La abogada y exdecana del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife Carmen Pitti recibió en la tarde de ayer la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort por su trayectoria profesional, un reconocimiento otorgado por el Ministerio de Justicia.

El acto protocolario, que se desarrolló en la sala de Cámara del Auditorio Adán Martín de Tenerife, también sirvió para homenajear a aquellos profesionales que llevan 25, 40 y 50 años ejerciendo la Abogacía, para la jura de 30 nuevos letrados, con sus respectivos padrinos, así como para rendir un emotivo homenaje a aquellos que han fallecido recientemente.

La portavoz de los abogados veteranos, María Dolores Pelayo, definió a Carmen Pitti como "una mujer valerosa", que desarrolló dos mandatos completos (10 años) al frente del Decanato, y "volcada en sus compañeros".

Pitti manifestó que "soy una mujer de retos y este (el de recibir la distinción de ayer) era uno de ellos".

La exdecana manifestó que se le otorgó la Cruz de Honor en el año 2007 y que la recibió ayer, "casi 10 años después", gracias al empeño del actual decano, José Manuel Niederleytner.

De forma inevitable, Carmen Pitti recordó sus orígenes y su capacidad de esfuerzo desde que era una niña.

Pitti evocó que, cuando era una menor, su primer reto fue aprobar dos cursos en uno para acceder el mismo año que su hermano a Bachillerato.

Su segundo desafío, que le marcó la vida, fue llegar a ser abogada, "algo insólito" en su municipio de nacimiento, Granadilla. De hecho, cree que fue la primera mujer universitaria de dicho municipio. El tercer reto en la vida de Pitti fue llegar a ser decana del Colegio de Abogados de la provincia; una aspiración que anheló en silencio y que disfrutó cuando lo alcanzó. La década al frente del citado órgano colegial de los letrados de Santa Cruz de Tenerife fueron calificados ayer como "los más plenos de mi vida personal y profesional". Tuvo emotivas palabras de agradecimiento para toda su familia, especialmente para sus cinco nietos.

María Dolores Pelayo definió el ejercicio de la Abogacía como "pedir para otros y según la ley" y reivindicó para todos sus compañeros "el respeto de los demás actores" de la Administración de Justicia.

Pelayo aseguró que "son tiempos complicados", pues "cada vez se deteriora más la seguridad jurídica", que es principal factor para que se desarrolle la arbitrariedad y la injusticia. Aseguró "no queremos un país sucio", en referencia al término inglés "dirty country" para aquellos estados donde la legalidad está en entredicho. Animó a sus colegas a propugnar un Pacto por la Justicia, por el conocimiento que tienen de los juzgados y por tener conocimiento de las demandas de los clientes.