El juzgado ha admitido a trámite una querella criminal presentada contra tres médicos del Hospital Universitario de Canarias (HUC) por la muerte de una menor de 13 años tras una intervención por laparoscopia.

En concreto, a los tres facultativos se les acusa de un presunto delito de homicidio por imprudencia grave y profesional.

Los hechos se remontan al 9 de junio de 2014, cuando la niña fue ingresada para una intervención quirúrgica de fundiplicatura de Nissen laparoscópica. Con ella trataba de evitarse el reflujo gastroesofágico que sufría la niña y que no había logrado remitir con los diferentes tratamientos médicos administrados.

Poco después de salir de la intervención, la niña comenzó con "un fuerte dolor abdominal en el lado derecho y náuseas" y también vomitó, según consta en los diversos informes médicos.

Sin embargo, los familiares que acompañaban a la niña durante el postoperatorio aseguran que, aunque la enfermera mandó llamar a la pediatra o médico de guardia, este no apareció y le pautó analgésicos para el dolor. "Esta es la primera de las cinco veces que se llamó a la pediatra de guardia y que nunca compareció", señala el abogado y doctor en Derecho Penal Andrés Martín, que representa a la familia de la niña.

La madre de la menor relata en la querella que desde que la niña fue trasladada a planta "no paró de vomitar" y que "la orina era de color calabaza, tirando a naranja". "Pasó la noche muy mal, con mucho dolor", refirió.

El perito que ha elaborado el informe en el que se basa la querella sostiene que "el abdomen agudo se caracteriza por dolor intenso, a menudo, de aparición súbita y que suele impedir el movimiento corporal, y en los pacientes en los que el dolor persiste más de seis horas suele requerir una operación urgente. Si se retrasa la operación, las posibilidades de complicaciones aumentan considerablemente". Asimismo, añade que "la prontitud del desencadenamiento del dolor" y su "intensidad, persistencia y resistencia a la analgésica ha de inducir a pensar en posible y grave complicación".

En este sentido, en la querella también se sostiene que en el consentimiento informado se "reconoce que pueden existir complicaciones que requieren una intervención quirúrgica inmediata", en las que se encuentran "lesiones en órganos vecinos".

Esto, al parecer, fue lo que ocurrió en el caso de la menor. Ya que cuando llegó al Hospital La Paz de Madrid para un trasplante de hígado, el 27 de julio de 2014, el departamento de Anatomía Patológica realizó un informe en el que se relatan "diversos cortes discontinuos de 3,5 x 3 cm y de 4 x 1,2 cm capsulares" y "la extracción de una cuña de tejido de 2 cm".

En este sentido, la demanda se basa en la supuesta mala praxis de los tres facultativos por no realizar las pruebas pertinentes. Al parecer no se realizaron analíticas ni pruebas diagnósticas a la menor en los tres días que siguieron a la operación, a pesar del intenso dolor que sus familiares dicen que sufría.

Cuando el 14 de junio de 2014 se le realiza un TAC la niña ya presentaba un cuadro grave con líquido en los pulmones y trombosis intrahepática.

La menor falleció 36 días después, en Madrid, donde fue trasladada para un trasplante de hígado. La querella afirma que la muerte se produjo por "diversas complicaciones que tienen su origen en la falta de diagnóstico y de una inmediata intervención quirúrgica".

La Dirección del HUC ha declinado hacer declaraciones sobre este caso por respeto a la Ley de Protección de Datos y por respeto al proceso judicial.

"Le juré a mi hija que su caso saldría a la luz"

Edelcia Abreu, la madre de la menor fallecida, juró a la niña cuando esta estaba en sus últimos momentos que lucharía porque se hiciera justicia. "Le juré que sacaría a la luz pública todo lo que le pasó", explica a EL DÍA. De hecho, la familia mantiene un perfil público en Facebook denominado "Nuestro ángel, Sheila", donde cuelgan fotos y recuerdos de la menor.

Edelcia sostiene, aún emocionada, que la muerte de la niña ha "roto la vida" a la familia.

"Ella se quejaba, se quejaba, cómo es posible que no le hicieran ni una analítica", se pregunta hoy, en referencia a los tres días siguientes a la operación.

"Sheila de todo era el centro, era hermosa, guapa, fuerte...", explica.

Para Edelcia la vitalidad de la niña era el pegamento que mantenía unida a más de una veintena de miembros de la familia cercana con su vitalidad. "Ya no nos reunimos en Navidad, no podemos", explica.

Todos ellos están bajo tratamiento para superar la pérdida. "Ha sido un mazazo", reconoce.

La madre de la menor recuerda que la operación a la que se sometió a su hija normalmente es sencilla, con solo dos días de hospitalización tras la intervención.

Con rabia recuerda que le llegaron a decir que la niña "era una mimosa", cuando ella sabía que "el dolor era real". "Las mentiras que nos hicieron creer", dice.

Tras su pérdida solo le quedan las fotos, un largo camino legal y una certeza de madre: "A Sheila me la mataron en el hospital". Además de los gastos de repatriación del cadáver de la menor, que explica que no cubre el Gobierno de Canarias.

Un triste final para una vida tan joven.