Quien los dé por amortizados, por suflé pinchado, divididos o debilitados, debió pasarse en la tarde de ayer por el parque de La Granja de Santa Cruz de Tenerife para concluir lo contrario. Podemos está muy vivo, mantiene su capacidad de movilización casi intacta (por lo menos ayer) y su discurso, lejos de cansar a sus seguidores, parece reforzado, como autoafirmado, relanzado: reimpulsado. Si, encima, lo que pareció el primer acto de campaña en la Isla lo protagoniza uno de sus líderes intelectuales, Juan Carlos Monedero, solo falta que cuaje el posible pacto con IU para que el anhelado y fracasado "sorpasso" de Anguita al PSOE en los 90 sea más que previsible el 26J. De hecho, Monedero lo dio ayer por hecho para regocijo general: "(La desunión) se ha acabado", dijo.

Con todas las sillas ocupadas pero con mucha más gente de pie (de todas las edades) y hasta desde ventanas, Monedero apareció casi como una estrella de cine, saludando mano en alto y abrazándose a compañeros. Ayudó, por supuesto, la banda sonora de "Cazafantasmas", pero es que su discurso fue propio de quien quiere espantar fantasmas y reivindicar los motivos por los que crearon Podemos hace 2 años y por los que obtuvieron 5 millones de votos.

Eso sí, indicó antes a los medios que Sánchez tenía buenas intenciones, pero el PSOE no le permitió pactar con ellos, "empeñándose en que 130 diputados son más que 161". Además, le quitó importancia a la dimisión de la dirección en La Palma, resaltó a Rossell frente a Soria, confirmó a Iglesias como líder indiscutible y se mostró seguro de que, pese a las campañas en contra ("Irán, Venezuela, ETA..."), el apoyo del 20D, lejos de diluirse, lo reeditarán o reforzarán ahora.

Empezó luego con humor, recurso habitual que no dejó de usar, incluso al final, ya con altavoz ante los problemas de sonido y criticando a su padre por votar a Vox. Lo utilizó primero por abrazarse a Alberto Rodríguez y decir que no olía mal o aludir a uno de sus profesores, que exigían aprender sin ejemplos, a lo que le preguntó si podía poner un ejemplo. Y todo para pedir que se cree una nueva dimensión para no seguir "recibiendo palos" de los mismos.

Reclamó luego el voto joven, confió en que muchos regresen para contribuir al "sorpasso" ("solo posible ya si votasen los inmigrantes"), defendió a los periodistas ante situaciones como la de Cebrián (con la paradoja de "un amigo iraní"), censuró las incongruencias de las tesis liberales y, con aliños históricos, reivindicó la necesidad de recordar que "la democracia no la trajo ni el rey, ni Suárez, ni Felipe o Fraga, sino gente de pelo blanco, negro...". El pueblo, vaya.

Exigió, pues, "el derecho a la memoria" y recordó que Fraga fue un ministro de una dictadura, que hubo GAL con el PSOE o que el rey homenajeó en Francia a los republicanos que lucharon contra los nazis, "cuando debe hacerlo aquí". Además, alertó del tratado TTIP, criticó a Rivera como "muleta del bipartidismo" e instó al votante del PP a pensárselo, esta vez, dos veces ante tanta corrupción.

En las preguntas, tantas que una niña, al son de "sí se puede", tuvo que elegir una para acortar, pidió a los simpatizantes que reactiven los círculos como la verdadera sangre del partido y que contrarresten el "miedo" al que recurre la derecha con humor para demostrar que no "quitaremos las vacas, tal y como se le dijo al PSOE en el 82". Por supuesto, de gobernar, tratarán de hacerlo bien distinto.