El desempleo, la precariedad y la falta de expectativas han cambiado la vida de millones de personas. El efecto ha sido tan brutal que ha incidido hasta en la vida de quienes aún no han nacido. El último número de la revista "Panorama Social", editada por Funcas, hace balance de la crisis sufrida entre 2008 y 2014. Durante estos años, concluye la investigación, se ha producido un rejuvenecimiento de la pobreza, ha aumentado la desigualdad, ha descendido la fecundidad y se ha retrasado la edad del matrimonio. Ha ocurrido en muchas regiones de España, pero de manera especialmente significativa en algunas como Canarias, donde la tasa de "primonupcialidad" se ha postergado considerablemente y ha descendido la natalidad. En otras palabras, la demografía ha sentido el impacto de la crisis. Lo que queda por averiguar es si se trata de un hecho coyuntural o si será un fenómeno estructural.

La tendencia la deja en evidencia el mapa que ha dibujado la precariedad. La edad del primer matrimonio se ha retrasado más donde más ha crecido el paro -Canarias, Andalucía, Murcia y Castilla La Mancha- y de forma menos acusada donde el desempleo se ha incrementado menos (Navarra y País Vasco). Es decir, los jóvenes siguen casándose cada vez menos y más tarde en toda España, pero el aumento de la edad al matrimonio durante los años de la crisis ha sido proporcionalmente superior en aquellas comunidades autónomas donde más inseguridad laboral y económica se ha detectado.

Parte del descenso del número de matrimonios y del retraso de las uniones está estrechamente relacionado con el aumento de la cohabitación, que "está desplazando al matrimonio como vía de formación de pareja, en algunos casos como preludio de este y, en otros, como alternativa".

El estudio de Funcas reconoce que en épocas de crisis es normal esperar una modificación en la formación de parejas y nuevos hogares, pero señala que no es tan sencillo predecir cómo será ese cambio. "Por una parte, un contexto de elevado desempleo e incertidumbre económica disuade a muchas parejas de contraer matrimonio". Pero, por otra, "el matrimonio confiere beneficios fiscales y permite beneficiarse de economías de escala, por lo que también es plausible que el número de matrimonios aumente en tiempos de crisis".

Los datos referidos a España muestran que el tipo de cambio que se ha producido ha sido el primero. Partiendo de esta base, los expertos reunidos por Funcas consideran que las barreras a la formación familiar están siendo en gran parte económicas y que la opción de irse vivir juntos es más flexible desde el punto de vista de los requisitos normativos - no suele ir asociada, por ejemplo, a tener una vivienda en propiedad, cierto capital acumulado o trabajo estable, como tradicionalmente ha ocurrido con los matrimonios-.

Esta nueva modalidad de unión "se adapta mejor a los tiempos de crisis e incertidumbre laboral". Desafortunadamente, no hay estadísticas oficiales anuales de formación de parejas de hecho que también permitan medir de forma precisa la repercusión de la crisis en su evolución.

La transformación del modelo de familia no se ha sentido solo en la modalidad de la unión. A excepción del País Vasco, el indicador de fecundidad ha disminuido en todas las comunidades autónomas durante la crisis, aunque el informe destaca que ese descenso ha sido más acusado en casos como Canarias (-16,2%), Castilla-La Mancha (-14,3%), Baleares (-14,1%) o Andalucía (-14%) que en otras como Navarra (-3,3%), Castilla y León (-4,2%) o Galicia (5,1%). Además, en 2014 el Índice Sintético de Fecundidad (ISF) más bajo lo registró Asturias (0,99), seguida de Canarias (1,03%) y Galicia (1,07%). Este indicador también ha disminuido más en aquellas regiones donde más ha aumentado el desempleo a lo largo de estos años de crisis. Esta correlación fue más evidente durante los primeros años de complicaciones económicas (2008-2011).

La investigación demuestra que, a raíz de la crisis, la fecundidad en España se vuelve a situar, al igual que en los años noventa, entre las más bajas del mundo. Las mujeres y hombres tienen pocos hijos, a una edad tardía y su descendencia final está por debajo de sus aspiraciones personales.

Estas conclusiones, incluidas en el capítulo "Tras las huellas de la crisis económica en la demografía española", han sido detalladas por los investigadores Teresa Castro-Martín, Teresa Martín-García, Antonio Abellán, Rogelio Pujol y Dolores Puga, que han intentado abordar una realidad poco documentada en España, al contrario que en otros países europeos. "La crisis económica iniciada en 2008, por su duración y severidad, está dejando huella en los comportamientos familiares, reproductivos, migratorios y relacionados con la salud de los individuos y, de forma agregada, en los indicadores demográficos", exponen los expertos.

La crisis y la incertidumbre económica asociada "suelen tener un efecto paralizador en las personas, frenando transiciones como la emancipación juvenil, la formación familiar o la ruptura de pareja, e incluso la movilidad y los cuidados de salud". En general, las trayectorias vitales de muchos individuos se ven alteradas y es posible que las consecuencias no afloren de inmediato, sino en el futuro, alertan los investigadores de Funcas.