Los barrancos que surcan la Isla a modo de profundas cicatrices son una de sus principales características y la imagen más rotunda que obtiene todo aquel que observa el paisaje de La Gomera. Desde el Garajonay hasta la costa parte una red de profundos surcos excavados milímetro a milímetro a lo largo de milenios por el continuo fluir de las avenidas. Lentas o arrolladoras. El resultado es una Isla con un entorno singular y único. Pero pese a su aparente contundencia y rotundidad, los barrancos se han convertido en piezas que demandan de forma incansable y continua cuidados y conservación.

La importancia de los barrancos en La Gomera es tal que en realidad la población ha tendido a concentrarse en núcleos urbanos situados en los territorios más llanos. Y especialmente lo ha hecho en la desembocadura de los grandes cauces, donde existía mayor facilidad de comunicación con las demás poblaciones de la Isla y con el exterior.

Por su parte, los núcleos rurales tradicionales del interior también se sitúan preferentemente en las áreas de menor pendiente, como fondos de barranco o las lomadas del Sur. Tales circunstancias han generado una organización de la actividad económica en unidades muy autónomas constituidas por los principales barrancos, de modo que la población de cada uno de ellos ha crecido en un régimen de marcado autoabastecimiento.

El presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo Curbelo, considera que estas piezas de la geografía son tan importantes y definitorias para la realidad de la Isla que se le debe prestar toda la atención que sea posible. El ambicioso plan de encauzamiento iniciado hace años ha buscado dar seguridad a las poblaciones, mientras que los deslindes definen las propiedades públicas de las privadas. A partir de aquí será posible recuperar espacios que acojan distintos usos y actividades ciudadanas. "Los barrancos se han convertido en un elemento a cuidar y conservar", indica el presidente.

Y ahí entran en juego los consejos insulares de agua, organismos dependientes de los cabildos y que están obligados por ley a velar por su buen estado y proteger un bien público cuyos únicos propietarios somos todos. Por ello, estos tramos de territorio no pueden ser objeto de venta, sino como mucho de una concesión, siempre y cuando esta se encuentre muy bien fundamentada. Para ello hay que cumplir con una serie de trámites administrativos y jurídicos que garanticen al máximo las condiciones del préstamo que la comunidad hace de este bien a un particular. También los ayuntamientos tienen que contribuir a la limpieza y ordenamiento de los cauces, dentro de las competencias que tienen atribuidas.

Cuando Curbelo ocupó el cargo de senador impulsó un plan para el encauzamiento de los cauces de la Isla y a mediados de la pasada década consiguió que el Gobierno central destinara alrededor de 20 millones de euros para este fin. En el barranco de La Junta en Alajeró se invirtieron 3,4 millones con los que se procedió al encauzamiento del tramo situado entre el campo de fútbol y la carretera insular. A fin de evitar los arrastres incontrolados se proyectó un azud de retención de acarreos sobre la vía que es fácil de limpiar y mantener. También se canalizó hasta el barranco los caños existentes en la carretera y se dejaron previstos los pasamuros para el drenaje del viario.

En el caso de Valle Gran Rey la inversión alcanzó los 8 millones con los que se procedió al encauzamiento de cerca de un kilómetro de su recorrido. Básicamente se realizaron desmontes para proporcionar al cauce la pendiente precisa para desalojar el caudal, instalaron cimentaciones de los muros baluartes y se rellenaron aquellas zonas donde era necesario. También fue posible actuar en el cauce de Hermigua gracias a una partida de cerca de cinco millones.

Finalmente, en la Cañada del Herrero en San Sebastián se invirtieron 3,4 millones con los que se procedió a encauzar un tramo de los que los primeros 234 metros fueron con sección a cielo abierto de 2,80 metros de ancho y muros de 2,30 de alto y el segundo de 377 con una sección cerrada por medio de hormigón armado prefabricado. Se llevaron a cabo también obras auxiliares de limpieza, retención de acarreos, protección de márgenes o captación de aguas pluviales. Igualmente se procedió a la reposición y terminación del viario.

Mapa de riesgos

Precisamente, por estas fechas se encuentra en exposición pública el plan de gestión del riesgo de inundación: borrador del Plan de avance. En este documento el Consejo insular de aguas identifica tres puntos de hipotético riesgo de inundaciones como son la desembocadura de los barrancos de Valle Gran Rey, Playa Santiago y San Sebastián. De esta manera, el organismo autónomo dependiente del Cabildo cumple con la directiva europea que obliga a localizar de forma preventiva estos enclaves y luego realizar las obras correspondientes para evitar posibles percances. Además, en cualquier caso desde el organismo autónomo se ha dejado siempre claro que se trata tan sólo de cumplir un mandato europeo pero que en ningún caso existe riesgo inmediato de que se produzca suceso alguno. La directiva tan solo obliga a identificar los puntos en los que se puede elevar el cauce a causa de las lluvias, lo que daría lugar a algún problema en caso de que en estos enclaves se localice un núcleo urbano o incluso un edificio protegido. Asimismo, hay que destacar que a lo largo de este proceso primero se llevó a cabo la fase de identificación y a continuación se elaboró el mapa de riesgos y por último se procederá a aprobar los planes de control. A partir de aquí se determinará qué actuación es necesario llevar a cabo, como sería remover algún obstáculo o ampliar el cauce de los barrancos, entre cualquiera otra y el sistema de financiación.