Unos 60.000 canarios sufren glaucoma y la mitad de ellos aún no lo sabe. Esto sucede porque es una "enfermedad que no presenta síntomas" y, si no se realizan revisiones oftalmológicas anuales, no hay muchas pistas que indiquen al paciente que la padece.

"El glaucoma es una enfermedad del nervio óptico, causada por presión intraocular -aunque no siempre por esta razón- que puede llegar a generar ceguera irreversible", informa Josefina Reñones, oftalmóloga responsable de la unidad de glaucoma de la clínica Eurocanarias, por lo que la considera un padecimiento "frecuente y grave".

A pesar de este aterrador desenlace, que puede posponerse décadas, la enfermedad se trata y mejora, hasta el punto de que el paciente puede llegar a no sentir ningún tipo de molestia. Lo único que hace falta es "diagnosticarla a tiempo", incide Reñones. Sin embargo, esta enfermedad en concreto es "silenciosa" y, en el día a día, el paciente lo tiene difícil para darse cuenta de que la padece.

Esta es la razón por la cual, a partir de los 40 años, se debe acudir a revisiones oftalmológicas una vez al año, como mínimo. A esa edad, según la oftalmóloga, "la incidencia de la enfermedad se coloca en el 2%". Un porcentaje que, a medida que se van cumpliendo años, también aumenta hasta ascender al 3% en mayores de 60 años. Asimismo, la doctora incide en que las cifras aumentarán debido al "progresivo envejecimiento de la población". No obstante, la edad no lo es todo, hay otros factores como los antecedentes familiares, otros defectos refractivos -véase miopía o hipermetropía- o enfermedades visuales padecidas anteriormente, que pueden generar el desarrollo del glaucoma.

"Hay probabilidades de que estos problemas previos ocasionen que la enfermedad aparezca antes", explica la oftalmóloga, de tal modo que, incluso, puede llegar a afectar a personas más jóvenes. A pesar de ello, Reñones asegura que es "altamente infrecuente" encontrar casos a edades tempranas. Aunque los síntomas no son fácilmente reconocibles, la doctora asegura que el paciente puede sufrir pérdida de visión periférica o miopía o hipermetropía en uno de los ojos. Por ello, insta a los canarios a realizarse revisiones oftalmológicas una vez al año.

De hecho, esta revisión especializada es la única que puede descubrir el problema del nervio óptico. "Es una exploración más exhaustiva que la que puede hacer un oculista que, como mucho, podrá definir un defecto refractivo", insiste Reñones.

Una vez diagnosticado, el tratamiento se muestra "muy eficaz". Hay tres métodos: la dispensación de colirios, el láser o la cirugía, aunque esta última suele ser "el último recurso para casos más rebeldes", asegura Reñones. En esta línea, "aunque la terapia farmacológica es la más extendida, el láser puede evitar o disminuir la necesidad de colirios", incide la doctora.