Necesitan ayuda para afrontar el pago de la luz o del agua, pero también alguien con quien tener una conversación de vez en cuando. Cáritas Diocesana de Tenerife acaba de poner en marcha un proyecto piloto que busca combatir la soledad de quienes más dificultades tienen para relacionarse: personas mayores con pocos recursos, sin una red de apoyo familiar y con problemas de movilidad.

La iniciativa, coordinada por Vicky Hernández, acaba de nacer y ya cuenta con 18 voluntarios en Santa Cruz de Tenerife que están desarrollando esta labor de acompañamiento. A Vicky la idea empezó a rondarle la cabeza en julio del año pasado, pero no fue hasta octubre cuando consiguió que la idea empezara a rodar. Primero Cáritas dio formación a los voluntarios para que pudieran abordar su papel desde distintas perspectivas. "Es importante que tengan a alguien con quien hablar y compartir, pero hay que saber cómo hacerlo", indica.

Además, para lograr que se dé esta relación de confianza, a cada voluntario se le asigna una persona mayor, "siempre la misma". Aun así, a algunos, al principio, les cuesta "dejarse acompañar", pero al final la mayoría lo agradece. De momento cada voluntario dedica una hora a la semana a su labor.

Solo en Santa Cruz "viven más de 50.000 mayores de 65 años. No sabemos cuántos están solos, pero es un dato que hay que tener en cuenta", explica la coordinadora del proyecto. Muchas de esas personas no solo viven solas y no cuentan con familia, sino que tienen problemas de movilidad y no pueden salir de sus viviendas porque no son accesibles. La entidad pretende extender este proyecto a otros municipios, ya que esta situación no es exclusiva de Santa Cruz.

Los voluntarios que han decidido participar en este proyecto no tienen un perfil definido. "Hay de todo", aunque en muchos casos se trata de "mayores que acompañan a otros mayores". Uno de ellos -prefiere no dar su nombre- cuenta lo gratificante que le está resultando la experiencia, a pesar de que las situaciones que viven estas personas son complejas.

"Es duro, porque durante mucho tiempo te preguntas por qué tú has tenido suerte y ellos no. Yo intento ver qué problemas se pueden arreglar por otra vía y cuáles no. Al final te dan más ellos a ti que al revés", subraya. "No te das cuenta de los problemas tan grandes de pobreza hasta que dedicas tu tiempo a esto", concluye.

Este voluntario, que empezó con Cáritas hace seis años enseñando español a jóvenes inmigrantes, acompaña hoy a una señora de 83 años. La mujer cuenta con ayuda de trabajadores sociales, pero tampoco tiene apoyo familiar y es incapaz de moverse sin un andador. "Se vale como puede, pero necesita ayuda", cuenta.

A pesar del daño que provoca escuchar las desgracias de otros, este voluntario ve otro aspecto positivo que tiene su acción sobre él: "Me hace pensar mucho. A veces creo que yo también lo necesitaba".