María Pilar Vázquez Santos ingresó ayer en la Real Academia de Medicina de Canarias. Es la segunda fémina que obtiene un sillón como numeraria en esta institución.

La doctora Vázquez, natural de Mieres (Asturias), pronunció ayer el discurso titulado "La mujer, entre la ciencia y el olvido", en el que hizo un resumen de su vida y actividad profesional.

"Yo, por ser mujer, tuve que mantener una lucha constante con mis compañeros por hallar un lugar en el propio servicio y por encontrar un trabajo con posterioridad", dijo. Eran, recordó, 14 hombres residentes y una mujer.

En su discurso, no obstante, habló de esos ginecólogos más experimentados que "comentaban por lo bajo que ellos creerían en la mujer ginecólogo cuando la vieran practicar unos fórceps". Y, cómo no, las "frases paternalistas [...] de compañeros que se preocupaban por mí, sin que yo se lo pidiera; tan solo por ser mujer".

El empeño que su madre (ayer presente en el acto) puso en que ella y su hermana tuvieran más estudios que ella misma la ayudó a superarse.

Para intentar conciliar su vida familiar y profesional, la doctora Vázquez abrió una consulta privada en La Laguna. "En los 80-90, a mi consulta lagunera llegaban jóvenes, en ocasiones sin permiso paterno, a solicitar información sobre el tema tabú de aquellos años, que eran las relaciones sexuales y sus consecuencias", recordó en su discurso.

Vázquez se refirió a "los indudables inconvenientes de ser mujer" y explicó que el título de su conferencia pretendía "sintetizar la frustración que produce querer llegar y no poder hacerlo, por ser mujer". "Esta consideración quizá ha pasado a mejor vida y hoy se nos valora y se nos respeta", añadió.

También habló de la "impresionante presión asistencial" y de las listas espera de las que los facultativos son muy conscientes sin tener o hallar una solución mágica para ellas. En este sentido, planteó como "necesaria" "la incorporación, en los centros de salud, de un acceso fácil al ginecólogo, imposible hoy en día, en el organigrama del SCS".

Asimismo, también reivindicó la figura del "médico humanista", que escucha al paciente.