que el presupuesto para los departamentos vuelve a descender en 2016. Sin congelador es imposible continuar esta labor, pues es la forma de asegurar la conservación de los especímenes: a 18 °C bajo cero se destruyen todos los insectos y las larvas presentes en las plantas prensadas y secas.

Juan Ramón Acebes Ginovés, uno de los investigadores encargados del herbario, explica la importancia de contar con unas instalaciones de este tipo. "El herbario es un elemento básico en los estudios sistemáticos o taxonómicos de la botánica. Por otra parte, las plantas son la base de importantes estudios para la obtención de productos naturales o químicos. Igualmente, al descubrir una especie nueva para la ciencia es obligatorio que uno o varios ejemplares de esas plantas secas estén en un herbario".

Este "archivo" de plantas también permite, a veces, conservar muestras de especies en peligro de extinción. Esperanza Beltrán Tejera, otra de las investigadoras que trabaja en el herbario, recuerda una especie con la que trabajó hace más de 30 años. "Estábamos estudiando una planta retamoide descubierta en la ladera de Güímar cuyas características no coincidían con las especies de ese género registradas en Canarias, y era necesario compararla con otra descubierta en Masca por el gran botánico Sventenius en los años 50 del siglo pasado. Solo pudimos encontrar un ejemplar, pero ese es el mayor tesoro que se puede tener en un herbario, porque no existe otro", explica. Desgraciadamente no la encontró en fruto, lo que pudo haber evitado su extinción, ya que otra vertiente de los herbarios es la de funcionar como banco de semillas.

La importancia del herbario desde el punto de vista de la investigación es indudable, pero también desde el de la docencia. La extraordinaria biodiversidad y la fragilidad del medio ambiente insular donde esta se desarrolla hacen que sea obligado su conocimiento para estos profesionales. García Gallo, Acebes Ginovés, Beltrán Tejera y otros profesores y científicos del departamento luchan todos los días para que este herbario representativo de la naturaleza de Canarias siga a buen ritmo y en progreso, pero instan a las instituciones académicas y públicas a poner de su parte para que esta historia siga escribiéndose.