Nunca deja indiferente y sus mensajes, se compartan más o menos, suelen traer sustancia y cola. El exconsejero regional de Economía, exdiputado nacional por CC y exdirigente de Ican y, antes, el PCE, José Carlos Mauricio, dejó claro ayer en Radio El Día que la refundación del que sigue siendo su partido (CC), tal y como reclaman algunos líderes nacionalistas, no solo resulta urgente e imprescindible, sino que, de lo contrario, la formación se dirige al abismo electoral y casi la insignificancia política. Entrevistado por Sonnia Chinea, el veterano político grancanario, ya retirado, cree que esa renovación a fondo no debe pasar del plazo de un año y ha de ir de la mano de un cambio profundo del discurso y la acción política que suponga una verdadera modernización y adaptación a los tiempos.

Mauricio fue más allá y aseguró que, en estos momentos, por el apoyo electoral en las nacionales del 20D y por la casi nula influencia en Gran Canaria, CC no merece ni ese nombre, sino que debería volver a la nomenclatura de los 80 hasta 1993: AIC. De hecho, recordó que esa formación de agrupaciones insularistas logró en 1989 unos 80.000 votos (que le permitieron un diputado por la provincia tinerfeña, Luis Mardones), cifra similar a la del pasado diciembre, lo que contrasta con los 250.000 de cuando se forma CC y acude a las generales de junio de 1993.

Para el exdiputado, y aunque los considera buenos políticos, con la juventud de Fernando Clavijo, Carlos Alonso y hasta la propia Ana Oramas, su discurso es "viejo", mira al pasado y no al presente y futuro. En su opinión, que Alberto Rodríguez (Podemos) obtuviera acta de diputado por Tenerife y no Alonso prueba que este partido, como Colau en Barcelona, sí ha entendido la situación social por la crisis y ha logrado llegar a las personas que peor lo pasan, sobre todo en Santa Cruz, ciudad de la que dice que presenta peores cifras de exclusión que Las Palmas.

Por eso, exige un giro social y considera que, de asentarse una visión conservadora en CC (lo que choca con el pacto regional y el apoyo al de Sánchez y Rivera), el partido puede solo ahondar en su debilitamiento y asemejarse a la Chunta (Aragón) o UPN (Navarra).

Sobre la situación nacional, y aunque no descarta las elecciones ni un pacto en función de las encuestas, cree que se está en una segunda transición, pero con la diferencia de que, frente a la de los 70, esta vez los extremos, PP y Podemos, se han fortalecido mucho.