Apenas dos días después de ser elegido presidente de la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, Santiago Sesé rechaza que, pese a lo estrecho del resultado de la votación, la institución se encuentre dividida. Defiende con ardor la misión de la entidad y señala con claridad un reto de futuro: la aprobación de una ley autonómica que dé a la Cámara las mayores funciones posibles.

Los resultados de la votación en el pleno dejaron sensación de división en el seno de la Cámara.

No creo que haya división. Que se hayan presentado dos candidatos revela que la Cámara está viva y que hay interés por ella. Estuvo reñido, pero eso no tiene que significar que haya problemas para integrarnos correctamente, todo lo contrario. Deberíamos estar acostumbrados a estas situaciones, que son naturales. Ahora toca trabajar por los intereses de los empresarios y de la Cámara.

¿Había una candidatura de consenso y, de alguna manera, eso se rompió?

No. Inicialmente había una candidatura y después es cierto que hubo otros empresarios que pensamos que era bueno plantear un programa distinto del que entendíamos que podía tener el otro candidato. Eso fue lo que nos hizo pensar primero en un programa para la Cámara que realmente queremos y, después, en las personas que podían liderar. No estaba yo solo, había varias.

¿Cómo es su programa?

Mi programa busca acercar la Cámara mucho más a la sociedad; reforzar, si cabe, la relación con la Comunidad Autónoma, con los cabildos y ayuntamientos, en los que debemos apoyarnos, así como con la Junta de Obras del Puerto, con la que tiene que haber una comunicación muy intensa.

¿Hay empresarios u organizaciones interesados en que la Cámara de Comercio pierda relevancia o incluso en liquidarla?

No lo creo. No veo ninguna diferencia entre empresarios de esta organización o de otra. Tiene que haber ideas perfectamente claras de lo que significa cada una de las instituciones. Las cámaras existen desde hace muchísimos años y creo que van a seguir existiendo. Atienden a las empresas grandes, medianas y pequeñas. Son el encuentro de lo público con lo privado. No hay ninguna entidad que cumpla con esas condiciones para que nos podamos sentir cómodos tanto los empresarios como las administraciones.

¿Cuál es la situación económica de la Cámara?

La misma que tienen casi todas las cámaras. Desde que se suprimió el recurso cameral, nos falta financiación. Hay una ley nacional que ya ha sido aprobada y ahora hay una adecuación por las comunidades autónomas, que el Gobierno de Canarias está estudiando. Una vez que tengamos ese marco, ya sabremos dónde estamos. De todas maneras, Cámara de España recibirá, como organismo intermediario, en torno a 20 millones en subvenciones de fondos europeos para Canarias. Son cantidades importantísimas para formación, pero aproximadamente un 15% de ellas las tiene que aportar o bien la propia Cámara -que no podrá ser, porque no tenemos las condiciones económicas que teníamos antes- u otras administraciones. Sería absurdo dejar pasar esos recursos.

¿Quién se encargaría de cofinanciar? ¿El Gobierno de Canarias, los cabildos...?

Lo ideal sería tener la ley terminada, pero si no es así tendremos que negociar, tanto con la Comunidad Autónoma como con los cabildos y los ayuntamientos. Lo más importante es que se valore lo que la Cámara es capaz de aportar a la sociedad. Por ejemplo, en formación. Se está generando empleo, pero muchas veces ese empleo, sobre todo en el sector turístico, no lo ocupa la gente que vive aquí, que ha nacido aquí. Eso es así porque la formación está fallando, sobre todo en el sector turístico. Por eso creo que no estamos aprovechando la Cámara como deberíamos.

¿Cómo debe ser, al margen de la financiación, la ley de cámaras que tramita el Gobierno canario?

Fundamentalmente, debe dejarnos las funciones más amplias posibles. Debe dejarnos actuar en todos los sectores, y también en el turístico. El turismo es absolutamente transversal. Tenemos un desequilibrio muy importante entre sectores. Tienen que aportar mucho más al PIB, sobre todo la industria. Hay que darse cuenta de que quien tiene el arrastre es el turismo, y tenemos que buscar la complementariedad para llevarlo a otros sectores, como la construcción y el comercio.

El turismo vive su mejor momento, pero tenemos cifras de paro muy importantes.

El territorio en Canarias es limitado y frágil. Tenemos que apostar por la rehabilitación, la excelencia y la calidad. Si cambiamos hoteles de tres estrellas por hoteles de cuatro o incluso cinco, podremos tener muchas más personas trabajando en ellos, ocupando exactamente el mismo espacio, y daremos un servicio y una calidad sin castigar tanto nuestro territorio.

¿Cómo pretende reforzar la presencia de la Cámara en las islas periféricas?

Igual que lo estamos haciendo en Tenerife. La colaboración con los cabildos nos va a llevar a reforzar aquello en lo que somos fuertes: formación, innovación, internacionalización... Debemos ser también capaces de que el empresario tome conciencia de que debe tener vocación regionalista.

¿Se ha convertido el emprendimiento en una salida de emergencia ante el desempleo?

Que haya tanto emprendedor puede ser, a la larga, muy positivo para la economía. Es una salida, qué duda cabe, que la gente consiga trabajar de emprendedor cuando no puede hacerlo por cuenta ajena. Ayuda muchísimo que con un 26% de paro que haya un emprendedor que pueda emplear a una o dos personas más. Eso la Cámara lo hace francamente bien. Somos líderes en crear empresas y tutelarlas.

¿Se ha quedado rezagada la provincia en infraestructuras?

Muchísimo. Para ser competitivos necesitamos unas infraestructuras al nivel que le corresponde a Canarias y, particularmente, a la provincia. Es inasumible que un señor o señora que vive en El Sauzal y trabaja en Santa Cruz tenga que estar una hora y media en una cola. Les ocurre lo mismo a los turistas, cuyas guaguas tienen que salir hora y media antes y que, encima, se encuentran un aeropuerto desbordado. El plan director de Tenerife Sur decía que desde el momento en que nos acercáramos a los 10 millones de pasajeros había que tener construida una terminal nueva, y en este momento no tenemos ni un proyecto tan siquiera y sabemos que por muy rápido que vayamos no tendremos una terminal competitiva hasta al menos seis años. ¿A qué estamos esperando?