Raimundo Baroja llegó en diciembre de 2015 a la presidencia del Consejo Social de la Universidad de La Laguna, el órgano que representa a la sociedad -desde empresarios hasta el Parlamento- en la institución. El también vicepresidente de DISA es consciente de las limitaciones del órgano que preside, pero pone el foco sobre muchos asuntos que afectan a la gobernanza y eficiencia de los centros de formación superior de España. "Son la clave del progreso de las sociedades", subraya.

¿Los universitarios de La Laguna salen lo suficientemente formados como para cumplir las expectativas de los empresarios?

Se puede abrir un debate. Desde la ULL se tiene la percepción de que salen formados, pero también desde la parte empresarial se oyen comentarios que dicen que les gustaría tener un acercamiento más real a la universidad e intentar aportar o sugerir temas en los planes de formación. Pero yo diría que la respuesta es que sí, que hay una satisfacción general de la orientación que da La Laguna a los estudiantes.

Hace unos días la ULL presentó su primera spin off. ¿Cree que el hecho de que sea la primera es un síntoma de la relación que hay entre la Universidad y el mundo empresarial?

Es la vía a seguir. Para nosotros es la primera, pero otras universidades tienen ya varias. La ULL debe potenciar la investigación, que suele ser la parte pobre de la sociedad. No se le dedica dinero suficiente. En La Laguna hay investigadores muy buenos y se está haciendo todo lo posible, pero los medios son muy escasos.

¿Cómo frena el escaso tejido industrial el desarrollo de más investigación?

El tejido industrial es muy pobre y está muy atomizado, lo que dificulta mucho la inserción de los egresados. En el caso de la spin off, se trata de una rama de alta tecnología, que está sirviendo para crear nuevos puestos de trabajo en Canarias.

¿La estructura económica está expulsando a los titulados fuera de las Islas?

En Canarias casi el 90% de las industrias son pymes. Y las industrias y empresas pequeñas son muy reacias a incorporar a universitarios: no lo ven necesario. Pero la ULL está haciendo un esfuerzo para crear becas que favorezcan la empleabilidad. Se trata de que pequeñas empresas acojan a estos chicos en el primer año de actividad profesional, con coste cero para ellas. Ya se está haciendo y hay una satisfacción total por parte de estas pequeñas empresas. Pero hay otro problema. No siempre coincide la oferta con la demanda de puestos de trabajo. Se puede ajustar algo, pero nunca va a funcionar al 100% porque siempre hay vocaciones y otros factores que determinan qué va a estudiar un chico.

La Universidad está haciendo cursos para orientar al alumnado hacia carreras técnicas, especialmente a las mujeres. ¿Le parece que es una política necesaria?

Hay que acabar con la desorientación que tiene el estudiante de Bachillerato cuando llega a la Universidad. ¿Y por qué sabemos que tiene esa desorientación? Por el índice de fracaso y los pocos aprobados que hay los primeros años. Las cifras no son buenas. Solo el 40% aprueba la totalidad de las asignaturas en la ULL.

El rector de la ULL y el director de Universidades han reconocido que las cifras de rendimiento no son buenas...

Debemos ser críticos con nosotros mismos. Cuando una carrera de cuatro años está requiriendo seis, siete y ocho años para desarrollarse, algo va mal. Cuando una universidad tiene un 14,5% de abandono, algo va mal. Cuando los alumnos que vienen de Bachillerato cambian de carrera o el primer año no aprueban ni una asignatura, algo va mal. Por tanto, hay que reflexionar sobre qué medidas hay que tomar para que no existan esos desajustes en la entrada en la Universidad y que la Universidad ponga también medidas para encarrilar un poco la formación desde el inicio. No puede ser que una carrera de cuatro años dure lo que está durando ahora.

Eso tiene un coste para el sistema público...

Exacto. La universidad tiene un número de alumnos matriculados que no se corresponde con el número de alumnos que salen egresados cada año. Hay que hacer algo con eso porque es dinero público.

El Consejo Social de la ULPGC publicó recientemente un informe detallando cuánto aportaba el alumno y cuánto la Administración al precio real de la matrícula...

Me parece una iniciativa genial. Todo el mundo se queja de que la matrícula es muy cara, y posiblemente tengan toda la razón del mundo, pero es que una plaza en la ULL cuesta, según las estadísticas del Gobierno - las últimas publicadas son de 2014- 6.000 euros. Y el alumno aporta de promedio 1.000. Los 5.000 euros restantes no vienen de Europa, no vienen del Gobierno central, no vienen de la Comunidad Autónoma: vienen del contribuyente. Hay que tener un poco de conciencia de que el contribuyente está poniendo 5.000 euros por alumno de sus impuestos y el alumno pone 1.000. Podemos discutir sobre si es el sistema adecuado o no, pero me parece genial el mensaje que manda el Consejo Social de la ULPGC, porque los alumnos están muy instruidos en sus derechos, pero también deben saber cuáles son sus obligaciones.

