Ropa usada, pero a la carta. Cáritas tiene en el área metropolitana -La Laguna, Añaza y La Cuesta- tres mercadillos que abrieron hace años para cubrir las necesidades de personas en exclusión social, pero que también surten a cualquiera que se acerque. Las personas sin recursos no tienen que pagar por los pantalones o la chaqueta que elijan, pero quienes sí pueden permitírselo hacen una aportación simbólica por las prendas. De esta forma, la organización da abrigo a quien no tiene y, a veces, recibe un poco de dinero con el que contribuir en la financiación de algún proyecto.

Hay tres mercadillos, pero Cáritas podría abrir más. Casi siempre tiene demasiada ropa, pero no dispone de un almacén lo suficientemente grande como para guardar todo lo que la gente regala. Los vecinos de las parroquias, sobre todo en determinadas épocas del año -como antes y después de las fiestas navideñas-, hacen limpieza en el armario y deciden donar aquello que ya no usan. A veces es complicado organizar tanta ropa. Cáritas cree que la mejor forma de coordinar la recogida es que quienes deseen hacerlo se pongan en contacto con la parroquia más cercana; el párroco sabe mejor qué necesitan los vecinos.

"Si tuviéramos una nave para recoger ropa y redistribuirla, podríamos pensar en otro tipo de proyectos, como hace Cáritas en otros lugares, pero también tenemos que tener en cuenta que somos una isla", explica Alejandra Hernández, responsable del programa de Promoción y Animación a la Comunidad, que se encarga de coordinar este servicio. Además de ayudar a quienes más apuro están pasando, Cáritas también intenta transmitir un mensaje de austeridad: "La austeridad es un valor importante. No queremos generar consumismo, tampoco en torno a la ropa usada", advierte.

Además, Hernández insiste en la importancia de llevar solo lo que está en buen estado. Aunque son excepciones -mucha gente trae la ropa recién lavada y planchada-, también hay quien dona para desprenderse de lo que ya no sirve. Es frecuente encontrar mucha ropa de bebé en perfecto estado; los niños crecen rápido y apenas da tiempo de que usen y estropeen todos los monos que le regalan al recién nacido. El calzado de hombre y la ropa interior -que por cuestiones de higiene tiene que ser nueva- aparece muchas veces en la lista de cosas que más falta hacen.

Hernández cuenta que cuando empezó la ola de frío en Europa, se encendió la alarma y mucha gente quiso donar enseres. Pero Cáritas no envía ropa. No porque no coopere en asuntos internacionales, sino porque su filosofía es trabajar de manera local, sobre el terreno. Ayuda a los refugiados, pero a través de las cáritas de cada localidad.

De hecho, han puesto en marcha puestos ambulantes en sitios estratégicos de las rutas que atraviesan muchas de las personas que huyen de países como Siria o Afganistán con la intención de encontrar en asilo en Europa. Así pueden ofrecer productos de primera necesidad que los viajeros no pueden llevarse consigo en una travesía muy dura como para cargar más de lo necesario.