Que el agua de una botella sea cristalina no quiere decir que sea apta para el consumo, las plagas que atacan a la papa pueden controlarse sin necesidad de usar insecticidas y con un telescopio rudimentario es posible observar en detalle el Sol sin salir del cole. Numerosos científicos sacaron ayer sus investigaciones a la calle y explicaron a alumnos, turistas y vecinos muchos de los estudios que se llevan a cabo dentro de la Universidad. A la feria de vocaciones científicas no acompañó el tiempo ni el calendario -es época de exámenes-, pero eso no impidió que muchos curiosos se acercaran hasta el casco de La Laguna y descubrieran las aplicaciones de muchas carreras técnicas en nuestras vidas.

Raimundo Cabrera, profesor de Fisiología Vegetal en la ULL, es uno de los docentes que pasó la mañana de ayer dando cuenta del objetivo de la nueva cátedra universitaria que ha decidido CajaMar sobre el sector agroalimentario y los estudios que están llevando a cabo en el centro para el control ecológico de plagas en la papa. En un expositor repleto de "bichitos", el docente reivindicó todo lo que un universitario puede aportar a la agricultura. Y puso como ejemplo un grupo de investigación que analiza, con apoyo del Cabildo, cómo contener la polilla que ataca a estos cultivos. El año pasado realizaron una experimento con siete agricultores en Icod El Alto, pero este han aumentado la muestra y han conseguido que 70 participen. Estas experiencias se basan en "ecología aplicada", usan a los "enemigos naturales" de las plagas para combatirlas: son los encargados de "parasitar" las larvas, es decir, crecer dentro de ellas y no dejar que pongan huevos, lo que frena su expansión. Para lograr que funcione "no se pueden usar insecticidas en el campo", algo difícil de comprender para el agricultor tradicional.

La búsqueda de nuevas herramientas para controlar las plagas lo ha llevado a colaborar con investigadores de otros centros para analizar las propiedades de los hongos endófitos. Gracias a ese trabajo, este grupo logró una patente con el CSIC y la Universidad de Zaragoza que ha servido para diseñar un repelente natural que va a explotar una empresa colombiana. La prueba más evidente de que este tipo de investigación no solo es de gran utilidad, sino también rentable, es que una exalumna, Tamara Jiménez, creó una empresa para el control de la plaga de la papa a partir de la ecología aplicada. Los universitarios que trabajan allí creen que esta fórmula de control debe generalizarse y que hay que difundir los peligros de no recoger la papa bichada -es un foco de la plaga- en un territorio en el que se cultiva papa todo el año.

La capacidad de difusión es una de las claves para fomentar las vocaciones. Por eso, una representación del Museo de la Ciencia y el Cosmos se dedicó, mientras el tiempo acompañó, a enseñar el Sol a partir de tres telescopios. Desde el más básico -el que prestan a los colegios para que los alumnos empiecen a descubrir las estrellas- hasta uno más profesional. "Queremos que aprendan a observar", destacó.

A mirar de otra manera también ayudaban las científicas del grupo de investigación Química Analítica Agroalimentaria y Medioambiental, especialistas en el análisis de aguas de consumo y en subproductos de desinfección. "Si tienes una botella de agua cristalina y otra turbia creerás que debes beber la primera, pero ¿y si esta solo contiene tierra y la otra una bacteria?". Su trabajo es localizar los contaminantes y aislarlos.

En una muestra así no podía faltar el Servicio General de Apoyo a la Investigación, que sirve de ayuda a científicos de la Universidad, pero también a las empresas. "Prestamos servicios de Criminalística Forense, Bellas Artes, Biología o Fonética", detalló Alicia Torres. Porque la ciencia no ocurre en los laboratorios: la ciencia, aunque se nos olvide, hace que todo lo demás ocurra.