Sin embargo, Canarias está a la cabeza en número de ayudas asistenciales para estudiar...

En las Islas hay muchas ayudas de diferentes tipos. El Ministerio, la Comunidad Autónoma, los cabildos, los ayuntamientos... Creo que sería una buena idea tener un órgano centralizador de todas estas ayudas y que no se den situaciones que no son deseables.

¿Cómo valora el efecto de la crisis en las universidades canarias?

La crisis, en los últimos seis años, ha representado a la ULL un no ingreso de más de 130 millones. Y La Laguna suele gastar 150 millones al año. Eso en seis años. Aún así, los recortes, en la universidad canaria han sido inferiores a los recortes de la media nacional. El Gobierno canario ha hecho un gran esfuerzo, pero los recortes han traído graves problemas de mantenimiento de infraestructuras y de crecimiento de la masa salarial.

¿Cómo afecta a la investigación el hecho de que la ULL tenga una de las plantillas más envejecidas del país?

No sé si el problema es la edad o la estructura salarial. En las universidades españolas debería existir una ficha personal por investigador y que se pudiera vincular parte de la retribución al esfuerzo de ese investigador. Es necesario que el investigador tenga una cantidad variable en su remuneración.

Ustedes acaban de aprobar una nueva norma de permanencia menos exigente. ¿Mejorará el rendimiento de los alumnos de la ULL?

La norma se adapta a la realidad de la Universidad en cuanto al progreso de los estudiantes. En algunos casos sí podrá repercutir en una mejora.

¿Habría que articular otras medidas para mejorar el rendimiento?

Sí. Pero no son retos de la Universidad de La Laguna únicamente, sino de las universidades nacionales. Hoy la ULL está en la primera división de la educación superior. En el ranquin más prestigioso, el de Shanghái, estamos en el puesto 18 de las universidades nacionales. El objetivo del rector es colocarla entre las 500 a nivel mundial.

Pero, ¿cree que la sociedad comparte esa percepción de que la ULL no es una mala universidad? Hay otros ranquin que no dejan tan bien a la Universidad...

Hay algunos que colocan a La Laguna en segunda división, pero la gran mayoría lo colocan en primera división. Uno de los fuertes es la investigación. La ULL es muy activa en publicaciones en revistas científicas a nivel global; es una universidad de referencia. Y no digamos nada ya de institutos como el Astrofísico.

Muchos universitarios están haciendo trabajos por debajo de su cualificación, sobre todo en las Islas. ¿Es culpa de los empresarios, que les hacen contratos que no se ajustan a su formación?

Hay varias razones. Una es que los empresarios los contratan para hacer trabajos inferiores, pero no dicho de esa manera, porque parece que es culpa del empresario. Puede haber una necesidad de ajustar la oferta y la demanda. Y, además, hay que tener en cuenta que hoy, si quitas las carreras vocacionales, casi nadie que está trabajando en lo que ha estudiado. Hay que entender que la formación universitaria no es sobre unas asignaturas concretas. Los estudiantes de hoy tendrán que irse reciclando para estar al día dentro de cinco o diez años. Muchas de las carreras de nuestro catálogo van a desaparecer y aparecerán otras nuevas. En el mundo anglosajón esto está superado desde hace 50 años. Ya entonces tú te podías encontrar a un arquitecto que no diseñaba casas y que era vendedor de elementos de arquitectura. En España eso era imposible. Tenemos que cambiar los esquemas.

¿La ULL forma bien en Turismo?

El reto del turismo no es de la Universidad, es de la sociedad. No se entiende que en una sociedad compuesta por dos millones de habitantes y que va a recibir este año 14 millones de turistas, no exista un bilingüismo extendido. Tú vas a Europa ahora y te preguntan: ¿cuántos idiomas hablas? Y el que te hace la pregunta se refiere a cuál además del tuyo y del inglés, que ya es universal. La ULL lo hace muy bien, pero en el problema que hay con el turismo no es de la Universidad, sino del nivel de idiomas que hay en la calle. Los extranjeros que vienen, se inscriben como demandantes de empleo y son los primeros a los que llaman las agencias de colocación, porque son los que te hablan tres idiomas. No obstante, el tema lingüístico también es un asunto pendiente que tiene la Universidad y lo está solucionando ahora. Se ha reconocido que los alumnos entran sabiendo más inglés a la Universidad que con el que salen. Hay que solucionar eso ya.

