A muchos maestros les llega la hora de jubilarse cuando su vocación sigue muy viva. Unos cuantos se resisten y siguen acudiendo a su centro voluntariamente. Un sector del profesorado ha planteado a la Consejería de Educación una reivindicación que está contemplada en la ley educativa autonómica: diseñar una normativa que introduzca la figura del profesor emérito. Entre los sindicatos canarios hay opiniones encontradas. ¿Debe la escuela pública retener la experiencia? ¿Cómo repercutirá esta plantilla en la incorporación de savia nueva?

Nadie duda de que la experiencia es un grado. En las universidades, las canarias y las de todo el mundo, la presencia del profesorado emérito en las aulas es norma: es frecuente que los profesores tengan un periodo de gracia tras la jubilación. En colegios e institutos, en cambio, es una novedad. En España, solo Extremadura ha regulado esta posibilidad en la escuela pública. Sin embargo, esa teoría apenas se ha llevado a la práctica.

Insucan es una de las organizaciones más reacias a la incorporación de este tipo de docentes. No se trata de menospreciar el conocimiento adquirido, sino de consensuar el papel que tienen dentro de los centros. José Ángel Amador, representante del sindicato, insiste en que estos profesores nunca deben sustituir un puesto de trabajo. Para garantizar que eso no ocurre, Insucan propone crear una "base de datos" donde puedan inscribirse los docentes que quieran participar esporádicamente impartiendo alguna charla o seminario.

José Ramón Barroso, secretario de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras, tiene una opinión similar. "CCOO no defenderá la figura del profesor emérito si ello supone la sustitución o eliminación de puestos de trabajo para que sean desarrollados por docentes jubilados, pues de nuestros principios, el más trascendental es el derecho al trabajo, al empleo", zanja.

Barroso va más allá y critica el "extraño" valor que le han dado las distintas consejerías a la experiencia profesional de los docentes. Este sindicato "no entendería -sería ilógico- que la consejería dirigida por Milagros Luis, de Coalición Canaria, menospreciara la experiencia docente como un valor imprescindible para la mejora de la calidad educativa cambiando el sistema de regulación de las listas de empleo en 2010 y ahora, en cambio, Soledad Monzón, del mismo partido político, use esa misma experiencia como un valor insustituible y prioritario para mantener en situación de semiactivo a personal que ya ha llegado o ha optado por la jubilación". En 2010 se modificó el decreto que regulaba las listas de empleo y, desde entonces, el profesorado interino debe presentarse siempre a las oposiciones para acreditar sus conocimientos y seguir en la lista de empleo de su especialidad.

Pedro Crespo, presidente de Anpe Canarias, se sitúa en el lado contrario. Explica que esta prórroga de la vida laboral es una demanda constante entre los docentes que se jubilan y que es un error desperdiciar todo lo que pueden aportar a las aulas. Subraya que el objetivo nunca será reducir las contrataciones del profesorado interino o convocar menos plazas públicas, sino "simplemente tener una herramienta más" para mejorar el sistema. El representante sindical demanda, además, que la Consejería recupere el acto de reconocimiento a las promociones de docentes jubilados que se celebraba antes de que los problemas económicos llegaran. "Apenas tienen coste, pero sí un valor simbólico para quienes han entregado su vida a la docencia", destaca.

Gerardo Rodríguez, del STEC-IC, explica que su sindicato también está a favor de que estos docentes puedan seguir vinculados a sus escuelas, pero plantea unos requisitos que van en la misma línea que otros sindicatos. "Nos parece bien que exista esa figura siempre y cuando no sea un obstáculo para que aquellos docentes en activo que quieran desarrollar un proyecto en un centro lo puedan hacer. Por ejemplo, una comisión de servicios que ponga un profesor para un proyecto en la biblioteca escolar no puede desestimarse argumentando que la colaboración de un emérito ya es suficiente. Por ello, aconsejamos que las funciones del docente emérito estén centradas en el ámbito del asesoramiento por su experiencia, pero que no pueda tener ninguna otra que obstaculice o sirva como argumento a la Administración para no conceder una comisión de servicio", señala. "Además, el profesor emérito tampoco puede tener horas lectivas o complementarias que resten a los decentes en activo".

La Consejería, por su parte, dice que su intención es consensuarlo con todos los sindicatos. Porque lo que está claro es que tanto la Administración como los representantes de los docentes tienen algo claro: los referentes, mejor tenerlos cerca.

La ULL, sin eméritos pero sí con honorarios

TraLa Universidad sigue reconociendo la experiencia, pero no paga por ella. Es la consecuencia de la crisis económica. Desde hace unos años, el centro lagunero convoca plazas para profesores honorarios pero no para eméritos. La diferencia es que no perciben ninguna retribución por su aportación a la institución. Cada año se proponen nueve plazas. Los candidatos, eso sí, deben cumplir con un expediente académico impoluto: tener líneas de investigación abiertas o haber acreditado tres sexenios de investigación. En otras palabras, cualquiera no puede ser emérito.

La actividad académica que desarrollan tiene carácter excepcional y no están autorizados a desempeñar ningún cargo en el centro. Su labor es esencialmente investigadora. El objetivo, retener el talento todo el tiempo que sea posible.

Nueva convocatoria

El 21 de julio la ULL publicó una nueva convocatoria que recoge los requisitos para el profesorado que quiera optar al título de docente honorario. La solicitud de renovación tendrá que ser avalada por el Consejo de Departamento en votación secreta y con el voto favorable de las tres quintas partes del total de miembros.