¿La ULL y la ULPGC deben colaborar más?

Hay másteres compartidos. Se debería ir por ahí, porque no hay masa crítica para tener algunos másteres en los dos sitios. Las relaciones institucionales son buenas, pero se tendrían que desarrollar más. Se debería plantear un órgano de convergencia de las dos universidades para que tengan políticas comunes y no haya duplicidades.

¿Canarias necesita dos universidades?

Dos, tres y cuatro. Ahora con las privadas tiene cinco. Yo creo que necesita lo que tiene... Si no, no se habrían creado estas universidades, que tienen ánimo de lucro.

En cuanto al sistema de financiación universitaria, las dos universidades están negociando un contrato programa o una ley de financiación autonómica. En cualquier caso, ¿defienden que sea por objetivos?

Es una recomendación nacional. Igual que decíamos antes que los investigadores deberían tener una parte de salario variable, aquí también.

¿La Universidad podría sacar más rentabilidad a las infraestructuras científicas, como por ejemplo el Servicio de Apoyo a la Investigación (Segai), o con la industria que hay no es viable?

El Segai es la joya de la corona de la Universidad. Tiene un enorme potencial, pero carece de recursos. Es una pena, porque con una financiación más adecuada, podría solucionar muchos problemas.

¿Qué opinión le merece Campus África, una iniciativa de la ULL para posicionarse como referencia académica del África Occidental?

Me parece buena iniciativa. Se trata de sembrar. Cuándo habrá recolección, ya lo veremos. El problema que tenemos con África es que está muy cerca, pero está muy lejos. Mientras no se resuelva el problema de la conectividad, no hay nada que hacer. Pero son pasos que hay que dar en la buena dirección. El fruto llegará.

¿Qué reto considera más prioritario?

La internacionalización. La ULL no manda más alumnos fuera de erasmus porque no saben idiomas. Hay que introducir asignaturas en inglés.

Y titulaciones...

Claro. Bolonia va por ahí. Habla de un espacio único, de movimiento... Nos estamos quedando cortos.

Bolonia incluye un 5% de créditos en inglés, pero eso se traduce en recomendar lecturas en inglés...

Ya, está claro que la ULL tiene que hacer un gran esfuerzo en idiomas. El bilingüismo no es una opción, es una necesidad.

¿Los profesores de la ULL saben inglés como para dar clase en inglés?

Hay profesores que hablan inglés muy bien y otros que no. Pero la ULL tiene que abrirse, traer profesores de fuera... No podemos aislarnos. Ahora mismo, las infraestructuras que tiene la Universidad no están a la altura del nivel internacional. Y además la Universidad necesita 16 millones para reparar lo que es más urgente. Solo son para un plan de choque y no los tiene. La Universidad necesita financiación, actualizarse y mirar hacia el futuro con las directrices de Bolonia.

"Labor didáctica" para que el alumnado sepa cuánto cuesta la formación superior

"En la ULL hay que hacer una labor didáctica como la que ha hecho la ULPGC. Ha incluido el coste en un folleto de bienvenida a los estudiantes para que sepan exactamente lo que cuestan sus estudios. Así el alumno será más comedido en sus exigencias", apunta Baroja. "El estudiante sabrá que el dinero no viene del cielo, sino del contribuyente. Ese es el mensaje principal que hay que trasladar", sostiene el presidente del Consejo Social.

El modelo anglosajón y el mediterráneo: dos formas de afrontar el coste en las universidades

"Hay dos formas de afrontar el coste del estudiante en la Universidad. Una es la mediterránea, donde tú pagas poca matrícula pero en realidad no hay muchas ayudas o becas para afrontar esa matrícula, a no ser que tú te encuentres en situaciones muy extremas. Pero pagas poca matrícula porque se parte de la base de que una matrícula barata es una garantía de acceso universal a la universidad. La filosofía anglosajona es que tú pagas casi lo mismo que le cuesta a la universidad educarte. Pero la sociedad tiene instrumentos para darte préstamos renta, sin intereses y que pagas luego. Para que tú, si tienes vocación, puedas hacerlo. Esto tiene muchísimas ventajas, porque el alumno hará la carrera en cuatro años. Porque el sistema no se lo permite y porque si no, le cuesta más. Son dos sistemas diferentes. Nosotros tenemos el mediterráneo, pero el alumno debe saber que si paga mil, el sistema pone cinco mil", zanja Baroja.